No quepo en mi de dicha al ver que, por fin, los indignados estamos en condiciones óptimas para decidir de verdad sobre nuestro presente y futuro. Que estamos, por fin, donde había que estar.
No nos querían en las plazas, ni en las calles, ni en locales autogestionados, ni subidos en los andamios de la Puerta del Sol. No querían nuestro huerto, nuestras tiendas de campaña, nuestras caretas ni nuestras ideas "difusas". Fuimos siempre ignorados, mal recibidos, insultados y condenados a una desaparición que nunca llegó. Ahora estamos en el Parlamento Europeo, elegidos democráticamente en las urnas y tampoco nos quieren. La caspa, la CASTA, y el ciudadano medio lleno de miedos, apoltronado en su bipolaridad asquerosa, no nos quieren. Somos ETA, no tenemos experiencia, no somos más que radicales con ideas del pasado, etc.
Qué pena que les estamos dando una lección y ni siquiera se den cuenta. Podemos y seguiremos podando.
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