martes, 22 de julio de 2025

Amenazan a un profesor después de un altercado con Ortega Smith, concejal de Vox, en un instituto público

 El afectado considera que ha sido “un matón de Vox” el autor de las amenazas y ha presentado ya una denuncia a la policía. Un grupo de docentes ha dado a conocer un comunicado de apoyo al profesor.

David Arenal Ortega Smith ha protagonizado otros altercados con sus adversarios políticos, incluso grupos sociales, como el día que lanzó una botella al concejal de Más Madrid, Eduardo Rubiño en el pleno del Ayuntamiento, en diciembre de 2023.

Sucedió horas más tarde del acto, y con casi nadie en el centro. Un hombre corpulento entró al centro cuando el docente le preguntó si buscaba o venía por algún chaval. El tipo se le encaró y comenzó a insultarle con los calificativos de “maricón” e “hijo de puta”. Por la mañana el docente de Historia en el IES San Isidro de Madrid, y otro compañero suyo, habían increpado al concejal y portavoz municipal de Vox, Ortega Smith, quien había acudido al acto oficial de presentación de los Veranos de la Villa.

El también diputado nacional por el partido de ultraderecha se enzarzó en una discusión con los docentes a partir de que los periodistas allí convocados le preguntaron sobre las palabras de su compañera Carla Toscano en el último pleno del Ayuntamiento, contra lo que él considera “chiringuitos” LGTBI. Esto fue lo que cayó mal a los docentes, ya que se reconoce el trabajo de este centro educativo en cuanto a la defensa de los derechos de la comunidad LGTBI. Se conoce que la escritora y filósofa trans Elizabeth Duval estudió en este IES y que coincidió con alguno de los docentes en su etapa estudiantil.

Según reporta Europa Press, ambos profesores contestaron al político de Vox con palabras como “sinvergüenza”, “cara dura”, “ponte a trabajar”, “payaso” o “ponte a estudiar, que no promocionas”, a las que Ortega les interpeló calificándoles de “personajes” y “gentuza”. Posteriormente el director del centro, Rafael Martín, se acercó al concejal para interesarse por lo ocurrido, y este se quejó: “Me han llamado payaso y vago, han interrumpido a los periodistas. Es una falta de respeto institucional absoluta”.

Para evitar escalar hacia un conflicto mayor, Martín le instó a “respetar la opinión de los demás y espero que no haya ocurrido nada grave”, lo que efectivamente no ocurrió más allá del intercambio de palabras. Sin embargo el concejal de ultraderecha, al no quedarse satisfecho, le espetó ”Me pilla en mi vida privada y a algunos les iba a mandar a un campanario“.

Las amenazas a uno de los docentes por parte de un desconocido vinieron después, a las 14 horas, cuando casi no quedaba nadie excepto él, el director del centro, y otras dos familias que esperaban en el pasillo. La actitud sospechosa del desconocido hizo desconfiar al profesor quien le preguntó si buscaba a alguien, fue cuando el hombre le respondió: “Te busco a ti, hijo de puta”, según el testimonio recogido por eldiario.es. Lo que vino después fue una discusión que fue escalando. Ha sido la intervención del director la que puso fin al altercado e instó al individuo a salir del centro educativo, no sin antes amenazar al docente -que horas antes se había enfrentado a Ortega Smith- que le esperaría a la salida para darle “una paliza”.

Ante ello, el docente llamó a la Policía pero cuando llegaron los agentes, el hombre había desaparecido. Posteriormente, por la tarde, el docente de Historia registró una denuncia en la comisaría. El afectado, según el testimonio, cree que las amenazas las ha proferido un “un matón de Vox”, ya que le relaciona con el incidente de la mañana con el concejal Ortega Smith.

La lgtbiqfobia de Vox

Las palabras lgtbifóbicas con las que Carla Toscano (Vox) se expresó en el pleno del Ayuntamiento, el pasado martes han sido una muestra más, como en otras ocasiones, de que su partido es negacionista de la diversidad y por tanto de los derecho de las personas disidentes del sistema heteropatriarcal. “Hay que erradicar” las políticas LGTBI+ por “ser dañinas”, dijo en el pleno y aseguró que “esta ideología confunde y destruye a las personas, y corrompe sexualmente a los hijos hasta el punto de que ya no saben ni quién ni qué son”.

Este discurso fue contestado por los partidos de la oposición y el PSOE llegó a pedir su dimisión. El pleno fue tenso ya que se debatía la colocación de las banderas LGTBIQA+ en los edificios del Ayuntamiento, ya que se avecinan las celebraciones oficiales del Día del Orgullo de las diversidades y identidades sexuales.

En el acto de los Veranos de la Villa -al día siguiente- hasta el alcalde de Madrid quiso desmarcarse: ”Me parece un discurso inaceptable en la sociedad en la que vivimos hoy en día y en una ciudad tan abierta como Madrid. Creo que se descalifican por sí mismas”. 

Apoyo de la comunidad educativa

Este jueves, tanto la Asamblea de docentes en defensa de la educación pública así como miembros del personal administrativo y de servicios del IES del San Isidro han firmado un comunicado de apoyo a los docentes que se vieron envueltos en el incidente con el concejal de Vox. En el texto han hecho constar su “más absoluta repulsa ante los insultos y amenazas” proferidos por parte del también portavoz del partido de ultraderecha en el Ayuntamiento de Madrid.

Consideran “intolerables las declaraciones denigrantes e intimidatorias vertidas por el edil contra la comunidad LGTBIQ+” aprovechando una acto oficial del consistorio “para difundir un discurso de odio y promover la violencia dentro un centro educativo público”. Denuncian además, el acoso que posteriormente sufrió uno de sus compañeros por una persona ajena al centro educativo. Alegan que la provocación pudo haber estado motivada por la difusión, por parte de Javier Ortega Smith, de imágenes de los profesores en sus redes sociales.

A su vez, reivindican y defienden la riqueza que supone la diversidad del alumnado, tipos de familias y profesorado. Indican como ofensivo que cargos públicos se refieran a los centros educactivos como “chiringuitos” LGTBIQ+ o a una “ideología que corrompe y destruye a las personas”, cuando consideran que su trabajo consiste en “transmitir al alumnado los valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico, como son la libertad, la justicia y la igualdad. Toda la ciudadanía se ve atacada cuando se promociona este tipo de violencia antipedagógica en un centro público, subrayan en el comunicado.

En el texto hacen patente el apoyo a los dos profesores, especialmente al docente que fue víctima de las amenazas dentro del propio instituto. Asimismo, rechazan “las prácticas intimidatorias que ponen en la diana los discursos que defienden la libertad y la tolerancia”. En este sentido, han insistido en la defensa de los centros educativos “como espacios seguros y libres de discursos de odio que promueven la violencia, el acoso y las agresiones, actos contra los que luchamos día a día en nuestra práctica docente”.

Finalmente, reconocen que el IES San Isidro “ha sido y sigue siendo un referente en la defensa de los derechos de toda la comunidad LGTBIQ+. Creemos y educamos en la igualdad, la diversidad y el respeto como principios democráticos básicos”.

El comunicado también ha sido suscrito por asociaciones de familia del alumnado (AFA) de la zona, incluyendo la del mismo IES San Isidro y el IES Gran Capitán, los CEIP, La Paloma, Vázquez Mella, Emilia Pardo Bazán, Tomás Bretón, Joaquín Costa, San Ildefonso, y las escuelas infantiles Lolo Rico-Bruja Avería y El Olivar.

"Sensación de injusticia": Manuel Rico analiza el bloqueo del Constitucional a los recursos de familias de víctimas de residencias

 Chema Molina-



Familiares de las víctimas de las residencias en la Comunidad de Madrid han interpuesto 80 recursos de amparo en el Tribunal Constitucional. Quieren que se haga justicia por la gestión del Gobierno de Ayuso

lunes, 21 de julio de 2025

Madrugada sangrienta en un punto de entrega de comida de Gaza: «Jugamos con la muerte»

 Desde que comenzó a operar en mayo, la GHF ha abierto cuatro puntos de distribución en Gaza, tres en el sur y tan solo uno en el centro del enclave. La agencia Efe ha accedido este punto, donde más de 5.000 personas se abalanzan cada día a por 50 palés de comida entre disparos del Ejército israelí.

Palestinos transportan suministros en una imagen de archivo del pasado 8 de junio en Gaza. (Eyad BABA | AFP)Palestinos transportan suministros en una imagen de archivo del pasado 8 de junio en Gaza.


Un único acceso con rejas metálicas lleva a un descampado rodeado de barricadas de arena con neumáticos ardiendo, detrás de las que se apostan tropas israelíes y mercenarios estadounidenses fuertemente armados. En el centro de la explanada, 50 palés con comida: así es uno de los puntos de distribución de la polémica Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), que este martes la afencia Efe visitó junto a miles de gazatíes en una madrugada sangrienta.

Se trata del centro de distribución SDS4, ubicado en el centro de Gaza, hasta donde los palestinos llegaron este martes tras pasar junto a los 28 muertos que ese día reportaron las autoridades gazatíes, disparados por un tanque israelí cuando intentaban acceder al lugar antes de que abriera, en una caótica carrera motivada por el hambre y la desesperación.

Efe fue testigo de cómo la GHF opera en ese punto y de cómo los palestinos acuden a por ayuda arriesgando su vida: un hombres que lleva dos semanas yendo sin haber conseguido nada para sus cinco hijos, una mujer que va allí porque su hermano recibió un balazo en el intento o un niño de diez años que dice saber lo que arriesga para dar de comer a sus hermanos.

Según el Ministerio de Salud de Gaza, 549 personas han muerto cerca de estos centros –y también esperando a camiones con ayuda– desde el nuevo sistema de reparto israelí, duramente criticado por la ONU y otras organizaciones como Médicos sin Fronteras, que lo califica de «una masacre disfrazada de ayuda humanitaria».

Una carrera a la desesperada

Desde que comenzó a operar a finales de mayo, la GHF ha abierto cuatro puntos de distribución en la Franja, tres en el sur y tan solo uno en el centro del enclave. A este punto, bautizado por la GHF como SDS4 o Wadi Gaza, acuden palestinos de la ciudad norteña de Ciudad de Gaza, donde viven un millón de personas y no hay ningún punto, y también de la zona centro, donde residen medio millón más.

No siempre abre a la misma hora y, cuando lo hace, la comida no se reparte, sino que se deja sobre palés en una explanada para que la coja el que llegue primero, sin control sobre las raciones que se lleva cada uno. Así lo comprobó Efe el martes, uno de los días más sangrientos con 44 muertos en total cerca de estos puntos, 28 de ellos junto al SDS4.

Por esa imprevisible organización, y por la escasez de raciones, los palestinos acostumbran a acercarse por la noche, esperando que de madrugada se anuncie la apertura. Entre ellos, explican los gazatíes, hay grupos organizados que han convertido el ir a recoger ayuda en un oficio para luego vender la comida en el mercado negro. Acuden todos los días y se llevan varias cajas.

Este martes, miles de personas, sobre todo hombres y niños, pero también algunas mujeres, comienzan a congregarse pasada la medianoche en la carretera de Salah Al Din, cerca del corredor de Netzarim, donde se encuentra el SDS4, fuertemente custodiado por las tropas israelíes. Llevan sacos para meter la comida y muchos, hombres y mujeres, portan cuchillos para defenderse de los que intentan arrebatársela o para quitársela a otros.

Los gazatíes esperan allí alguna señal de apertura, que a veces proviene de un dron cuadricóptero que sobrevuela el lugar y reproduce un mensaje de audio, o bien cambia de repente sus luces de rojas a verdes.

A la una y media de la madrugada, coincidiendo con un mensaje en Facebook de la GHF alertando de que el punto de Wadi Gaza abrirá media hora después, aparece un coche blanco: «¡El punto está abierto, avancen!«, dice alguien desde dentro. Comienza entonces una caótica carrera hacia sus puertas, situadas a dos kilómetros de allí, y un tanque israelí empieza a disparar contra la multitud.

«El primero que arriesga la vida, lo consigue»

Los gazatíes se echan al suelo y se ponen a resguardo hasta que el tanque se reposiciona, y entonces vuelve a comenzar una maratón con gente corriendo a pie y otros en coches, furgonetas, carros y camiones, que pasan encima de los asesinados y heridos por las tropas israelíes.

Llegan a la altura del tanque, tras el cual se ven unos bloques de hormigón junto a una fosa profunda, y luego una barrera de arena seguida de pasillos flanqueados por vallas metálicas de más de dos metros de altura: es la entrada al SDS4.

El punto de distribución es una zona abierta, de unos 1.000 metros cuadrados, rodeada de barricadas de arena donde se apostan mercenarios estadounidenses. Detrás de ellos están las tropas israelíes. Hay neumáticos en llamas que disuaden a la gente de quedarse mucho tiempo allí.

Son alrededor de 5.000 personas que se abalanzan a 50 palés de comida en lo que ellos mismos describen a EFE como escenas de la película japonesa ‘El juego del Calamar’. «¡No te acerques o te mato! ¡Esta es la comida de mis hijos!», le dice una mujer, blandiendo un cuchillo, a alguien que quiere quitársela.

Allí está Nadia Bukiet, que tras entrar nueve veces al SDS4, tan solo ha conseguido llevarse comida dos de ellas. Son nueve de familia y antes era su hermano el que iba, pero le hirieron de bala. Ella es una de las que acudió a la carrera cuando oyó el mensaje del coche blanco. «Hirieron a un hombre delante de mi y vi también a otro que mataron cuando estábamos corriendo», dice a Efe.

A su lado está su amigo Ahmed Abdelaziz, que busca comida para sus seis hermanas y su madre. «Cualquier error te cuesta la vida. Jugamos con la muerte y lo hacemos con los ojos cerrados», dice sobre lo que vive en el SDS4, donde, resume, «el primero que arriesga la vida es el que consigue comida».

Dos minutos antes de la hora anunciada de apertura, a la 1.58 hora local, la GHF publica un nuevo mensaje en redes: «Nos gustaría informarles que el centro de distribución en Wadi Gaza está cerrado después de terminar la distribución de paquetes de alimentos. Por favor, no vayan».

Sobre el terreno, al acabarse la comida, los mercenarios estadounidenses disparan y lanzan bengalas para forzar a los que quedan a que se vayan.

En las puertas metálicas de salida está Samad, un niño 10 años. Es la segunda vez que va y dice no tener miedo.

- ¿Sabes que aquí hay disparos y muerte?

- Sí.

- Entonces, ¿por qué vienes?

- A llevar comida para mis hermanos.

Fuera, un hombre arrastra un palé de madera, todo lo que ha podido conseguir del SDS4. Con ella al menos hará fuego para cocinar en una devastada Gaza donde falta de todo. Es padre de cinco hijos y lleva acudiendo allí dos semanas. Nunca ha conseguido comida, solo palés y cajas para la lumbre. «Nos dicen que van a repartir comida pero disparan contra nosotros. Así no se distribuye la ayuda», sentencia.


Un único acceso con rejas metálicas lleva a un descampado rodeado de barricadas de arena con neumáticos ardiendo, detrás de las que se apostan tropas israelíes y mercenarios estadounidenses fuertemente armados. En el centro de la explanada, 50 palés con comida: así es uno de los puntos de distribución de la polémica Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), que este martes la afencia Efe visitó junto a miles de gazatíes en una madrugada sangrienta.

Se trata del centro de distribución SDS4, ubicado en el centro de Gaza, hasta donde los palestinos llegaron este martes tras pasar junto a los 28 muertos que ese día reportaron las autoridades gazatíes, disparados por un tanque israelí cuando intentaban acceder al lugar antes de que abriera, en una caótica carrera motivada por el hambre y la desesperación.

Efe fue testigo de cómo la GHF opera en ese punto y de cómo los palestinos acuden a por ayuda arriesgando su vida: un hombres que lleva dos semanas yendo sin haber conseguido nada para sus cinco hijos, una mujer que va allí porque su hermano recibió un balazo en el intento o un niño de diez años que dice saber lo que arriesga para dar de comer a sus hermanos.

Según el Ministerio de Salud de Gaza, 549 personas han muerto cerca de estos centros –y también esperando a camiones con ayuda– desde el nuevo sistema de reparto israelí, duramente criticado por la ONU y otras organizaciones como Médicos sin Fronteras, que lo califica de «una masacre disfrazada de ayuda humanitaria».

Una carrera a la desesperada

Desde que comenzó a operar a finales de mayo, la GHF ha abierto cuatro puntos de distribución en la Franja, tres en el sur y tan solo uno en el centro del enclave. A este punto, bautizado por la GHF como SDS4 o Wadi Gaza, acuden palestinos de la ciudad norteña de Ciudad de Gaza, donde viven un millón de personas y no hay ningún punto, y también de la zona centro, donde residen medio millón más.

No siempre abre a la misma hora y, cuando lo hace, la comida no se reparte, sino que se deja sobre palés en una explanada para que la coja el que llegue primero, sin control sobre las raciones que se lleva cada uno. Así lo comprobó Efe el martes, uno de los días más sangrientos con 44 muertos en total cerca de estos puntos, 28 de ellos junto al SDS4.

Por esa imprevisible organización, y por la escasez de raciones, los palestinos acostumbran a acercarse por la noche, esperando que de madrugada se anuncie la apertura. Entre ellos, explican los gazatíes, hay grupos organizados que han convertido el ir a recoger ayuda en un oficio para luego vender la comida en el mercado negro. Acuden todos los días y se llevan varias cajas.

Este martes, miles de personas, sobre todo hombres y niños, pero también algunas mujeres, comienzan a congregarse pasada la medianoche en la carretera de Salah Al Din, cerca del corredor de Netzarim, donde se encuentra el SDS4, fuertemente custodiado por las tropas israelíes. Llevan sacos para meter la comida y muchos, hombres y mujeres, portan cuchillos para defenderse de los que intentan arrebatársela o para quitársela a otros.

Los gazatíes esperan allí alguna señal de apertura, que a veces proviene de un dron cuadricóptero que sobrevuela el lugar y reproduce un mensaje de audio, o bien cambia de repente sus luces de rojas a verdes.

A la una y media de la madrugada, coincidiendo con un mensaje en Facebook de la GHF alertando de que el punto de Wadi Gaza abrirá media hora después, aparece un coche blanco: «¡El punto está abierto, avancen!«, dice alguien desde dentro. Comienza entonces una caótica carrera hacia sus puertas, situadas a dos kilómetros de allí, y un tanque israelí empieza a disparar contra la multitud.

«El primero que arriesga la vida, lo consigue»

Los gazatíes se echan al suelo y se ponen a resguardo hasta que el tanque se reposiciona, y entonces vuelve a comenzar una maratón con gente corriendo a pie y otros en coches, furgonetas, carros y camiones, que pasan encima de los asesinados y heridos por las tropas israelíes.

Llegan a la altura del tanque, tras el cual se ven unos bloques de hormigón junto a una fosa profunda, y luego una barrera de arena seguida de pasillos flanqueados por vallas metálicas de más de dos metros de altura: es la entrada al SDS4.

El punto de distribución es una zona abierta, de unos 1.000 metros cuadrados, rodeada de barricadas de arena donde se apostan mercenarios estadounidenses. Detrás de ellos están las tropas israelíes. Hay neumáticos en llamas que disuaden a la gente de quedarse mucho tiempo allí.

Son alrededor de 5.000 personas que se abalanzan a 50 palés de comida en lo que ellos mismos describen a EFE como escenas de la película japonesa ‘El juego del Calamar’. «¡No te acerques o te mato! ¡Esta es la comida de mis hijos!», le dice una mujer, blandiendo un cuchillo, a alguien que quiere quitársela.

Allí está Nadia Bukiet, que tras entrar nueve veces al SDS4, tan solo ha conseguido llevarse comida dos de ellas. Son nueve de familia y antes era su hermano el que iba, pero le hirieron de bala. Ella es una de las que acudió a la carrera cuando oyó el mensaje del coche blanco. «Hirieron a un hombre delante de mi y vi también a otro que mataron cuando estábamos corriendo», dice a Efe.

A su lado está su amigo Ahmed Abdelaziz, que busca comida para sus seis hermanas y su madre. «Cualquier error te cuesta la vida. Jugamos con la muerte y lo hacemos con los ojos cerrados», dice sobre lo que vive en el SDS4, donde, resume, «el primero que arriesga la vida es el que consigue comida».

Dos minutos antes de la hora anunciada de apertura, a la 1.58 hora local, la GHF publica un nuevo mensaje en redes: «Nos gustaría informarles que el centro de distribución en Wadi Gaza está cerrado después de terminar la distribución de paquetes de alimentos. Por favor, no vayan».

Sobre el terreno, al acabarse la comida, los mercenarios estadounidenses disparan y lanzan bengalas para forzar a los que quedan a que se vayan.

En las puertas metálicas de salida está Samad, un niño 10 años. Es la segunda vez que va y dice no tener miedo.

- ¿Sabes que aquí hay disparos y muerte?

- Sí.

- Entonces, ¿por qué vienes?

- A llevar comida para mis hermanos.

Fuera, un hombre arrastra un palé de madera, todo lo que ha podido conseguir del SDS4. Con ella al menos hará fuego para cocinar en una devastada Gaza donde falta de todo. Es padre de cinco hijos y lleva acudiendo allí dos semanas. Nunca ha conseguido comida, solo palés y cajas para la lumbre. «Nos dicen que van a repartir comida pero disparan contra nosotros. Así no se distribuye la ayuda», sentencia.

Pelayo Martín: Torre Pacheco, cacerías de inmigrantes a cargo de la población obtusa.

 Pelayo Martín   13/7/2025   Vídeo

Hoy, en Torre Pacheco, han dado comienzo las primeras cacerías de inmigrantes a cargo de la población obtusa. La Policía local colabora activamente en la retención de las víctimas para que los miembros de los pelotones de linchamiento agredan con mayor facilidad y se eviten así los típicos tumultos. Hoy es de los días que más ganas tengo de que éste pozo de ignorancia y odio llamado España desaparezca de la faz de la tierra como si nunca hubiera existido. Es lo que siento.

Texto Vídeo: Los gitanos nacionales son la legión Cóndor de los patriotas de Torre Pacheco ¡Honor!

Pelayo Martín   16/7/2025

Esto es Torre Pacheco, uno de muchos pueblos de España donde el miedo, la ignorancia y la cobardía han encontrado en el fascismo la mejor y más eficaz forma de expresarse. Hoy ha sido contra una periodista, mañana será contra un inmigrante y quién sabe si pronto no será contra un maestro de escuela.
(Insisto... la Guerra Civil no ha acabado)

El acoso de la ultraderecha a la prensa se intensifica ...


hace 5 días — Las intimidaciones sufridas por periodistas en Torre Pacheco han sido condenadas desde diferentes sectores, tanto profesionales como políticos.