martes, 30 de septiembre de 2025

De la huella del Holocausto a la masacre en Gaza: ¿han fracasado las organizaciones internacionales?

 Marta Rey   17.09.2025 

  • El final de la Segunda Guerra Mundial y los crímenes del nazismo sentaron las bases de organizaciones como la ONU
  • Pese a la crueldad de la ofensiva, la falta de voluntad de los Estados complica a estos organismos cumplir su función
  • Una niña palestina entre las ruinas de la ciudad de Gaza AP PHOTO/JEHAD ALSHRAFI

Antes del Holocausto no existía la palabra genocidio. Fue utilizada por primera vez en 1944 por un jurista polaco de origen judío, Raphael Lemkin, que documentó las atrocidades del nazismo y participó en la preparación de los juicios de Nuremberg. Esos procesos sirvieron, a su vez, para sentar las bases de organizaciones como Naciones Unidas, creadas para garantizar la paz tras la Segunda Guerra Mundial (IIGM), amparadas por el lema "nunca más".

Ocho décadas después del final de aquel conflicto, Israel, el Estado que surgió en parte como consecuencia de esa guerra, lidera una dura ofensiva que ha matado ya más de 65.000 personas en Gaza —la mayoría por ataques israelíes, pero otras muchas de hambre— y ha sido acusado (y está siendo investigado por la Corte Internacional de Justicia) de cometer el mismo crimen que se definió a raíz del asesinato de unos seis millones de judíos por la Alemania nazi.
El martes, de hecho, una comisión de investigación independiente puesta en marcha por la ONU concluyó que Israel sí ha cometido genocidio en Gaza, y que altos mandatarios israelíes, incluido su primer ministro, Benjamín Netanyahu, han incitado estos actos.
Esta situación ha reavivado el debate sobre el papel de los organismos internacionales y su capacidad de acción para cumplir la función para la que fueron creados.
"La Carta de las Naciones Unidas se levanta sobre las cenizas de la IIGM, precisamente para evitar que el flagelo de la guerra vuelva a asolar a las generaciones venideras", explica a RTVE la profesora de Derecho Internacional Público de la Universidad Carlos III e integrante de la Plataforma Juristas por Palestina (JxP), Montserrat Abad Castelos. "Ha sido una perversión que víctimas del genocidio más grande de la historia en términos cuantitativos se hayan convertido en verdugos", explica.

Gaza, un exponente de los fallos de la ONU

La ONU y la cooperación internacional, asegura Abad Castelos, han liderado "muchos esfuerzos" y han evitado una "conflagración mundial, pero no otros muchos conflictos armados y situaciones de colonización y ocupación desgarradoras que socavan los cimientos de la estabilidad internacional". Y lo que ocurre en Gaza, dice, "es un exponente de esos fallos".

El conflicto palestino-israelí fue el primer gran asunto al que tuvo que enfrentarse la mayor organización internacional del mundo. En abril de 1947 —Reino Unido había renunciado a su mandato en febrero y sometió la cuestión de Palestina a la ONU— se celebró la primera Asamblea General extraordinaria de Naciones Unidas, dedicada íntegramente a este asunto y, desde su creación, ese ha sido el tema al que se ha referido un mayor número de resoluciones. 

El destino de la ONU ha ido de la mano de Palestina como ningún otro, y ahí se ve precisamente el fracaso", asegura Jorge Ramos Tolosa, doctor en Historia Contemporánea especializado en Palestina-Israel y profesor de la Universitat de València. "Desde que se creó el Estado de Israel, la ONU fracasó en su cometido de preservar la paz, de promover la igualdad, de aplicar su propia carta [...] porque cuando aprobó la partición de Palestina, cuando se creó el Estado de Israel, ya patrocinó y acogió grandes desequilibrios", añade.

Al fin de la IIGM, le siguió, además de la creación de la ONU, la Declaración Universal de de Derechos Humanos (1948), la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948), o la Convención Europea de Derechos Humanos (1950), entre otras. Un nuevo orden mundial que, coinciden los expertos, Israel nunca respetó.

"Para constituirse lleva a cabo y sigue llevando a cabo una limpieza étnica contra el pueblo palestino. Y, desde el momento de su constitución, viola todo este derecho internacional post Segunda Guerra Mundial [...], aunque ahora sea más evidente por el nivel de visibilidad que ha alcanzado el genocidio desde octubre de 2023", explica la jurista especializada en derechos humanos y doctora por la Universidad de Edimburgo, Nadia Silhi Chahin.

Israel, la colonia europea en Asia

El Estado de Israel nació en 1948 con su declaración de independencia. Para entonces, el Reino Unido —que en 1917 mostró su respaldo al proyecto sionista a través de la Declaración Balfour— había abandonado Palestina después de controlar el territorio desde 1922. El final de la guerra facilitó la creación de ese nuevo país en territorio palestino, pero el sionismo ya había plantado su semilla hacía décadas.  

"Hay una idea establecida globalmente de que Israel es la consecuencia del genocidio nazi y de los horrores de la IIGM [...] Sí que afectó y, obviamente, el movimiento sionista, que es el que consiguió crear el Estado de Israel, utilizó el genocidio nazi a su favor", explica Ramos Tolosa. Sin embargo, la clave es "el colonialismo de asentamiento" que lleva a cabo Israel, un territorio que se concibió como una "colonia europea en Asia".  

Esa corriente sionista "surgió en Europa a finales del siglo XIX y empezó la colonización con el fin de crear un Estado solo para los judíos". "No representaba al judaísmo, ni era una rama, utilizaba al judaísmo y a la religión para legitimar ese proyecto colonial", continúa el profesor. Cuando acabó la IIGM, el sionismo llevaba "más de medio siglo colonizando Palestina" y fue un movimiento que "aceptó el racismo y la cosmovisión imperialista y nacionalista europea [...] y quiso crear una mini Europa fuera" del Viejo Continente.

"Si bien el genocidio y el antisemitismo que le precedió ayudó a que Israel tuviera legitimidad a nivel internacional [...] no es que en el año 45, a raíz de los horrores del nazismo, se les ocurriera crear Israel", insiste Silhi Chahin, que subraya que "el actual genocidio [...] se produce como parte de una estrategia de limpieza étnica y colonización de Palestina por parte de un régimen racista que constituyó allí un régimen de apartheid desde el momento de su creación".

Israel, añade, surge "en un contexto de colonización por parte de las potencias europeas, no solo de Palestina, sino en todo Oriente Medio". La diferencia es que Palestina, "en vez de ser preparada para su 'independencia' de los colonos, lo fue para ser entregada al movimiento sionista".

Israel y "la carta" del antisemitismo

Cada vez que algún país critica o pone en duda la masacre israelí en Gaza, Israel lo tilda de antisemita. Por ejemplo, cuando la Corte Penal Internacional (CPI) anunció que iniciaría una investigación por posibles crímenes de guerra, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo que aquello era "puro antisemitismo".

Su Gobierno ha tachado de antisemita al presidente de Colombia, Gustavo Petro, al primer ministro irlandés, Simon Harris, o al Consejo de Derechos Humanos de la ONU. También al presidente español, Pedro Sánchez, porque apoyó las protestas propalestinas en La Vuelta ciclista y pidió la expulsión del país hebreo de competiciones internacionales.

"La carta del antisemitismo es la favorita de Israel y de sus partidarios [...] y ha funcionado como un atentado flagrante a la libertad de expresión", argumenta Nadia Silhi Chahin, que comenta que Israel tiene una estrategia de relaciones públicas concreta ante las críticas a algunos de sus ataques.

"Primero dicen 'no, eso no pasó'. Después 'sí que pasó, pero no fuimos nosotros'. Luego 'bueno, sí, fuimos nosotros, pero fue por error'. Y, cuando no hay más argumentos, algo así como 'fuimos nosotros, no fue por error, pero ustedes son todos unos antisemitas'. Aunque muchas veces ni siquiera reconocen que fueron ellos", explica la jurista.

Israel ha usado esa estrategia "desde el primer momento y de manera muy hábil", asegura Ramos Tolosa, que habla del "bulo" de hacer confundir antisemitismo con oposición al sionismo. Recuerda que "ni el sionismo ni Israel representan al judaísmo" y que muchos judíos —como la organización Jewish voice for peace— se han revelado contra ellos para decir "no en mi nombre".

Los equilibrios de poder y la "falta de voluntad" de los Estados

Cuando se creó, la ONU estaba conformada por 21 Estados; ahora son 193. Cada uno tiene un voto en la Asamblea General, un órgano que puede adoptar resoluciones —o bien por mayoría simple, o bien de dos tercios— que, aunque con un enorme peso simbólico, no son vinculantes. Las que emite el Consejo de Seguridad sí que lo son, pero cinco de sus 15 componentes son miembros permanentes y tienen derecho a veto, es decir, pueden paralizar cualquier iniciativa, sea cual sea su contenido e independientemente de los apoyos que tenga.

"Las organizaciones internacionales como la ONU, aunque deberían serlo, no son tan neutrales como creemos, ya que dependen de los equilibrios de poder en el sistema internacional; y eso se ve claramente en el caso de Palestina e Israel", expone Ramos Tolosa, que subraya "problemas de legitimidad" en organismos de Naciones Unidas como el Consejo de Seguridad, precisamente por esa capacidad de veto de la que disfrutan los conocidos como Big Five: Francia, China, Rusia, el Reino Unido y Estados Unidos.

En los últimos años ha habido propuestas —como la impulsada por Francia y México en 2015— para limitar ese poder en casos de genocidio o crímenes de guerra. Sin embargo, cualquier reforma necesita de la aprobación de esos cinco países.

En lo que a Gaza se refiere, EE.UU. ha sido la piedra en el zapato de la ONU. Desde el 7 de octubre, ha usado seis veces su poder de veto para bloquear medidas relacionadas con los territorios palestinos y, para ello, suele alegar que no se exige lo suficiente a Hamás. El ejemplo más reciente es el del 4 de junio, cuando Washington bloqueó una resolución humanitaria que exigía un alto el fuego "inmediato, incondicional y permanente" en el enclave palestino.

"Pueden bloquear cualquier decisión que afecte a sus intereses, o cuando quieren proteger a un aliado, como hace EE.UU con Israel", apunta Abad Castelos. La ONU "depende de la voluntad política de los Estados miembros" y, al igual que ocurre con la Unión Europea, "no ha hecho más debido a esa falta de voluntad". "No me gusta hablar de fracaso de la ONU, creo que no es merecido, pero sí hablaría de fracaso de los Estados que le han impedido realizar con plenitud sus funciones", añade la jurista.

Las obligaciones del resto de Estados

Cuando un Estado viola normas del derecho internacional, "los otros Estados tienen obligaciones, que tienen que ver con no asistir, no reconocer y con emplear las acciones a su alcance para poner fin a esta ilegalidad", menciona Silhi Chahin, que recuerda los vigentes acuerdos de compraventa de armas con Israel. Aunque en las últimas semanas aliados de Israel —como Francia, Reino Unido y Canadá— se han mostrado algo más contundentes con respecto a la ofensiva israelí, "han llegado demasiado tarde".

"No han sancionado a Israel como hicieron con la Sudáfrica del apartheid, ni han cumplido sus propias obligaciones internacionales", señala Silhi Chahin, que insiste en que si las normas del derecho internacional se respetaran, "no habría ocupación, ni asentamientos ilegales, ni genocidio, ni apartheid". Pero la forma en la que se organizó el mundo tras la guerra hace que haya intereses que "son los que dominan", como los de EE.UU. y que "todo un sistema político, económico, incluso cultural, está al servicio" de ellos.

El profesor de la Universitat de València menciona semejanzas con la etapa final de aquel régimen racista en Sudáfrica —país que denunció a Israel por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia—. "Muchos regímenes coloniales, imperios y dictaduras desatan su furia más violenta y atroz en su última fase", señala el historiador, que apunta que el Estado de Israel podría estar "haciéndose insostenible". "Pretende dar estabilidad, seguridad y prosperidad a sus habitantes, pero ahora no hay nada más inestable, inseguro y odiado por todo el mundo que Israel", argumenta Ramos Tolosa.

El profesor subraya "el abismo cada vez mayor entre entre los gobernantes y los pueblos" y señala que "la presión popular está consiguiendo, como pasó ya con la Sudáfrica del apartheid, que cada vez salga más caro ser cómplice de Israel", algo que puede ser "fundamental" para hacer cumplir el derecho internacional. Por ahora, dice, "Israel ya ha perdido la batalla del relato".

"No sé si habrá una rendición de cuentas. ¿La actual cúpula política y militar de Israel acabará en el banquillo? Es posible que no [...] Lo importante es que la lucha contra la impunidad avance, que se abran resquicios, posibilidades para que la justicia actúe", comenta Abad Castelos, firmante de una declaración de la Asociación de profesores de Derecho Internacional que llama a la acción para frenar los "crímenes sistemáticos" cometidos en Palestina.

Mientras tanto, la masacre en Gaza continúa y su desenlace dependerá, en buena medida, de si los Estados escuchan las reclamas y de si permiten que el derecho internacional cumpla su función.

No hay comentarios: