- Este voluntario de Médicos Sin Fronteras relata desde el hospital Al Shifa la escalada de violencia en Gaza, donde afirma que viven en una “calma tensa” y pendientes de las noticias.
- “La gente (por el pueblo palestino) está cansada y eso es muy peligroso; Gaza es un sitio cerrado por los cuatro costados”, explica.
- Ayala, especialista en la mano, viajó a la zona el pasado 5 de octubre para operar a 36 personas, entre quemaduras, amputaciones y secuelas de la guerra de 2014
- http://iniciativadebate.org/2015/10/11/higino-ayala-cirujano-navarro-en-gaza-esto-es-un-avispero/
- Garikoitz Montañés|navarra.eldiarionorte.es|10/10/2015
“Un avispero”. Así describe Higinio Ayala la situación en Gaza. Este cirujano plástico pamplonés forma parte de  un proyecto de Médicos Sin Fronteras
 en la zona para realizar operaciones en malformaciones congénitas de la
 mano. Llegó el pasado día 5 y el plan es estar hasta el próximo 25 de 
octubre. No obstante, cada noche a la hora de la cena, en un briefing 
del equipo, se repasa cómo está la situación; y, en el momento de hablar
 con él, es de una “calma tensa”. El miedo principal es que los brotes 
de violencia acaben en un nuevo enfrentamiento con bombardeos, como 
ocurrió en 2014, cuando se contaron 50 días de guerra. Aunque el 
conflicto no terminó precisamente, y la situación actual es una nueva 
prueba. Para evitarlo, Ayala insiste en que es necesario que los 
gobiernos de uno y otro bando se impliquen en pedir tranquilidad, pero 
reconoce que las noticias (y el equipo las sigue al día) del llamamiento
 de Hamás, en Gaza, a la tercera intifada hace que “tengamos los pelos 
de punta”.
“La gente (por personas 
palestinas) está muy cansada, y eso es muy peligroso. Así se puede 
radicalizar un conflicto. Gaza es un sitio cerrado por los cuatro 
costados donde quien decide si deja pasar comida, elementos de 
construcción o personas es quien te está oprimiendo. Es una sensación de
 presión continua durante décadas”, opina. “La generación actual no conoce vivir de otra forma”.
Ayala, especialista de la 
mano y trabajador del Servicio de Traumatología del Hospital 
Universitario Marqués de Valdecilla (Santander), viajó el pasado 5 de 
octubre a la zona cuando ya se habían registrado diversos enfrentamientos.
 El 1 de octubre, por ejemplo, se había denunciado el asesinato de dos 
colonos israelíes en el norte de Cisjordania, e Israel acusó a una 
célula de cinco integrantes de Hamás en la ciudad de Nablus. El equipo 
de la ONG decidió viajar de todas formas porque la actual ola de 
violencia podía ser el inicio de una escalada o bien otra refriega. 
Entonces, reconoce Ayala, “lo hablé con mi mujer y nos entraron nuestras
 dudas, no voy a decir que no, pero confío en la organización”, dice en 
referencia a Médicos Sin Fronteras.
La entidad, por otro lado, ahora ha exigido una investigación independiente
 sobre cómo se produjo el bombardeo el 3 de octubre por parte de Estados
 Unidos en uno de sus hospitales, en este caso en la ciudad afgana de 
Kunduz. MSF está convencida de que fue un crimen de guerra, en el que ha
 habido 22 muertes. “Cuando trabajas como una ONG como esta, sabes que 
asumes un mínimo de riesgo”, reconoce Ayala.
¿Y cuál es la situación ahora mismo en Gaza? El balance  hasta el 10 de octubre
 era de 19 palestinos muertos, más de un millar de heridos, así como 
cuatro israelíes muertos y diez heridos por apuñalamientos. “No es fácil
 contarlo”, explica. De hecho, cambia con rapidez. Por el momento, Ayala
 opera en el hospital Al Shifa y convive, junto a equipos de otras ONG 
(Médicos del Mundo, Cruz Roja, la OMS…) en una zona de seguridad en la 
ciudad de Gaza, en el centro de Gaza, a unos ocho kilómetros del muro,
 que es la zona más conflictiva. “En día de oración como el viernes, se 
suele llamar a las manifestaciones y, cuando las hay, es mejor quedarse 
en casa. Es lo que hicimos esta vez”, dice al repasar este pasado 9 de 
octubre. En esa jornada, en los hospitales de Gaza (13 son operativos) 
se atendió a 70 personas palestinas heridas de bala, de las que 16 
seguían ingresadas, por heridas por ejemplo en arterias importantes o 
fracturas abiertas. Y se da la circunstancia de que Ayala originalmente 
iba a operar en un hospital de campaña en Khan-Yunis, al sur, desde 
donde este mismo sábado llegaban noticias de la muerte de dos niños 
palestinos, de 12 y 15 años.
El peligro de los “lobos solitarios”
En cuanto al proyecto 
sanitario, Médicos Sin Fronteras cuenta con un equipo de 75 personas 
para llevar a cabo las operaciones previstas (la mayoría es personal 
palestino, porque solo hay seis personas extranjeras), y Ayala es el 
único español. El panorama, en cualquier caso, puede cambiar si se 
solicita su ayuda para atender a heridos en esta escalada de violencia o
 si la situación es ya tan insostenible que debe evacuar la zona. Pero, 
por el momento, ha evaluado a 75 pacientes y la previsión es operar a 
36. Esperaba que fuera por malformaciones congénitas de la mano, pero 
finalmente serán sobre todo por quemaduras, amputaciones y traumatismos, en la mano y las piernas, algunas de ellas “secuelas de la guerra” de 2014.
La pregunta más complicada 
es si la situación puede volver al punto de hace un año, y responde que 
“todavía somos cautos. Lo normal es que haya este tipo de brotes de 
violencia y que acaben en unos días”. “Es triste decirlo así, pero es 
habitual que haya brotes por lobos solitarios, por un palestino que 
acuchilla a alguien o un israelí que realiza disparos. Eso siempre está.
 Otra cuestión es que se lancen ataques de forma organizada y bombardeos
 o lanzamientos de cohetes”, detalla. Para impedir llegar a esta 
situación, espera que haya más “voluntad política”.
 
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