97 MUERTOS Y CENTENARES DE HERIDOS
http://iniciativadebate.org/2015/10/11/las-cloacas-del-estado-de-nuevo-bajo-sospecha-en-el-doble-atentado-de-ankara/ MANUEL MARTORELL | Cuartopoder

Momento en el que estalla una de las 
bombas al paso de los seguidores del HDP en el atentado perpetrado ayer 
sábado en Ankara (Turquía)
El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, tras consultas con el presidente Erdogán,
 ha acusado al Estado Islámico, al Partido de los Trabajadores del 
Kurdistán (PKK) y a dos grupos izquierdistas aliados del PKK del doble 
atentado de Ankara, el más sangriento que se recuerda en la historia de 
la República, con un centenar de muertos y medio millar de heridos.
En Turquía todo es posible, hasta las 
teorías conspiratorias más descabelladas, pero acusar de nuevo al PKK de
 provocar tal carnicería entre sus propias filas justo el día en que 
anuncia el cese de sus acciones armadas durante la actual campaña 
electoral es la más absurda de todas. La Marcha por la Paz estaba 
convocada por organizaciones afines al HDP, el Partido de la Democracia 
del Pueblo, considerado por el Gobierno “el brazo político del PKK”. 
Tenía como expreso y único objetivo exigir al Ejército y la Policía 
turcas que cesen su vasta campaña contra la población kurda.
Entre las 
organizaciones convocantes estaban la Confederación Progresista de 
Sindicatos (DISK), la Confederación de Sindicatos del Sector Público 
(KESK), la Asociación Médica de Turquía (TTB) y la Unión de Ingenieros y
 Arquitectos (TMMOB), todas ellas generalmente asociadas a los 
movimientos e iniciativas antigubernamentales puestas en marcha por el 
principal partido kurdo de Turquía.
Más probable es que detrás del crimen 
esté alguna célula de las muchas que el Estado Islámico tiene en 
Anatolia debido a la guerra sin cuartel que también libra el PKK contra 
los distintos grupos yihadistas tanto en el norte de Siria como en el de
 Irak. Pero, de forma intencionada, lo que a Davutoglu se le ha olvidado
 citar es el otro gran sospechoso: las ‘cloacas del Estado’, de donde, 
desde hace décadas, suelen surgir, en definitiva, los autores 
intelectuales de este tipo de actos para poner todo el país patas 
arriba, como se ha demostrado de forma repetida.
Y no lo dice solo el HDP y sus 
organizaciones aliadas. Es lo primero que han insinuado los líderes del 
Partido Republicano del Pueblo, el histórico CHP, al que, de ninguna 
forma, se le puede considerar cercano a las posiciones kurdas. Varios de
 sus dirigentes −Murat Berat Atalay, Aytun Ciray, Ahmet Haluk Coç…−
 se han referido a la sospechosa ineficacia de los servicios de 
información e inteligencia, tan eficientes en desarticular otras redes 
terroristas. Ciray incluso ha citado las similitudes con la masacre de Suruc,
 el pasado 20 de julio, en la que murieron más de 30 jóvenes 
izquierdistas que se dirigían a colaborar en la reconstrucción de 
Kobani.
Por eso, el presidente del HDP, Selahetin Demirtas, ha
 salido al paso a las declaraciones del primer ministro turco negando 
que nos encontremos ante un atentado contra la unidad de la nación, sino
 ante un atentado “del Estado contra nuestro pueblo”, calificando 
directamente al Estado turco de “banda de criminales” y de ser un 
“asesino en serie”.
El ‘Estado profundo’ casi siempre 
termina apareciendo en Turquía en este tipo de acciones. Así ocurrió en 
la de Suruc y en la de Diyarbabakir, en plena campaña electoral de 
junio, e igualmente contra seguidores kurdos del HDP. Los autores eran 
dos jóvenes de Adiyaman, una zona donde el Estado Islámico ha estado 
actuando y reclutando militantes durante meses de forma abierta, 
manteniendo organizaciones tapadera, como la asociación Dokumacilar, 
salones de té y cafés internet, incluso después de que varias familias 
denunciaran ante la Policía que sus hijos habían sido reclutados para 
luchar en Siria. De hecho, los presuntos autores de estos dos atentados,Orhan Gonder y Abdurahman Alagoz, estaban ‘fichados’ por la Policía.
En ambos casos, el sistema de 
información e inteligencia quedó en evidencia. Lo mismo ha ocurrido 
finalmente con el asesinato de Hrant Dink, el 
periodista armenio acribillado el 19 de enero de 2007. En su día se 
intentó presentar al principal y único sospechoso como una persona que 
había actuado de forma individual. Este intelectual armenio había 
recibido continuas y serias amenazas de muerte. Hace unos días eran 
detenidos siete mandos policiales por “negligencia deliberada” en el 
asesinato.
Y lo mismo ha sucedido con el triple asesinato de tres destacadas militantes del PKK en París en
 enero de 2013. Entonces, el Gobierno turco y tras el Gobierno turco 
buena parte de la prensa internacional, incluida la española, apostó por
 la teoría de que se trataba de un ajuste de cuentas interno del PKK. 
Concluida la investigación, la Policía francesa deja pocas dudas en el 
aire. El único autor, el “lobo solitario”, en realidad había estado en 
contacto con los servicios de inteligencia turcos antes del crimen.
Por eso resulta tan patético que el presidente Rajoy
 y otros mandatarios europeos se solidaricen con Tayip Erdogán sin hacer
 la menor referencia a las verdaderas víctimas de estos crímenes y sin 
cuestionar a su estrecho aliado por la sangrienta campaña desencadenada 
desde hace ya tres meses para acabar con el movimiento kurdo de Turquía,
 en la que se están violando todas las ‘líneas rojas’ sobre el respeto a
 los derechos humanos y en la que, a todas luces, hay que incluir este nuevo baño de sangre.
 
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