Un blog que nace ante el intento por parte de algunos medios de desprestigiar el movimiento 15M ubicándolo en el marco anarcoperroflauta exclusivamente, ignorando a los miles de ciudadanos que toman las calles pidiendo libertad y justicia
jueves, 12 de octubre de 2017
La normalización mediática del fascismo: de Charlottesville a Valencia
No les creas
analiza cómo los medios están construyendo un relato tibio con los
fascistas desde una supuesta equidistancia con quienes sufren y combaten
sus actuaciones.
Observatorio de medios Del asesinato de una manifestante antifascista en Charlottesville a las
agresiones neonazis del lunes en Valencia, los medios de comunicación
están construyendo un relato tibio con los fascistas desde una supuesta
equidistancia con quienes sufren y combaten sus actuaciones.J. Garín
2017-10-11
Grupos neonazis acosan a la manifestación de izquierdas del 9 de Octibre en Valencia. Eva Máñez
Al principio fue Charlottesville. Aquel fin de semana en el que los
nazis tomaron las calles de esa localidad acabó con una joven
antifascista asesinada. La Sexta o El País lo llamaron “choque entre grupos radicales”.
Quisimos creer que no había línea editorial detrás y que lo que ocurría
era que quienes firmaban esas noticias y quienes las aprobaban habían
dado por bueno eso de que los extremos se tocan. No cambia los efectos
de la información, y tampoco mejora la situación en nada, pero nos
pareció que era así. Nos preguntamos de dónde había salido esa gente a
la que no se le revuelve todo al ver nazis desfilando con antorchas.
Lucrecia,
Carlos, Guillem. Cruzarte de acera, evitar zonas, correr de vez en
cuando, llevarte alguna hostia. Nuestro profesor de Historia y lo que
nos contaba. Nos preocupamos porque no habían entendido que fascismo es
tan sinónimo de odio como antifascismo lo es de democracia. Nos
preocupamos mucho, y aún no habíamos visto nada.
Compartiendo agenda
Con la entrada del referéndum en la agenda mediática, los motivos
cambiaban: a ese tramposo discurso hegemónico que sostiene que es lo
mismo desear exterminar gente que querer evitarlo, se unía ahora el
hecho de que, en el tema catalán, la línea editorial de los grandes
medios no está tan lejos de lo que defienden los fascistas al respecto.
Lo importante es preservar la unidad de España, aunque sea a base de
hostias. Se empezaba a dar entonces una conjunción de
intereses entre los informadores, con actitudes cada vez menos
profesionales para imponer su discurso, y esa extrema derecha que
algunos consideran minoritaria y otros durmiente por estar muy bien
representada.
Incluso hay quien decía, hace tan solo tres
semanas, que ni siquiera existe. José Ignacio Torreblanca, jefe de
opinión del diario más vendido en quioscos y con mayor difusión en
internet, publicaba lo siguiente:
“En
este país nos pasamos todo el día hablando de una extrema derecha que
no existe, ni política, ni social, ni electoral, ni parlamentariamente.
Es algo que todos los medios y observadores internacionales llevan años
señalando”.
Lo que sí hay, continuaba, es una “extrema izquierda
autoritaria” de la que apenas se habla. No debe de tener la costumbre de
leer su propio periódico.
Dos días después de que publicase este
artículo, la asamblea convocada por Podemos en Zaragoza para tratar de
abrir una vía de diálogo en el conflicto catalán era rodeada por una
concentración convocada por Movimiento Aragonés Social, un grupúsculo
fascista local.
Los trabajadores de TVE denunciaban que el director de informativos del fin de semana había omitido deliberadamente la palabra “ultras”
en su crónica de lo que llamaron “manifestación por la unidad de
España”. Antena 3 hacía una crónica correcta en su informativo del
mediodía, que alguien decidía cambiar para el de la noche: los “ultras”
pasaban a ser “manifestantes enarbolando banderas de España”.
Y llegó la catarsis mediática:
“histórica manifestación por la Constitución” en la que “la Cataluña
silenciada alza la voz”. El término “manifestación sin incidentes” era
de los más repetidos para referirse a la protesta por la unidad de
España celebrada el domingo en Barcelona.
Entre las imágenes que han circulado en redes sociales, hubo entre otras cosas vídeos con agresiones a jóvenes magrebíes y a un fotográfo que pensaban era de TV3. Se hicieron saludos fascistas y se llevaron banderas de Falange. Por muy minoritario que fuese, ¿eso es “sin incidentes”? A
todo esto se suma el hecho de que ninguno de los participantes haya
señalado que allí había fascistas: manifestarse de su mano y no
denunciarlo es un incidente en sí mismo, y no pequeño. El columnista
Manuel Jabois señalaba en su crónica que la organización no había permitido “levantar el brazo ni para pedir un taxi”. Buen trabajo, sí, de maquillaje.
Los
cazadores de noticias falsas y posverdades de internet se sumaban a la
tarea desmintiendo varias imágenes que habían circulado durante el día,
en las que supuestamente se mostraba simbología fascista en la
manifestación. Ni la crónica del diario sobre la manifestación ni el
reportaje sobre las fotos falsas llevaban mención alguna a las imágenes
que sí habían tenido lugar.
A cara descubierta
El lunes en Valencia un grupo de nazis salió a agredir
a gente, a cara descubierta y rodeados de cámaras. Quizá tuvo que ver,
entre otras cosas, la seguridad que da haberse mostrado y que la
respuesta haya estado entre el silencio y el aplauso.
Gritaban
consignas como “Puigdemont al paredón” o “al podemita, dinamita”. Entre
gritos de “Sieg Heil” también cantaban “¿dónde están, no se ven, los
amigos de Guillem?”. Se referían al Guillem que mencionábamos al
principio, junto a Carlos y Lucrecia. Son solo tres de los 88 crímenes
de odio que recogía en 2015 un estudio al respecto, la mayoría cometidos por neonazis o ultraderechistas.
Guillem
Agulló fue asesinado por su ideología en 1993, cuando tenía 18 años, a
manos un grupo de cinco nazis en la localidad castellonense de
Montanejos. Tras asestarle una puñalada mortal en el corazón,
abandonaron el lugar haciendo el saludo romano.
Al día
siguiente, las agresiones de los que cantaban en las calles contra él ya
casi ni eran noticia. Ni siquiera para hablar de que delegación del
Gobierno hubiese felicitado a la policía por una actuación que se puede
resumir en dos cifras: cero agresores detenidos, cero agresiones
evitadas.
Mientras lo fue, la narración de lo ocurrido no
cambió respecto al guión habitual. Antena 3 hablaba de “violencia entre
manifestantes” y a los fascistas les llamaba “defensores de la unidad de
España”. En Telecinco lo ocurrido era contado como una “trifulca entre
radicales” y el redactor se preocupaba en señalar que la presencia de la
CUP y Arran en la manifestación no estaba autorizada. La versión de que los agredidos iban provocando era también la de la crónica de El País,
que literalmente decía que su presencia “causó inquietud”. A lo
ocurrido lo definía como “bronca”, “batalla campal” e “incidentes entre
simpatizantes de la extrema derecha y la izquierda independentista”.
En declaraciones a eldiario.es,
un manifestante que se enfrentó a los neonazis para defender a dos
personas que estaban siendo agredidas ha dicho que aquello no eran
“enfrentamientos” sino “la extrema derecha de cacería”.
¿Qué más
tiene que pasar?, ¿hasta dónde piensan tensar la cuerda? Serán cuatro
gatos, ojalá. Pero la campaña de imagen que les están haciendo y la
aparente indiferencia de quienes comparten marchas con ellos les está
poniendo a huevo dejar de serlo.
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