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Entrevistamos a Daniel Bernabé en su reciente visita a Zaragoza para presentar 'La Trampa de la Diversidad', un ensayo que ha revolucionado a la izquierda abriendo un debate todavía sin cerrar
MIGUEL ÁNGEL CONEJOS MONTALAR | 13 octubre, 2018
Recibo a Daniel Bernabé en la puerta de la librería donde va a presentar su ensayo, La Trampa de la Diversidad.
En la primera frase que intercambiamos me dice que se encuentra
“cansado de esta vida de estrella del rock”. No es para menos. Desde la
publicación del libro, esta primavera, se activaba un debate en el
conjunto de la izquierda en el Estado español que todavía no ha
finalizado. Esto ha puesto a Daniel delante del público en dos o tres
ocasiones semanales por todo el territorio peninsular. El libro ha
levantado ampollas, ha movido sillas, ha provocado un movimiento brusco
en el aletargamiento generalizado, planteando dudas que han hecho
repensarse a algunas partes y enfadarse infantilmente a otras. Ha
generado unas críticas salvajes en las redes sociales, ese extraño lugar
donde nos relacionamos sin dar la cara, y otras, educadas y
contundentes en la prensa. Pero también ha cosechado halagos de muchas
personas que pensaban que, por fin, alguien había puesto palabras a sus
pensamientos.
Has escrito el ensayo del año…
Bueno, de momento va muy bien. Me mandaba el otro día una amiga una foto de la Casa del Libro de Barcelona y me di cuenta, de repente, de que han pasado cinco meses, cinco ediciones, y está en la mesa de novedades. Yo que soy librero sé que los libros vuelan, quince días como mucho y si no funcionan fuera. Cinco meses en la mesa de novedades y rodeado de libros de gente con mucho prestigio intelectual. De repente me dio vértigo, me dije “¡ahí va! la que he liado”.(...)
Has escrito el ensayo del año…
Bueno, de momento va muy bien. Me mandaba el otro día una amiga una foto de la Casa del Libro de Barcelona y me di cuenta, de repente, de que han pasado cinco meses, cinco ediciones, y está en la mesa de novedades. Yo que soy librero sé que los libros vuelan, quince días como mucho y si no funcionan fuera. Cinco meses en la mesa de novedades y rodeado de libros de gente con mucho prestigio intelectual. De repente me dio vértigo, me dije “¡ahí va! la que he liado”.(...)
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