https://www.youtube.com/watch?v=A-Kx8cXrP3Q&sns=fb
En junio de 2013, un grupo de 800 personas ocupan un cine abandonado del centro Barcelona para proyectar un documental. Rebautizan el antiguo edifcio en honor a una chica que se suicidó dos años antes: Cinema Patricia Heras. ¿Quién era Patricia? ¿Por qué se quitó la vida y qué tiene que ver Barcelona con su muerte? Esto es exactamente lo que se quiere dar a conocer con esta acción ilegal y de gran impacto mediático: que todo el mundo sepa la verdad sobre uno de los peores casos de corrupción policial en Barcelona, la ciudad muerta.
La noche del 4 de febrero de 2006 terminó con una carga policial en el centro de Barcelona. Fue en los alrededores de un antiguo teatro okupado en el que se estaba celebrando una festa. Entre los golpes de porra, empezaron a caer objetos desde la azotea de la casa okupada. Según relató por radio el Alcalde de Barcelona pocas horas después, uno de los policías, que iba sin casco, quedó en coma por el impacto de una maceta.Las detenciones que vinieron inmediatamente después del trágico incidente nos relatan la crónica de una venganza.Tres jóvenes detenidos, de origen sudamericano, son gravemente torturados y privados de libertad durante 2 años, a la espera de un juicio en el que poco importaba quién había hecho qué.
Poco importaba que el objeto que hirió al policía hubiera sido tirado desde una azotea mientras que los detenidos estaban a pie de calle. Otros dos detenidos aquella noche —Patricia y Alfredo— ni siquiera estaban presentes en el lugar de los hechos: fueron detenidos en un hospital cercano y hallados sospechosos por su forma de vestir. Poco importaba si había pruebas o evidencias que exculpaban a todos los acusados. En aquel juicio no se estaban juzgando a individuos sino a todo un colectivo. Se trataba de un enemigo genérico construido por la prensa y los políticos de la Barcelona modélica. Barcelona, la ciudad que acababa de estrenar su llamada “ordenanza de civismo”, una ley higienista, marco legal perfecto para los planes de gentrifcación de algunos barrios céntricos, destinados al turismo. Los chicos detenidos aquella noche eran cabezas de turco que encajaban perfectamente, por su estética, con la imagen del disidente antisistema: el enemigo interno que la ciudad modélica había ido generando aquellos últimos tiempos.
Años después, dos policías son condenados a inhabilitación y penas de prisión de más de 2 años por haber torturado a un chico negro. La sentencia demuestra que los agentes mienten y manipulan pruebas durante el juicio. Para encubrir las torturas, acusan al joven de ser trafcante de drogas, pero el juez descubre un montaje: el negro es en realidad, hijo de un diplomático: el embajador de Trinidad y Tobago en Noruega.Estos agentes resultan ser los mismos que habían torturado a los jóvenes detenidos aquella noche del 4 de febrero de 2006 y algunos de los testigos que declararon en su contra durante el juicio. El mismo modus operandi en ambos casos. La única diferencia: el origen social de las víctimas.La enésima historia de impunidad policial, acompañada por buenas dosis de racismo, clasismo y la vulneración de derechos fundamentales, todo ello amparado por un sistema judicial heredero del régimen franquista y unos políticos obsesionados con el negocio inmobiliario que brinda la Marca Barcelona a costa de sus ciudadanos.
2.- Apuntes de oilcrash:
https://cadizenlucha.wordpress.com/2015/01/19/ciutat-morta-documental-completo/
La noche del 4 de febrero de 2006 terminó con una carga policial en el centro de Barcelona. Fue en los alrededores de un antiguo teatro okupado en el que se estaba celebrando una festa. Entre los golpes de porra, empezaron a caer objetos desde la azotea de la casa okupada. Según relató por radio el Alcalde de Barcelona pocas horas después, uno de los policías, que iba sin casco, quedó en coma por el impacto de una maceta.Las detenciones que vinieron inmediatamente después del trágico incidente nos relatan la crónica de una venganza.Tres jóvenes detenidos, de origen sudamericano, son gravemente torturados y privados de libertad durante 2 años, a la espera de un juicio en el que poco importaba quién había hecho qué.
Poco importaba que el objeto que hirió al policía hubiera sido tirado desde una azotea mientras que los detenidos estaban a pie de calle. Otros dos detenidos aquella noche —Patricia y Alfredo— ni siquiera estaban presentes en el lugar de los hechos: fueron detenidos en un hospital cercano y hallados sospechosos por su forma de vestir. Poco importaba si había pruebas o evidencias que exculpaban a todos los acusados. En aquel juicio no se estaban juzgando a individuos sino a todo un colectivo. Se trataba de un enemigo genérico construido por la prensa y los políticos de la Barcelona modélica. Barcelona, la ciudad que acababa de estrenar su llamada “ordenanza de civismo”, una ley higienista, marco legal perfecto para los planes de gentrifcación de algunos barrios céntricos, destinados al turismo. Los chicos detenidos aquella noche eran cabezas de turco que encajaban perfectamente, por su estética, con la imagen del disidente antisistema: el enemigo interno que la ciudad modélica había ido generando aquellos últimos tiempos.
Años después, dos policías son condenados a inhabilitación y penas de prisión de más de 2 años por haber torturado a un chico negro. La sentencia demuestra que los agentes mienten y manipulan pruebas durante el juicio. Para encubrir las torturas, acusan al joven de ser trafcante de drogas, pero el juez descubre un montaje: el negro es en realidad, hijo de un diplomático: el embajador de Trinidad y Tobago en Noruega.Estos agentes resultan ser los mismos que habían torturado a los jóvenes detenidos aquella noche del 4 de febrero de 2006 y algunos de los testigos que declararon en su contra durante el juicio. El mismo modus operandi en ambos casos. La única diferencia: el origen social de las víctimas.La enésima historia de impunidad policial, acompañada por buenas dosis de racismo, clasismo y la vulneración de derechos fundamentales, todo ello amparado por un sistema judicial heredero del régimen franquista y unos políticos obsesionados con el negocio inmobiliario que brinda la Marca Barcelona a costa de sus ciudadanos.
2.- Apuntes de oilcrash:
https://cadizenlucha.wordpress.com/2015/01/19/ciutat-morta-documental-completo/
El edificio ocupado resultaba ser de titularidad del Ayuntamiento, y según nos explican algunos testimonios las fiestas en él fueron durante meses muy frecuentes y muy ruidosas, en suma muy molestas para los vecinos. ¿Por qué durante tanto tiempo el Ayuntamiento no intervino, máxime cuando el edificio era suyo? Pues, según nos dicen, porque esa situación le resultaba muy conveniente, ya que el Ayuntamiento estaba adquiriendo y expropiando viviendas en el barrio, dentro de un plan para revitalizarlo, y los molestos vecinos del teatro okupa hacía que los propietarios de otros inmuebles fuesen más proclives a marcharse. De acuerdo con la planificación urbanística de entonces (no olvidemos que 2006 es el apogeo de la burbuja urbanística en España), el barrio pasaría a ser ocupado por una emergente clase de profesionales cualificados, lo que técnicamente se conoce como “gentrificación” del barrio (vamos, que pasaría a ser un barrio de pijos).
3.- Marchas de la Dignidad 22M Barcelona 20 Enero 2015
Rueda de prensa caso #4F
Fotografia&Revolution
Colegio de Periodistas de Barcelona. Once de la mañana. La sala de prensa está abarrotada. Las emociones y los sentimientos se hacen densos. Nudo en la garganta.
Deseo generalizado de que de una vez por todas la justicia haga su trabajo y que reabra el caso 4F para esclarecer los hechos.
Rodrigo Lanza es el primero en tomar la palabra, insiste una vez mas en su inocencia como lo ha hecho durante estos últimos nueve años de pesadilla.
Porque la historia del 4F es eso, una pesadilla, una novela de terror.
Un gran despropósito en el que se hace realidad lo peor de nuestra sociedad. Un caso que hace aflorar el hedor de las mas oscuras cloacas del poder.
La pesadilla llega hasta hoy, porque como el mismo Rodrigo dice, tras cumplir la condena íntegra, aun es considerado culpable , aun le quedan por pagar 1.550.000 €. Rodrigo está en paro. Le han destrozado la vida y continúan haciéndolo.
Rodrigo Lanza es el primero en tomar la palabra, insiste una vez mas en su inocencia como lo ha hecho durante estos últimos nueve años de pesadilla.
Porque la historia del 4F es eso, una pesadilla, una novela de terror.
Un gran despropósito en el que se hace realidad lo peor de nuestra sociedad. Un caso que hace aflorar el hedor de las mas oscuras cloacas del poder.
La pesadilla llega hasta hoy, porque como el mismo Rodrigo dice, tras cumplir la condena íntegra, aun es considerado culpable , aun le quedan por pagar 1.550.000 €. Rodrigo está en paro. Le han destrozado la vida y continúan haciéndolo.
Mariana Huidobro es madre de Rodrigo, empieza a hablar mientras de una bolsa de tela saca una montaña de folios y carpetas con todas las investigaciones y pruebas desestimadas y la pone sobre la mesa. Emocionada agradece el apoyo que están recibiendo estos días y dice que la sentencia parecía escrita ya de antemano. Denuncia la actuación de la sección Octava de la Direcion Provincial, que tenía "conocimiento previo y profundo de todos los hechos" Pero a pesar de ello, las pruebas de la defensa fueron desestimadas una a una y otras extraviadas.
La jueza Carmen García Martinez solo prestó credibilidad a la versión de la policía. Ni caso a cualquier versión que no apuntase a los acusados. Ni al informe de la guardia urbana con la irregular limpieza del escenario de los hechos, ni los informes médicos. Se desestimaron absolutamente todas las pruebas objetivas, medicas y científicas aportadas por la defensa.
La jueza Carmen García Martinez solo prestó credibilidad a la versión de la policía. Ni caso a cualquier versión que no apuntase a los acusados. Ni al informe de la guardia urbana con la irregular limpieza del escenario de los hechos, ni los informes médicos. Se desestimaron absolutamente todas las pruebas objetivas, medicas y científicas aportadas por la defensa.
Habla muy brevemente la amiga de Patricia, Silvia Villulla. Entre las pocas palabras que dice, recuerda a Patricia y muestra su solidaridad para con la familia del policía herido el 4 de febrero, diciendo que había sido doblemente engañado, que se le había ocultado la verdad.
Después, durante la ronda de preguntas Silvia contará que ayer mismo, fue despedida de su puesto de trabajo en Segur Ibérica, por avisar a su empresa que salia en el documental Ciutat Morta.
El Director Territorial de Segur Ibérica fue Mosso de Escuadra. La pesadilla continúa.
Después, durante la ronda de preguntas Silvia contará que ayer mismo, fue despedida de su puesto de trabajo en Segur Ibérica, por avisar a su empresa que salia en el documental Ciutat Morta.
El Director Territorial de Segur Ibérica fue Mosso de Escuadra. La pesadilla continúa.
Daniel Vilaró, portavoz de Amnistía Internacional, recomienda a los gobiernos que atiendan a las voces que desde muchos organismos internacionales, alertan sobre el problema de la tortura en España.
Los abusos policiales no se investigan, porque la política oficial niega la mayor: en España no hay tortura y como no la hay, si alguien denuncia es que miente.
Los abusos policiales no se investigan, porque la política oficial niega la mayor: en España no hay tortura y como no la hay, si alguien denuncia es que miente.
Laia Serra, la abogada y Xapo Ortega, coodirector de 'Ciutat Morta' van enumerando las razones que llevan a pedir la reapertura del caso. No solo por lo que se cuenta en el documental, si no por todas las irregularidades que lo han rodeado.
Hace años que la fiscalía tiene en su conocimiento la existencia de un testigo de los hechos que desmiente la versión policial. Toda una cadena de mandos ha estado implicada y hay campo de sobra para investigar.
Hace años que la fiscalía tiene en su conocimiento la existencia de un testigo de los hechos que desmiente la versión policial. Toda una cadena de mandos ha estado implicada y hay campo de sobra para investigar.
A pesar de que se reabra el caso, nadie devolverá la vida a Patricia, ni los años pasados en prisión de los acusados, pero el 4F no es el único caso de abusos policiales.
Un país que en el año 87 ha firmado los acuerdos internacionales contra la tortura, no puede seguir cerrando lo ojos ante la realidad. Como dijo Daniel Vilaró, "La tortura en España es un problema persistente, no es solo un asunto de unas cuantas manzanas podridas"
Un país que en el año 87 ha firmado los acuerdos internacionales contra la tortura, no puede seguir cerrando lo ojos ante la realidad. Como dijo Daniel Vilaró, "La tortura en España es un problema persistente, no es solo un asunto de unas cuantas manzanas podridas"
Texto y fotos: Tono Carbajo.
Todas las fotos en: https://www.flickr.com/…/acampadabc…/sets/72157650397345525/
Todas las fotos en: https://www.flickr.com/…/acampadabc…/sets/72157650397345525/
En cuanto el rey Layo supo de la profecía mandó matar a su hijo. Así fue como el mensajero encargado de deshacerse del niño, en lugar de eso, lo dejó vivir. Años después Edipo volvió, asesinó sin saberlo al rey y se casó con Yocasta. Sófocles añade en ese momento el punto de inflexión que provocará el estallido del conflicto: es el pastor quien revela la verdad y le cuenta a Edipo que su padre es el rey, al cual acaba de matar, y su madre es Yocasta, con quien se acaba de casar.
La tragedia está servida, aparece el incesto, la culpa y el autocastigo. Conocemos también la historia de Edipo a través de las interpretaciones del psicoanálisis, pero más desconocida es la visión que realiza Foucault. El filósofo explica que esta historia es interesante en tanto en cuanto se trata de una metáfora del poder popular. ¿Por qué dice esto? Porque el pastor es un súbdito, una bisagra entre los reyes y los dioses y es, por tanto, el pueblo quien posee el secreto, quien tiene la pieza que falta para completar la verdad. Si no hubiera pastor no habría historia. Si no hubiese testimonio no habría final.
Las personas que aparecen en la película Ciutat Morta, la película en sí misma, los directores, todos aquellos que participaron en su producción, son testimonios, como el pastor, y realizan un gesto de poder popular porque son capaces de revelar la verdad: que los acusados del caso 4F son inocentes. El documental es el punto de inflexión en esta tragedia y queremos que, como tal, desencadene un final, pero esta vez de justicia y de reparación.
Las personas que aparecen en la película Ciutat Morta son testimonios, como el pastor, y realizan un gesto de poder popular
Las tragedias escritas por Sófocles representan mediante la ficción los orígenes de la justicia griega. Como en el relato de Edipo la justicia necesita de la verdad, pero la verdad se puede obtener de varias maneras, explica Foucault, mediante procedimientos que se basan en saberes filosóficos, retóricos o empíricos.
La justicia en nuestra sociedad se sustenta sobre estos últimos procedimientos, los empíricos. La verdad necesita ser demostrada mediante pruebas reales, es decir mediante testimonios y objetos. En este caso el proceso judicial ha estado plagado de mentiras y manipulaciones mientras que, a pesar del estatuto de representación que se le supone a una película, Ciutat Morta juega mejor las reglas del juego que avalan la validez de los testimonios y las pruebas que en ella aparecen.
Si las series policiales arrasan en la tele es porque presentan historias que acaban resueltas gracias a que los objetos y los cuerpos de las víctimas hablan a los investigadores. La verdad emana de ellos. Todo encaja, nos da placer que cada cosa acabe en su lugar. Ciutat Morta es un documental, pero el caso 4F tiene todos los elementos de una película de ficción: unos inocentes acusados de un delito que no cometieron, una muerte y un poder corrupto. Sin embargo no es una fantasía, por mucho que lo tuiteen los mossos d’esquadra. En este caso la propia justicia ha dado validez a unos testimonios policiales por encima de los testimonios de los acusados, jóvenes de estética antisistema, tres de ellos sudamericanos, qué casualidad.
El proceso judicial del 4F está lleno de mentiras, es una ficción en sí misma. Lo único real del proceso es la corrupción política y policial, real es que la policía tortura en este país (país mort, también) y reales y tangibles son las consecuencias del caso: cuatro personas torturadas, encarceladas, condenadas a pagar un millón de euros… y una muerte. La justicia también dice que si no hay cuerpo no hay delito pero, acaso no les parece suficiente el cuerpo sin vida de Patricia Heras como prueba del delito que han cometido las élites del poder en esta ciudad muerta?
La historia del 4F es una tragedia. Si las obras de Sófocles representan el origen de la justicia, la película Ciutat Morta va más allá de constituirse como metáfora del poder popular: es poder popular. ¿Por qué? Por el propio proceso de realización del film pero sobre todo porque es una película que no representa sino que pone en acto. Ha puesto en acto a los agentes sociales que antes estaban agazapados y callados, a políticos que fueron culpables, a periodistas al abrigo de sus sueldos y a los medios de comunicación dominantes. Se trata de un dispositivo cultural que es acción política porque ha conseguido desencadenar un efecto que pocas veces suele ocurrir con los videos activistas: la película llega a la televisión catalana después de un largo recorrido por festivales de cine pero también por espacios autogestionados. La bola se fue haciendo tan gorda que TV3 no pudo decir que no a la emisión de una de las películas catalanas más premiadas de los últimos años. Y es que es cine catalán del bueno,hecho por catalanes(como el cine de Joaquím Jordà)(1) El impacto es tal que la historia se abre paso en la centralidad de los debates en las esferas públicas. Se pide que se reabra el caso, el ayuntamiento manda la película a fiscalía. Parece que los partidos políticos quieren esclarecer la verdad.
Ciutat morta es acción política porque ha conseguido desencadenar un efecto que pocas veces suele ocurrir con los vídeos activistas
La verdad sí, pero un momento: estamos hablando de la misma verdad? La fiscalía pide nuevas pruebas y se habla de que se necesita hallar al verdadero culpable. TV3 insiste en ello. Sin embargo los realizadores y la gente que participó en la película repiten que no quieren tanto que se halle a la persona que tiró la maceta y dejó en coma a un policía como que se demuestre que las personas acusadas son inocentes y se repare el daño causado. Hasta la madre de Rodri lo dice alto y claro.
Además de esta reparación se hace necesario definir otro concepto de verdad. Hace falta destripar su verdad, la de ellos, que no es otra que aquella que se construye mediante los mecanismos y los regímenes que componen los discursos dominantes, la que está centrada sobre la forma del discurso científico y sobre las instituciones que lo producen; está sometida a una constante incitación económica y política (necesidad de verdad tanto para la producción económica como para el poder político).
Esa otra verdad que se nutre de los mecanismos de enunciación de las instituciones políticas y económicas que son las que legitiman el ejercicio de la violencia de los cuerpos policiales, de las leyes Mordaza, de la ley de Garzón que permite acusar de terrorismo al primer vidrio roto de los bancos que nos roban la vida. Esa verdad que nos criminaliza en cuanto protestamos, la que sitúa el falso debate entre violencia sí o violencia no. Elige, si no, no puedes jugar a la democracia.
Deconstruir su verdad significa dejar al descubierto el sistema de producción de saberes que permite ejercer la represión, la tortura y el encarcelamiento de la gente que lucha cada día por una vida digna de ser vivida y que son, entre muchxs otrxs, y además de las víctimas del 4F: Alfon, que está intentando recurrir para evitar cinco años de cárcel, las personas encausadas por la defensa del CSO Can Vies; las detenidas de la huelga del 29M a las que les piden años de cárcel y que tienen el juicio dentro unos meses… y así una larga lista.
No queremos llegar a ser víctimas de la violencia para salir en televisión y ser escuchadas. No queremos que nuestros cuerpos sean la prueba empírica de la tortura para ser legitimados. No queremos otra película como Ciutat Morta. Queremos desmontar su verdad a la que, por suerte, cada día estamos otorgando menos legitimidad. Queremos, como el pastor de Edipo Rey, ser poder popular pero para desobedecer y juzgar a nuestros gobernantes. Ser pastores, ningún rey, ni ningún dios.
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