lavozdelarepublica.es · Catalina de Erauso 22 de junio de 2020
La Voz de la República es una agencia de noticias republicana, que a…
Para quienes no lo 
recuerden, GAL significa “Grupos Antiterroristas de Liberación” y fueron
 una organización terrorista que actuó en España y mayormente en Francia
 de 1983 a 1987. Cometieron 25 asesinatos en Francia y el resto en 
España. La última víctima fue Juan Carlos García Goena. No era un 
terrorismo ciego. Mataba a vascos tal y como afirmaba recientemente el 
catedrático Xavier Crettier. Muchas de las víctimas no tenían vínculo 
alguno con ETA. Desde hace décadas sonaba Felipe González como la X de 
los GAL. El convicto Amedo lo ha señalado en sede judicial en numerosas 
ocasiones y lo ha afirmado públicamente. Llama la atención que ningún 
juez lo llamara a testificar en calidad de testigo o imputado. Y lo más 
sorprendente es que Felipe González jamás se querellase contra Amedo o 
contra los medios que insinuaban su participación activa en la 
gestación, creación y financiación de una banda terrorista. Y el 
silencio de muchos periodistas nos hace temer lo peor. Pregunté en 
tuiter a Maruja Torres qué opinaba al respecto y no hubo contestación. 
Como ella, muchos y muchas periodistas.
A la luz de documentos 
desclasificados hace algunos años de la CIA que hábilmente ha colocado 
el “diario” La Razón que dirige Paco Marhuenda en el escenario 
intoxicativo y desinformativo de España, por llamarlo de alguna manera, 
hago las siguientes reflexiones. Mi capacidad de razonar de forma lógica
 está todavía mermada porque esta noche he tenido una pesadilla.
Dos sombras discuten 
sobre los pasos a dar para organizar y ejecutar un atentado que conlleve
 un asesinato. Lo primero que hay que hacer para asesinar a alguien es 
señalarlo. Es elegir el target o el objetivo. Para elegirlo, las dos 
sombras estipulan ciertos criterios que han de cumplir las futuras 
víctimas. Una vez hecho esto, hay que pedir que alguien investigue qué 
personas o grupos de personas cumplen esos requisitos. Después de 
señalar los targets potenciales, la persona que dirige la banda decide a
 quién o quiénes ejecutar. Para ello contacta con personas de su 
confianza a las que les delega la tarea de ejecutarlos. Esas personas 
empiezan a pensar qué mercenarios podrían llevar a cabo esa tarea. Se 
ponen en contacto con ellos y les ofrecen la faena y les marcan el 
precio. Les proveen de informaciones y de armas y marcan la fecha de la 
ejecución. El capo de la banda informa a un superior con antelación del 
nombre del target y la fecha de ejecución, supongamos que sea alguien 
con el virus de la corona en su abolengo. Cuando se ejecuta al target, 
el mercenario avisa al que le dio el encargo. Este avisa a quién tomó la
 decisión de ejecutarlo.  Después recibe el pago. Así me imagino yo que 
podría organizarse un atentado y me aterra la idea que pueda haber 
personas que paguen con fondos públicos a mercenarios que aprietan el 
gatillo tres veces. Me imagino las celebraciones de los dos cabecillas 
de la banda al saber que ha sido ejecutada la víctima, tal vez cerca de 
Mingorrubio. Sabemos que Morcillo cobró 3 millones de pesetas para 
asesinar a Santiago Brouard en su consulta pediátrica de Bilbao. Lo 
contó él mismo antes de morir y pidió perdón a la familia.
Al despertar de la 
pesadilla he consultado en el Código Penal para ver cómo define el libro
 de la llave maestra los conceptos de organización criminal y delito de 
terrorismo (...)
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