Un blog que nace ante el intento por parte de algunos medios de desprestigiar el movimiento 15M ubicándolo en el marco anarcoperroflauta exclusivamente, ignorando a los miles de ciudadanos que toman las calles pidiendo libertad y justicia
miércoles, 20 de diciembre de 2017
¿Por qué sigue votando tanta gente al Partido Popular? Polvos en el agua, de AGUSTÍN MORENO
«No
es lo mismo participar en la carrera electoral de forma limpia y en
igualdad de condiciones, que hacerlo dopado con ventaja respecto a las
otras formaciones políticas»
«Puede
haber sectores de la ciudadanía que hayan interiorizado aquella
recomendación de la dictadura disuasorias de la participación del “Tú no
te metas en política”»
«El
bloque progresista y el conservador están muy igualados y la ley
electoral prima a quien concurre con mayor unidad para aglutinar el
voto»
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el balcón de Génova en diciembre de 2015 tras ganar las elecciones. / EfeEste
artículo no va de sexo, sino de política, como podrán comprobar.
Intenta dar explicación a uno de los mayores misterios de la política en
España: ¿Por qué sigue votando tanta gente al Partido Popular?
¿Será por los llamados medios de comunicación, los apoyos financieros,
la falta de conciencia política, los errores de la izquierda, la ley
electoral…? No tiene una respuesta fácil. Veamos.
Puede
salir por la mañana un millón de personas a la calle y por la noche el
Gobierno da la vuelta a sus demandas, aprovechando esa bomba atómica que
es la televisión
Hay quien piensa que es por la manipulación de los grandes medios de desinformación,
alineados sin excepciones con el Gobierno. Influyen, claro está, ya que
tienen una gran capacidad de deformar la realidad y las conciencias.
Recuerdo oír a mi padre hablar del mitin de Manuel Azaña en Comillas.
Fue un acto celebrado en este barrio del sur madrileño el 5 de octubre
de 1935 al que asistieron unas 400.000 personas. Allí lanzó la idea de
unidad que cristalizó en el Frente Popular que ganaría las elecciones del 16 de febrero.
En aquellos tiempos, una concentración de masas creaba opinión y su eco
perduraba durante años. Hoy, puede salir por la mañana un millón de
personas a la calle y por la noche el Gobierno da la vuelta a sus
demandas, aprovechando esa bomba atómica que es la televisión. El PP la
utiliza desvergonzadamente, ya que, como bien dice Chomsky:
“En un mundo en el que la riqueza está concentrada y en el que existen
grandes conflictos de intereses de clase, el cumplimiento de tal papel
requiere una propaganda sistemática”. Pero no es un argumento
suficiente; hoy en día, existen medios alternativos, redes sociales y
otros mecanismos para intentar contrarrestar los manejos del poder.
Se podría pensar que se debe a los apoyos financieros. O al uso de las mordidas de la corrupción canalizadas hacia las campañas electorales como queda acreditado en los sumarios por corrupción que conocemos.
Es cierto que no es lo mismo participar en la carrera electoral de
forma limpia y en igualdad de condiciones, que hacerlo dopado para jugar
con ventaja respecto a las otras formaciones políticas. Tampoco parece
definitivo para explicar el voto masivo a partidos políticos que están
procesados por delitos relacionados con la financiación a través de su
caja b.
No
podemos olvidar que estamos en los niveles más altos de la historia de
este país en instrucción, formación académica y titulaciones
¿Se
deberá a la existencia de un pueblo ignorante y desmemoriado, tanto en
el corto como en el largo plazo? Algo puede haber, porque cuarenta años
de franquismo no pasan en balde. Puede haber sectores de la ciudadanía
más veterana que haya interiorizado aquella recomendación de la
dictadura disuasorias de la participación del “Haga como yo, no se meta
en política”. Pero no podemos olvidar que estamos en los niveles más altos de la historia de este país en instrucción, formación académica y titulaciones. El miedo atávico tampoco lo explicaría. ¿Será
por el apoyo de la conservadora Iglesia católica española través de los
mecanismos de adoctrinamiento e influencia a su alcance? ¿La
clave estaría en el clientelismo, para el que existe tradición y
estructura caciquil, y que puede funcionar en zonas como la Galicia
rural? En una sociedad cada vez más laica, libre y en todo el
territorio, no parecen argumentos relevantes para condicionar el voto de
grandes masas.
Otra explicación sería que en realidad la derecha
no gana, sino que pierde la izquierda por sus divisiones. O porque no es
realmente de izquierda todo lo que reluce. Este argumento tiene más
enjundia, ya que el bloque progresista y el conservador están muy
igualados y la ley electoral prima a quien concurre con mayor
unidad para aglutinar el voto y beneficiarse del reparto de escaños con
la regla de d´Hondt. Pero, seguro que tiene que haber algo más.
Ningún
argumento es determinante para entender por qué 7,9 millones de
personas votan a un partido que gobierna para las élites económicas
Ningún
argumento es determinante para entender por qué 7,9 millones de
personas votan a un partido que gobierna para las élites económicas, desmantela el Estado de Bienestar con los recortes sociales, y está podrido de corrupción con más de 800 encausados.
Por no hablar de la mediocridad de sus dirigentes. El líder es torpe en
la expresión y mohíno como actitud personal; y hay otros que cuando se
relajan les sale el pelo de la dehesa de su pasado, porque no han
entendido que para ser demócrata hay que ser primero antifascista. No
obstante, hay que reconocerles su habilidad para arroparse en la bandera y que no se hable de otras cuestiones importantes.
En
vista de que no hay ningún argumento concluyente que explique el gran
secreto, por descarte va a tener razón un amigo veterano. Al final de
una manifestación frente al Congreso, una señora indignada se preguntaba
en voz alta “¿Cómo es posible que con lo que roba esta mafia, la gente
les siga votando?”. El jubilado le dijo con sorna “Está claro, nos echan
polvos en el agua”. Va a ser por eso, algo así como lo del bromuro en
la mili. Porque, de lo contrario, tendríamos que pensar que 2.500 años
después sigue existiendo la devotio ibérica o costumbre de seguir al líder hasta la muerte, que explica la autoinmolación como en Sagunto o Numancia.
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