24/11/2024 ADHIK ARRILUCEA
Las inundaciones en la cuenca mediterránea han provocado grandes desastres de carácter humano, como la pérdida de hogares o la destrucción de los coches. Sin embargo, las tierras agrícolas también sufren una situación dramática.
Un bombero realiza labores de búsqueda en L'Albufera, a 13 de noviembre de 2024. — Alejandro Martínez Vélez / Europa Press
Han pasado casi tres semanas desde que una DANA provocó la acuciante crisis humanitaria que vive el sureste de la península y, en particular, la provincia de València. La tragedia ha dejado más de 200 víctimas mortales y múltiples desaparecidos. Todavía es pronto para valorar en su completa magnitud las consecuencias de esta catástrofe natural, pero las inundaciones, que han destrozado hogares, coches y todo tipo de locales, también han afectado gravemente al parque natural de L'Albufera y sus cultivos. La emergencia medioambiental deja así un escenario incierto para los trabajadores del campo y la ciudadanía que se beneficia de sus frutos.
"El principal problema, evidentemente, es la tragedia humana, pero en segundo lugar también está la tragedia de todos los medios de vida de esas personas", declara a Público Helena Moreno, portavoz de Greenpeace España. A partir de las inundaciones, la ambientalista señala que muchos cultivos continúan anegados, es decir, están saturados por la cantidad de agua en el suelo, lo cual impide que el aire llegue a las raíces para que las plantas puedan respirar y producir energía.
Los arrozales son de los campos más conocidos en L'Albufera. Su recolección tiene lugar "entre los meses de septiembre y octubre, de forma que en el momento de la DANA, el cultivo del arroz se encontraba ya recolectado y se ha salvado de los posibles daños directos", explica a este medio Lola Raigón, catedrática de Edafología –la ciencia del suelo– y Química Agrícola en la Universitat Politècnica de València (UPV).
"Debemos tener en cuenta que, por el manejo del arrozal valenciano, los campos ya estaban inundados previamente a la DANA. Ahora ha habido un aporte de agua extra y con mucha contaminación, debido a que es agua que ha circulado por zonas poco salubres como polígonos industriales", matiza en declaraciones a este diario Helena Cifre, Coordinadora de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica y Agroecología (SEAE).
Los agricultores de L'Albufera también trabajan con lechugas, coles, acelgas o espinacas. Estas plantaciones sí han sufrido daños importantes, "ya que el aluvión de agua y otros materiales tiene efectos directos y severos sobre el cultivo, como consecuencia de la asfixia en la zona de las raíces", indica Raigón. "Otros factores que pueden incidir en esta zona afectada es la pérdida de suelo fértil como consecuencia de la erosión o la mayor incidencia de enfermedades de hongos como consecuencia de la alta humedad", añade.
¿Frutos tóxicos?
Aunque parece que el arroz de este año se ha salvado de la contaminación, Cifre recuerda que, cuando se vuelva a sembrar en mayo, "habrá que ver si la tierra ha conseguido depurar los posibles contaminantes". Sin embargo, lamenta que las inundaciones sí han sido muy dañinas en los cítricos y los caquis: "Todos los cultivos de huerta por donde ha pasado la DANA se han perdido completamente".
Por su parte, la catedrática de la UPV considera particularmente preocupante "algunas contaminaciones que se puedan producir por arrastres de materiales tóxicos procedentes de fábricas y espacios similares, que se hayan arrastrado y que puedan afectar a la calidad del suelo en un futuro". En este sentido, la coordinadora de la SEAE apunta que "se están analizando los lodos y residuos y la ciencia nos dirá si contaminará a los futuros frutos o no, y qué capacidad tendrán las tierras de filtrar y depurar".
"El riesgo de que haya una erosión muy fuerte con pérdidas de suelo, si no hay una cobertura vegetal, es muy grande", advierte David González, miembro de Sustraiak, una cooperativa vasca para el diseño e implementación de proyectos sostenibles en espacios urbanos y rurales. En este sentido, subraya que las inundaciones pueden provocar una importante pérdida de nutrientes, lo que afecta tanto a la calidad de las cosechas como a la resiliencia de la tierra.
Moreno enfatiza que se trata de una "situación verdaderamente dramática". La portavoz de Greenpeace señala que "hay muchas pequeñas explotaciones que se dedican a cultivar frutas y hortalizas, las cuales están ahora mismo en situaciones muy complicadas". Este desastre ecológico se suma a las pérdidas materiales de los hogares o los coches. "Si no cosechan en lo que tienen ahora mismo en el campo, tampoco van a tener ningún tipo de ingreso a futuro", alerta.
Las condiciones son bastante dramáticas", insiste la ambientalista. "Aunque el Gobierno ha anunciado que va a haber ayudas, es importante que estas lleguen a los trabajadores del campo porque, además, muchos de ellos no tienen seguro agrario", lo cual deja a estos ciudadanos en una situación de desprotección.
La necesidad de cambiar el modelo agrícola
Detrás de esta catástrofe asoma una cuestión de fondo: la sostenibilidad del actual modo de producción en el ámbito agropecuario. "El modelo de agricultura hegemónica es muy intensivo en el uso de recursos y, además, se vale de fertilizantes o incluso petróleo, lo cual agrava las consecuencias del cambio climático", remarca Cifre.
González también defiende "sin ninguna duda" la necesidad de una transformación en la agricultura. "El actual modelo está destruyendo el recurso más importante que tenemos, que es el suelo", arguye. El experto señala que esta manera de trabajar el campo "ha roto los mecanismos que el Mediterráneo tenía para la liberación de los excesos de calor", lo cual es en parte causante del desastre acaecido.
"Es necesario un cambio de paradigma productivo basado en la producción ecológica, que reduzca el uso de petróleo o fertilizantes, que favorezca el uso de recursos propios y de origen natural, que promueva el cuidado de la tierra y de su biodiversidad", concluye Cifre.
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OTRA COSA: Impactos ecosociales de los fondos de inversión en el sector agrario, de Alberto Fraguas Herrero
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