domingo, 24 de julio de 2016

18 de julio, ¡nunca más!, de Emilio Silva

Muchos de quienes claman hoy por el consenso y la generosidad de la Transición, no han sido capaces de dejar en el Boletín de las Cortes plasmado su rechazo hacia quienes promovieron la guerra
Reparar a las víctimas y educar a la ciudadanía en el rechazo al franquismo son las medidas más importantes que se pueden tomar con respecto a ese pasado traumático
16/07/2016 http://www.eldiario.es/zonacritica/julio_6_537956207.html
El 23 de septiembre de 1939, el dictador Francisco Franco dictó una ley que consideraba “no delictivos determinados hechos de actuación político social cometidos desde el catorce de abril de 1931 hasta el dieciocho de julio de 1936”. En el artículo primero se dice: “Se considerarán no delictivos los hechos que hubieran sido objeto de procedimiento criminal por haber sido calificados como constitutivos de cualesquiera los delitos contra la constitución, contra el orden público, infracción de las Leyes de tenencia de armas y explosivos, homicidios, lesiones, daños, amenazas y coacciones y de cuantos con los mismos guarden conexión, ejecutados desde el catorce de abril de mil novecientos treinta y uno hasta el dieciocho de julio de mil novecientos treinta y seis, por personas respecto de las que conste de modo cierto su ideología coincidente con el Movimiento Nacional y siempre que aquellos hechos que por su motivación político-social pudieran estimarse como protesta contra las organizaciones y el gobierno que con su conducta justificaron el Alzamiento”.
En esa ley esta condensada la vulneración de la legalidad, considerando lícito el terrorismo de extrema derecha que llevó a cabo una incesante actividad para socavar la legitimidad de la Segunda República mediante la inestabilización. Reconocía como beneficiosas las actuaciones contra la Constitución de 1931, la primera en el mundo que recogía como propio el derecho humanitario elaborado por la sociedad internacional hasta la época. Aquel hubiera sido el inicio de una cultura de los derechos humanos que después de cuarenta años de dictadura y cuarenta de democracia sigue siendo una de nuestras enormes carencias.
Cuando se cumplen 80 años del golpe de Estado de un grupo de generales fascistas, acaudillados por el dictador Francisco Franco, es difícil entender que el pleno del Congreso de los Diputados no haya condenado todavía la dictadura franquista. Muchos de quienes claman hoy por el consenso y la generosidad de la Transición, de cara a la elaboración de un nuevo Gobierno, no han sido capaces de dejar en el Boletín de las Cortes plasmado su rechazo hacia quienes promovieron una guerra para acceder al poder por mediante el uso de la violencia y secuestraron las libertades y la dignidad de todo un país durante cuarenta años.
Parte de la explicación de esa tolerancia hacia el pasado tiene que ver con nuestra estructura social; la élite que ha gestionado nuestro país tras la muerte del dictador, la que pilotó la Transición y organizó el olvido, está compuesta fundamentalmente por descendientes de adeptos al régimen franquista. Ellos accedían casi exclusivamente a las universidades en la década de los cincuenta y sesenta y han constituido la élite económica, política, cultural y académica que en estos años ha coexistido sin conflictos con la impunidad del franquismo.
Durante décadas, la sociedad española se mantuvo en silencio con respecto a las violaciones de derechos humanos de la dictadura. El dolor social causado por la represión ha seguido y sigue activo en nuestra cultura política, de forma más o menos consciente. La fragilidad de nuestra independencia de poderes, las vulneraciones de la legalidad que llevan a cabo representantes políticos que no asumen responsabilidades o el excesivo partitocentrismo de nuestra agenda pública público están directamente relacionadas con ese espíritu del 18 de julio.
Cuando en el año 2000 los nietos de los represaliados comenzaron la apertura de fosas comunes y la búsqueda de personas desaparecidas forzaron un debate sobre la patológica relación con el pasado que mantenía nuestra sociedad la reacción fue inmediata. En las primeras exhumaciones de fosas diversos columnistas de prensa impresa analizaban el hecho airadamente, asegurando que ahora venían los nietos a vengarse.
La transición a la democracia, edificada sobre una falta reconciliación, abandonó a su suerte a miles de familias que habían sido terriblemente castigadas por no haberse sumado al golpe de Estado franquista. La impunidad, disfrazada de renuncias “de los dos bandos” hizo vigente la amnistía franquista y permitió blanquear su biografía a miles de franquistas. De la noche a la mañana desaparecieron los miles de chivatos del régimen y los que querían conservar su situación de poder con el advenimiento de la democracia inventaron un relato en el que aparecían como silenciosos disidentes que habitaban los despachos del régimen esperando el regreso de las urnas. Sobre ese relato se ha edificado la visión de los dos demonios que significa fundamentalmente la demonización de la Segunda República, con ese mito en el que parecía que lo que se enfrentaba en la guerra causada por Franco eran dos golpes de Estado, escondiendo así que tras la salida de Alfonso XIII se celebraron en nuestro país las primeras elecciones libres con sufragio universal masculino y femenino.
La posibilidad de participar en la vida pública declarándose demócrata y sin condenar la dictadura franquista es síntoma de nuestra frágil cultura política. Mientras han muerto en silencio miles de hombres y mujeres que se enfrentaron a la falta de libertades, las élites han despedido a franquistas que cambiaron la chaqueta para conservar privilegios como padres de nuestras libertades.
El problema no está en la guerra, que es a donde recurren sectores conservadores haciendo una elipsis de la dictadura. El deterioro que generó sigue siendo un lastre para nuestra vida colectiva. Reparar a las víctimas y educar a la ciudadanía en el rechazo al franquismo son las medidas más importantes que se pueden tomar con respecto a ese pasado traumático. Es la mejor forma de agradecer el esfuerzo y el sufrimiento de quienes se enfrentaron al franquismo y de vacunar nuestro futuro para que no pueda haber un 18 de julio nunca más.

sábado, 23 de julio de 2016

El imperdonable abandono de la República española, por Gilbert Grellet

"Una pequeña intervención hubiera sido suficiente para que el Gobierno de Madrid ahogara el brote de rebelión", señaló el ministro francés de Educación, Jean Zay, partidario del apoyo del Frente Popular. Lo que ocurrió fue exactamente lo contrario. 17 de Julio de 2016
http://ctxt.es/es/20160713/Firmas/7236/abandono-potencias-democraticas-Republica-espanola-Guerra-Civil-Francia-Reino-Unido-EEUU.htm

En los días y semanas que siguieron al golpe de Estado desencadenado el 17 de julio, los tres grandes democracias occidentales --Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos-- se negaron a prestar su apoyo al gobierno elegido democráticamente en Madrid para sofocar el levantamiento militar. Fue un error imperdonable, que costaría muy caro al pueblo español, que tuvo que soportar casi cuarenta años de dictadura franquista. Fue también un gran error geopolítico, que presagiaba Múnich y abría el camino hacia la Segunda Guerra Mundial.
Ochenta años después de este fatal episodio, uno se queda atónito al constatar que el Gobierno francés del Front Populaire, dirigido por el socialista Léon Blum, abandonó a su suerte el Frente Popular español, a pesar de la petición de ayuda realizada el 19 de julio por el Gobierno de Giral. Después de una respuesta inicial favorable, Blum cambió rápidamente de opinión debido a los violentos ataques de la prensa francesa de derechas y a la reticencia de los radicales --sus aliados políticos-- del Ministerio de Asuntos Exteriores y, sobre todo, por las presiones del Gobierno de Londres.
A partir del 25 de julio, el Consejo de Ministros francés decidió no cumplir con el encargo oficial realizado por Madrid para suministrar aviones y armas. Ese mismo día fatídico, en el que todo cambió, Hitler accedió a enviar de manera urgente aviones para ayudar a cruzar el Estrecho de Gibraltar al ejército rebelde en África, tras una reunión celebrada en Bayreuth (Alemania) con emisarios enviados por Francisco Franco. Dos días más tarde, Benito Mussolini enviaba también aviones a los golpistas.
"Una pequeña intervención hubiera sido suficiente para que el Gobierno de Madrid ahogara el brote de rebelión", señaló, en su momento, el ministro francés de Educación, Jean Zay, partidario del apoyo del Frente Popular.  Lo que ocurrió fue exactamente lo contrario: el ejército insurgente tomó una ventaja decisiva gracias a la ayuda inmediata y determinante de los aviones alemanes e italianos.
El resto de la historia de esta traición a la democracia española la conocemos de sobra. Después de constatar el apoyo otorgado a los rebeldes por Berlín y Roma, Blum se comprometió a entregar a Madrid algunos aviones a principios de agosto, antes de interrumpir por completo el suministro de armas el 8 de agosto --un verdadero embargo--, decisión englobada en el marco de una insólita política de “no intervención”.
Concebido por el Quai d'Orsay [Ministerio de Asuntos Exteriores] en París, aprobado por Londres y firmado por todos los países europeos, incluidos Alemania e Italia, el acuerdo de "no intervención" prohibía cualquier forma de asistencia a los contendientes en España. Fue una mascarada diplomática increíble, burlada por Hitler y Mussolini, que siguieron apoyando abiertamente a los rebeldes, mientras que los países democráticos negaron cualquier apoyo al bando republicano.
Con el pretexto de no interferir en un conflicto "interno", la  "no intervención" equiparaba a un gobierno legal republicano con unos traidores militares golpistas, y constituía de hecho una "intervención" contra el Frente Popular, como señalaron el embajador español en París, Álvaro de Albornoz, y el jefe de la diplomacia española, Julio Álvarez del Vayo, en su famoso discurso ante la Sociedad de Naciones (SDN) en Ginebra el 25 de septiembre.
En este proceso, la responsabilidad moral y política del Gobierno Blum es innegable, pero la del Ejecutivo inglés no es menos abrumadora. Cegado por el anticomunismo, deseoso de evitar más conflictos en Europa y de "apaciguar" a Hitler, el gobierno conservador de Stanley Baldwin apenas ocultó su preferencia por los golpistas españoles. Londres puso en práctica una "maliciosa neutralidad" respecto al Frente Popular, tras convencer a Francia, muy comprometida con su alianza con Gran Bretaña, de no hacer nada.
Incluso Winston Churchill, desde fuera del gobierno, intervino directamente en las negociaciones con Blum --con el que mantenía buenas relaciones-- para convencerle de que era mejor que ganaran los militares que ver a los “comunistas” hacer la revolución y masacrar “a la burguesía”
Por su parte, la América aislacionista de Franklin Roosevelt aplicó de forma errónea el estricto principio de "neutralidad", y dejó que empresas privadas suministraran combustible y transporte a  los golpistas. Además, Roosevelt, en medio de la campaña para su reelección en 1936, no quería ponerse en contra a la comunidad católica de Estados Unidos, indignada por las noticias de matanzas de religiosos en Cataluña y Aragón.
Sin embargo, el embajador de Estados Unidos que en ese momento estaba en España, Claude Bowers, era un personaje notable que no cesó de denunciar la "farsa" de la “no intervención” y que apoyó decididamente al Gobierno republicano, a diferencia de lo que hizo su homólogo inglés, Henry Chilton, ferviente partidario de los golpistas, que enviaba informes falsos a Londres sobre la situación en España.
Más allá de este imperdonable error político --no apoyar a un gobierno elegido democráticamente--, París, Londres y Washington cometieron un importante error geoestratégico al no reaccionar ante la ayuda proporcionada por los nazis alemanes y los fascistas italianos a los militares rebeldes españoles.
Ferviente pacifista, Blum no cesó de repetir que la “no intervención” pretendía evitar "una conflagración general" en Europa. En otras palabras, dejar que se desarrollara el conflicto en España para evitar la guerra en el continente. Una política equivocada, aprobada por los ingleses.
Sin embargo, incluso entonces, muchos políticos y partidarios de prestar ayuda a Madrid señalaron todo lo contrario: que el hecho de no intervenir en España traería una nueva guerra generalizada en Europa. “Ahora nos toca a nosotros, mañana seréis vosotros los que tengáis una guerra”, afirmó profética Dolores Ibarruri, la Pasionaria, en una gran concentración en París a principios de septiembre de 1936.
Y, de hecho, eso es lo que ocurrió como resultado de la ceguera y de la ingenuidad de las democracias frente a las amenazas y las mentiras totalitarias. El escandaloso abandono de la República española puso al descubierto la cobardía de estas democracias, dio alas a las agresiones de Hitler y Mussolini y permitió la formación y consolidación del Eje Roma-Berlín… Siguieron Múnich y la Guerra 1939-45.
En aquel imperdonable verano de 1936 se escribió el destino del pueblo español, sometido posteriormente a una despiadada dictadura. Pero también el de una Europa que se vio arrastrada a la guerra porque no supo defender la democracia.

Gilbert Grellet es escritor y periodista. Exdirector de la oficina de la AFP en Madrid (2005-2010), acaba de publicar en Francia Un été impardonnable. 1936: la guerre d’Espagne et le scandale de la non-intervention. Albin Michel.

Traducción de Mónica Andrade.

viernes, 22 de julio de 2016

Una investigación destapa el horror de los internados franquistas: hablan las víctimas

VIOLACIONES, VENTAS DE NIÑOS Y ESCLAVISMO
El libro 'Los internados del miedo' describe lo que ocurría realmente en los orfanatos españoles, acusando a gobierno y órdenes religiosas de los abusos. Y exige reparación. 12.06.2016 
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-06-12/internado-miedo-abusos-sexuales-esclavos-victimas-horror_1214802/

'Los internados del miedo' (Ed. Now Books) cayó en nuestras manos hace unos días. Devoramos el libro de 300 páginas en apenas tres tardes. Cada página que pasábamos nos iba dejando más exhaustos, confundidos y horrorizados. ¿Cómo es posible que aún hoy no haya consecuencias de lo que ocurrió entonces? Hablamos de los abusos sexuales, maltratos, vejaciones, operaciones experimentales, robo de bebés y esclavitud, entre otras cosas, que vivieron miles de niños durante el franquismo solo por ser catalogados como 'hijos del pecado'. Estos pequeños eran hijos de madres solteras, provenían de familias pobres, o, lo que era peor aún en la época, sus padres eran republicanos.




El Estado 'cazaba' a estos niños y los internaba en centros, los cuales la gran mayoría estaban gestionados por órdenes religiosas por concesión del gobierno. A juzgar por la investigación recogida en el libro, aquello más que internados parecían cárceles y salas de tortura para menores de edad. En el texto leemos una decena de testimonios de víctimas que nos dejan los pelos de punta: niños violados por curas, monjas que maltrataban a cientos de niñas hasta cansarse, salesianos que ejercíann todo tipo de torturas, pequeños que morían de las palizas, menores que eran vendidos como esclavos por 100.000 pesetas (600 euros), jóvenes encerradas en psiquiátricos que eran sometidas a inyecciones aún desconocidas... Una serie de horrores que nunca han sido reconocidos por el Estado (era el último responsable de los centros y tenía la tutela judicial de los menores), ni por la Iglesia (según el libro, cientos de salesianos, curas y monjas cometieron atrocidades con los niños), y mucho menos aún por las empresas que se beneficiaron de la mano de obra esclava de estos niños presos.
Tenemos muchas dudas y queremos saber más. Necesitamos que alguien nos explique cómo esto puede seguir aún silenciado. Por ello nos ponemos en contacto con Ricard Belis, uno de los autores del libro, junto a Montse Armengou, que nos ofrece su visión del pasado, presente y futuro de esta situación. Ricard es experto en la historia del franquismo, un tema al que lleva dedicado decenas de años de investigación periodística. Tras charlar con él, llegamos a una valiosa conclusión: el daño ya está hecho, pero dar a conocer la historia de estos niños y que los responsables lo reconozcan públicamente puede sanar el dolor de muchas víctimas de los 'internados del miedo'.




Ricard y Montse, autores del libro
Ricard y Montse, autores del libro

PREGUNTA: Nada más comenzar el libro nos encontramos con una reivindicación. Decís que, al contrario de lo que sucede en otros países –desde Argentina hasta Sudáfrica pasando por el Congo, Bosnia y otros lugares–, aquí en España no hay un organismo estatal que se encargue de investigar las denuncias que surgen de personas que, de algún u otro modo, sufrieron la dictadura franquista en su propia piel. ¿Por qué no existe tal organismo en España?
RESPUESTA: Todo es fruto de cómo fue la transición a la democracia en España. Se hizo con un sistema que, aunque en los primeros años tenía su razón de ser, decidió no mirar atrás en ningún momento. De este modo, se entra en una dinámica de silencio de muchos años, que deja olvidadas y apartadas a todas las víctimas del régimen. Eso ha hecho un daño terrible a las propias víctimas –por el hecho de no poder sacar su dolor y tenérselo que quedar para ellos– y a la sociedad española en general –porque el hecho de no conocer bien lo que ocurrió es bastante impensable en otro país democrático–.
P: ¿Crees que en algún momento se podría crear tal organismo estatal o lo consideras algo utópico?
R: A ver, lo deseo... pero en un corto plazo lo veo imposible. Este libro es hijo de un documental que se emitió en Cataluña, donde fue un éxito de audiencia, pero no ocurrió nada. Solo hubo una recogida de firmas para exigir que la Iglesia pidiese perdón, pero nada más. Yo creo que es más importante incluso que el Estado español pida esas disculpas, porque es el responsable final de la mayoría de estos internados, unos centros que estaban regentados por religiosos pero por concesión del Estado. Eso es una tarea pendiente.
Te cuento una anécdota. Llevamos este documental a un festival de Francia muy famoso, en el que se emitían reportajes de otros países. Tras visionar nuestra investigación, el público francés no entendió cómo el Estado español no pidió nunca disculpas ni aceptó lo que ocurrió en aquellos internados. Luego, dio la casualidad de que en la misma sala se proyectó un documental suizo de una temática similar (abusos a niños en internados suizos). La gran diferencia es que aquel documental comenzaba con el gobierno suizo actual pidiendo perdón por lo que hicieron gobiernos anteriores.
P: En ausencia de políticas de memoria, en un país denunciado por distintos organismos internacionales (ONU, Amnistía Internacional y el Consejo de Europa) y con un Gobierno del PP que cumplió su promesa electoral de cerrar la Oficina de Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura, las asociaciones y los medios de comunicación son las únicas plataformas a las que los afectados pueden acudir. ¿Esta situación podría cambiar con un nuevo gobierno? Si, por ejemplo, el 26J saliese vencedor un partido político nuevo como Podemos, ¿creéis que estarían dispuestos a investigar todos estos casos y ejercer presión para la creación de tal organismo?
R: No soy optimista por dos motivos: primero porque no hay ninguna encuesta que dé ganadora a Podemos, que aunque es de las pocas formaciones a nivel estatal que se presentan que lleva esto en su programa electoral, difícilmente va a obtener mayoría absoluta para llevar a cabo las políticas que ellos proponen; y segundo, en este país hemos tenido más años de gobiernos de izquierdas que de derechas, y ambos han sido muy tímidos e inactivos en este tema, incluso el PSOE. Es cierto que Zapatero hizo una ley de Memoria Histórica, pero se quedó muy corta y apenas se ha aplicado. En fin, no soy muy optimista. Espero que algún año ocurra algo, aunque a este paso me temo que será cuando las víctimas ya no estén presentes.
P: ¿Por qué el Gobierno español no se pronuncia al respecto? ¿Acaso tiene miedo de la reacción de la sociedad?
R: No sé muy bien cómo contestarte a esa pregunta, porque me resulta incomprensible su inactividad. Porque da igual que un gobierno sea de derechas o izquierdas, lo que no se puede consentir es que las víctimas de una dictadura sean olvidadas y no se les reconozca el dolor que han sufrido. Pongo como ejemplo a Ángela Merkel, quien condena duramente los delitos cometidos en la época nazi.




Imagen de 'Los internados del miedo'
Imagen de 'Los internados del miedo'

P: A los niños de estos internados se les maltrataba tanto psicológicamente como físicamente. Se les quemaba el culo con una vela, se les obligaba a comer su propio vómito lleno de insectos, eran sometidos a abusos sexuales... ¿Es quizá este el peor episodio que ha pasado en la historia de España?
R: El tema de la infancia es uno de los episodios más duros. Cuando el abuso, la violencia y el maltrato es ejercido contra un niño, es muy fuerte. Y ya no solo el dolor que dejan en ellos, sino en sus familias. Es difícil hacer un ranking de los momentos más duros de este país.
Estos niños, acostumbrados a recibir palos, confundían los abusos sexuales de los curas con señales de cariño
Una de las cosas que más me ha impresionado haciendo esta investigación, más allá de los abusos, vejaciones y maltratos, es la falta de cariño y el miedo que sentían la mayoría de niños que vivían en estos internados. Tal era esta carencia de afecto que muchos de esos pequeños llegaban a confundir los primeros síntomas de un abuso sexual como cariño. Me parece una perversión terrible. Unos niños que nunca han recibido una caricia, acostumbrado a recibir palos, cuando llega un cura, les toca y eso acaba en abuso sexual... tiene que marcar para toda la vida.
Siempre remarcamos que esto no es una investigación histórica, sino que es de actualidad, porque el daño que se hizo sigue presente. Que el Estado no reconozca lo que pasó solo aumenta y magnifica el daño en las víctimas. El daño que hizo la dictatura se multiplica por la desidia de la democracia.
P: La Iglesia jugó un gran papel en aquel drama. ¿Consideras que con vuestras investigaciones, como la de este libro, acabarán creando un rechazo total hacia la Iglesia en las nuevas generaciones? 
R: Creo que la Iglesia, a nivel global, está iniciando un proceso de reconocimiento de su culpa. El Papa anterior, Benedicto XVI, ya comenzó una política de mano dura contra la pederastia y abusos sexuales, y en ese sentido se puede afirmar que se están empezando a hacer los deberes. Tarde, eso sí, pero ya sabemos que la Iglesia va un poco más lenta en todo. Aquí, en España, no ha habido aún ningún movimiento. La Iglesia necesita una modernización y quedan muchos deberes por hacer, por tanto es normal que a las nuevas generaciones les cueste más creer en la Iglesia.
Estaría bien que la Iglesia pidiese perdón, pero es más importante que lo haga el gobierno
Nosotros tenemos testimonios de víctimas que piden que la Iglesia se disculpe, porque son creyentes y para ello es muy significativo e incluso muy reparador. Otros, en cambio, no quieren saber nada de los religiosos, ya que no les piensan perdonar jamás. Al respecto, pienso que estaría bien que la Iglesia pidiese perdón, pero creo que es más importante que lo haga el gobierno, porque es el responsable final. Aunque el Partido Popular, que gobierna actualmente, no tenga ninguna responsabilidad en lo sucedido, es el heredero de ese Estado. Sería Mariano Rajoy quien debería pedir perdón, pero no por nada, solo porque es el actual presidente de España.
P: Si Mariano Rajoy reconociese y pidiese disculpas por lo ocurrido en aquellos internados, ¿le beneficiaria de algún modo de cara a la opinión pública?
R: En todo caso no les iba a perjudicar. Que un dirigente reconozca que el Estado hizo algo mal, pero que no tiene responsabilidad, es digno de admirar. Así que pienso que más le iba a beneficiar. No creo que nadie de bien le pareciese mal que se pidiese perdón por los abusos que se cometieron en aquella época. Rajoy no tiene ninguna responsabilidad, pero es el heredero de aquella dictadura.




Imagen de 'Los internados del miedo'
Imagen de 'Los internados del miedo'
P: Alrededor de los internados se generaba mucho dinero. La Iglesia recibía ingentes cantidades del Estado para la manutención de los pequeños (y una pequeña parte de esta llegaba a los menores, pues estos vivían en condiciones infrahumanas y pasaban mucho hambre) y además se embolsaba millones de pesetas con la venta y explotación laboral de estos niños...
R: Sí, la Iglesia se aprovechó de la situación y le sacó partido. Los menores eran una fuente de financiación. Se encuentran con una mano de obra a la que enseñan oficios con la excusa de la formación, pero la cosa derivó en explotación pura y dura. A mí esta situación me recuerda a lo que sucede en otros países, donde miles de niños, como de la India o Asia, están explotados.
La empresa no tenía por qué saber. Ellos podían intuir lo que ocurría, pero no hacían nada ilegal. Sería más una cuestión moral
P: Además de la Iglesia, grandes empresas de nuestro país también se aprovecharon de la situación y contrataron a esta mano de obra barata. En el libro mencionáis a El Corte Inglés –que en aquella época eran los Almacenes Preciados–, e incluso a Banco Popular y Caja Madrid. ¿Estas empresas sabían que estaban contratando a niños explotados que vivían ‘presos’ en los internados?
R: Te pongo el ejemplo de El Corte Inglés. Ellos acudían a unas órdenes religiosas y pagaban a las monjas por mano de obra. Pagaban poco, pero pagaban. Nunca contrataron directamente a un niño. Lo que pasa es que, claro, podríamos decir que algo podían sospechar o intuir desde el punto de vista de que les saliese tan barato. No te podría decir que estos grandes almacenes sean responsables directos porque no contrataban a los niños, aunque cierta responsabilidad social sí que tienen. Se podían imaginar lo que allí ocurría.




Imagen de 'Los internados del miedo'
Imagen de 'Los internados del miedo'

P: Hablasteis con responsables de El Corte Inglés sobre el tema. Y, aunque al comienzo de las conversaciones eran agradables, acabaron bruscamente con una negativa total por su parte a colaborar con vuestra investigación. ¿Crees que si se demostrara que estos grandes almacenes hicieron uso de estos niños para su negocio afectaría a su reputación o a sus ventas?
Yo creo que ha pasado mucho tiempo. Son tácticas que están siendo usadas actualmente por numerosos países en el extranjero. Y, además, no se podría demostrar más de lo que es: que El Corte Inglés tenía un contrato con órdenes religiosas. La empresa no tenía por qué saber qué se hacía con esos niños ni si se les pagaba. Ellos podían intuir lo que ocurría, pero no hacían nada ilegal. Sería una cuestión más moral.
P: En cuanto a vosotros, tras reunir tantos testimonios y hablar con más de 200 víctimas de estos abusos, ¿sentís que esta investigación os ha pasado factura de alguna manera? 
R: No somos de piedra. Cuando hablas con una persona que ha sufrido estos abusos la estás haciendo regresar a uno de los peores episodios de su vida. En algunas ocasiones sales de las entrevistas tocado. Pero por otra parte es muy reconfortante, porque las víctimas sienten un alivio al tener la oportunidad de contar su historia a sus conciudadanos. Además, estas investigaciones están haciendo lo que debería hacer el Estado, en el sentido de que darlo a conocer y reconocerlo, lo que supone el inicio de la reparación del daño causado.
 

jueves, 21 de julio de 2016

Objetivo: acabar con la anti-España

El historiador Paul Preston cree que la "cifra más fidedigna" de muertes a manos de militares rebeldes y sus partidarios lejos del campo de batalla asciende a 130.199 aunque afirma que lo más probable es que la cifra real superara los 150.000 muertos. ALEJANDRO TORRÚS
Publicado: 18.07.2016 http://www.publico.es/politica/objetivo-acabar-antiespana.html

 

MADRID.- El golpe de Estado militar del 18 de julio de 1936 fue una operación minuciosamente planificada. No fue una respuesta al asesinato del diputado monárquico Calvo Sotelo ni nace como contestación a una presunta, e inexistente, revolución comunista. En palabras del director del golpe, el general Emilio Mola, una vez declarada la sublevación militar había que "eliminar sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros". Y si alguien dudaba de si unirse al golpe o no, la instrucción del golpista Mola también era contundente: "Aquel que no está con nosotros está contra nosotros y como enemigo será tratado".

Conocer con exactitud el número de asesinados en nombre del Movimiento Nacional y de la España Eterna, lejos de la primera línea de batalla, resulta imposible a pesar de haber transcurrido 80 años. Durante la dictadura y los primeros años de una democracia poco interesada en su pasado se destruyeron documentos de enorme valor como los registros 'judiciales' de la represión, los archivos de Falange, cuarteles de policía provinciales, etc.

Aún así, El historiador Paul Preston asegura El Holocausto español que la "cifra más fidedigna" de muertes a manos de militares rebeldes y sus partidarios lejos del campo de batalla asciende a 130.199 aunque afirma que lo más probable es que la cifra real superara los 150.000 muertos. En este sentido, cabe recordar que según el auto del juez Garzón hay más de 114.000 desaparecidos republicanos en las cunetas de todo el Estado. En el otro lado, la represión en el territorio republicano asciende a 49.272 víctimas, según el estudio aportado por el historiador José Luis Ledesma. 
Mujeres rapadas durante la Guerra Civil.
Mujeres rapadas durante la Guerra Civil.
La diferencia entre ambos contendientes es notable, aunque, la mayor diferencia va en el origen de la represión. Mientras que en territorio republicano las víctimas vienen provocados por el desorden y las actuaciones al margen del Gobierno de la II República, en el territorio franquista había una orden expresa de "sembrar el terror", "de dar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación" a los enemigos.
La historiografía ha demostrado que el programa de terror y aniquilamiento constituía el eje central del plan de los militares rebeldes para ejecutar el golpe de Estado. El enemigo de los militares y golpistas, por tanto, no era solamente derrotar a los militares leales al Gobierno legítimo de la República tras la proclamación del golpe de Estado. Se convirtió en enemigo a todo aquel, que como señaló Mola, “no pensara” como ellos. El enemigo era todo lo que fuera de signo contrario o reticente a la España imperial, católica, apostólica, jerárquica y tradicional o, resumido de otro modo, a los principios recogidos en el lema de la CEDA: "Patria, orden, religión, familia, propiedad, jerarquía". 
Preston asegura que la "cifra más fidedigna" de muertes a manos de militares rebeldes y sus partidarios asciende a 130.199 aunque afirma que lo más probable es que la cifra real superare los 150.000 muertos
Escribe Paul Preston que, de esta manera, los enemigos de los golpistas y, sus primeras víctimas, fueron los maestros de escuela, los masones, los médicos, los abogados liberales, los intelectuales, los líderes de los sindicatos, es decir, los posibles diseminadores de las ideas. "La matanza se extendió también a quienes habrían podido recibir la influencia de sus ideas: los miembros de un sindicato, los que no iban a misa, los sospechosos de votar al Frente Popular, las mujeres que habían obtenido el sufragio y el derecho al divorcio...", escribe el historiador. Si los golpistas encarnaban los valores y principios de la España eterna, los defensores de la República se convirtieron en la Antiespaña.Los golpistas sabían que el golpe no gozaba de un amplio apoyo en todo el Estado y Mola es contundente en sus instrucciones. Había que ser cuanto más sanguinario y rápido mejor para dar ejemplo. En una reunión con los alcaldes de Navarra que secundaban la sublevación militar advirtió: “Hay que sembrar el terror… hay que dar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros. Nada de cobardías. Si vacilamos un momento y no procedemos con la máxima energía, no ganamos la partida". 

Cabe recordar las declaraciones que el General Francisco Franco realizó el 27 de Julio de 1936 al periodista Jay Allen, del Chicago Daily Tribune: “Nosotros luchamos por España. Ellos luchan contra España. Estamos resueltos a seguir adelante a cualquier precio”. Tras estas palabras, Allen agregó: “Tendrá que matar a media España”. Entonces, según narra Allen y según viene recogido en el auto del juez Baltasar Garzón, Franco giró la cabeza, sonrió y mirando al periodista firmemente dijo: "He dicho que al precio que sea".
La matanza-Badajoz./ Diputacion de Badajoz
La matanza-Badajoz./ Diputacion de Badajoz
El 24 de junio, Mola envió instrucciones precisas a Yagüe, el responsable de la matanza de Badajoz, entre otras. Destacaba tres factores decisivos: violencia extrema, tempo y alta movilidad: “El movimiento ha de ser simultáneo en todas las guarniciones comprometidas y, desde luego, de una gran violencia”. Apenas seis días después, Yagüe recibía de Mola una serie de 25 instrucciones más detalladas y no se puede decir que Yagüe no las ejecutara con ejemplaridad. Días después, el 31 de julio, la prensa francesa publicó que Prieto había sido elegido por el Gobierno de la República para negociar con los rebeldes, Mola exclamó: “¿Parlamentar? ¡Jamás! Esta Guerra tiene que terminar con el exterminio de los enemigos de España”.
Mola: "“Una guerra de esta naturaleza ha de acabar por el dominio de uno de los dos bandos y por el exterminio absoluto y total del vencido”
Preston también recoge las declaraciones de Mola a su secretario, José María Iribarren: “Una guerra de esta naturaleza ha de acabar por el dominio de uno de los dos bandos y por el exterminio absoluto y total del vencido”. Ejercer el terror, por tanto, cumplía el objetivo a corto plazo de atajar la resistencia y garantizar que el territorio fuera de los rebeldes.

Por esta razón -dice Preston- se llevaron a cabo en los tres meses siguientes a la toma del poder la mitad de las ejecuciones. A la larga, en cambio, este método de sembrar el terror, era necesario para la aniquilación de todo lo que significaba la II República,como era el desafío específico a los privilegios de los terratenientes, los industriales, la iglesia católica y el Ejército.

La limpieza donde no hubo guerra

La naturaleza del golpe de Estado de los militares y su plan de implantación sistemática del terror se aprecia a la perfección en las zonas de España donde el golpe de Estado triunfó y no hubo Guerra Civil. En estas zonas las nuevas autoridades procedieron a la ejecución de sindicalistas, miembros de partidos de izquierdas, oficiales municipales electos, funcionarios republicanos, maestros de escuela y masones, gente, en definitiva, que no había cometido crimen alguno.

El comandante de la Guardia Civil de Cáceres, uno de los primeros en adherirse al golpe, calificó la matanza de una “amplia limpieza de indeseables”. En Navarra murieron asesinados 2.822 hombres y 35 mujeres, según los datos de Preston. Otras 305 víctimas murieron por malos tratos o desnutrición en la cárcel. Uno de cada diez votantes del Frente Popular en Navarra falleció en las purgas. Tampoco otras regiones del norte se libraron de la matanza.

En Logroño, donde tampoco hubo guerra, a finales de diciembre de 1937 se habían producido cerca de 2.000 ejecuciones en la provincia, incluidas más de 40 mujeres. En el curso de la Guerra, el 1% de la población total fue ejecutada. En Valladolid, por poner otro ejemplo, hubo 2.000 asesinados en la provincia, según la asociación Todos los nombres, y cerca de 3.000 encarcelados durante la Guerra Civil y los primeros años de dictadura. 
(FOTO EN ENLACE)Presos canarios durante los primeros años de dictadura

A la par que los rebeldes ejercían esta oleada represora en el noroeste de España, horrores similares acontecían al sur y al este de la península Ibérica. En las Islas Canarias, donde la sublevación había triunfado de inmediato, no hubo muertes a manos de los republicanos y, sin embargo, se ha calculado que los insurgentes mataron a más de 2.500 personas en el curso de la guerra. En Baleares, se estiman que los fusilados por parte del ejército franquista ascienden a otras 2.000 ejecuciones. Sólo en Mallorca están documentadas 1.200 ejecuciones.

En Andalucía, la conquista comenzó por Cádiz donde fusilaron sin piedad en los primeros días al gobernador civil, al presidente de la Diputación, al abogado del ayuntamiento, a un diputado socialista y a numerosos militares por negarse a apoyar el golpe. Al alcalde lo fusilarían un mes después. Estaba de vacaciones en Córdoba, donde lo detuvieron. Paul Preston cuenta con detalle cómo fue la represión en la capital gaditana:
"A algunos los fusilaron directamente en la calle; a otros se los llevaron a la sede de Falange, en el casino, para someterlos a sádicas torturas"
“En primer lugar, los rebeldes sellaron las Puertas de Tierra que cerraban el tómbolo que unía Cádiz con el resto de España. Grupos de falangistas, guardias civiles y regulares procedieron a continuación al registro y saqueo de viviendas. Se produjeron detenciones en masa de liberales e izquierdistas, masones y sindicalistas. A algunos los fusilaron directamente en la calle; a otros se los llevaron a la sede de Falange, en el casino, para someterlos a sádicas torturas. Los obligaron a beber aceite de ricino y alcohol industrial mezclado con serrín y miga de pan, y, si por el dolor abdominal no fuera suficiente, les propinaron brutales palizas. Se estableció el llamado Tribunal de Sangre, que cada día seleccionaba a 25 detenidos para su ejecución. En los cinco primeros meses posteriores al golpe militar se fusiló a unos 600 detenidos, y a más de 1.000 durante la Guerra Civil. Otros 300 fueron ejecutados entre el final de la guerra y 1945. Estas cifras no incluyen a los que murieron en las cárceles a consecuencia de las torturas”.

De Cádiz, las tropas rebeldes fueron conquistando Andalucía Occidental al amparo de la proclamación del bando de guerra difundido por Queipo de Llano el 18 de julio, que decretaba con contundencia el fusilamiento de todo el que se opusiera a la sublevación. El ambiente que se vivió aquellos días en la provincia puede recrearse a través de las palabras del monárquico José María Pemán, que fueron retransmitidas por Radio Jerez el 24 de julio.
(FOTO EN ENLACE) La fosa común del cementerio de Puerto Real. //AYUNTAMIENTO DE PUERTO REAL

“La Guerra con su luz de fusilería nos ha abierto los ojos a todos. La idea de turno político ha sido sustituida para siempre por la idea de exterminio y de expulsión, única válida frente a un enemigo que está haciendo un destrozo como jamás en la Historia nos lo causó ninguna nación invasora”.
Un día antes, la radio emitía otro discurso de Queipo de Llano que decía así: “¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad”.
Queipo de Llano: "Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad”"
Ese mismo día, el 23 de julio, el general volvió a emitir un bando en el que anunciaba abiertamente que cualquier líder huelguista detenido sería fusilado, junto con un número igual de trabajadores en huelga que serían elegidos a discreción de las autoridades militares y, a continuación, que quien desobedeciera los bandos sería fusilado sin juicio.

Hacia Extremadura avanzaron las tropas del general Yagüe, donde fueron asesinadas 3.800 personas durante la Guerra y los primeros años de dictadura, según datos del historiador Francisco Espinosa, autor de la obra La columna de la muerte. Si recurrimos a Paul Preston, que toma en consideración toda la provincia de Badajoz, la cifra aumenta a 8.914 asesinados por parte del ejército rebelde. 

El primero en llegar a la zona, por cercanía, fue el periodista portugués Mario Neves, quien trabajaba para el medio luso Diario de Lisboa. Tras cinco días de conflicto, el periodista abandonó Extremadura espantado por la barbarie y juró no volver jamás. El historiador Justo Villa conoció a Neves muchos años después: “Me contaba que lo que más le espanto fue que una tarde que estaba a varios kilómetros de la ciudad vio un densa columna de humo. Se acercó y cuando llegó se encontró con 300 o 400 cadáveres ardiendo. Ese día salió ‘pitando’ de este país”, recuerda Justo.

La carretera de Málaga

CARRETERA DE MÁLAGA.- CEDIDA POR JESÚS MAJADA
CARRETERA DE MÁLAGA.- CEDIDA POR JESÚS MAJADA
Las últimas provincias andaluzas en caer en manos del ejército franquista fueron Málaga y Almería, por este orden. Málaga fue ocupada el 8 de febrero de 1937 por columnas rebeldes y tropas italianas, tras continuos bombardeos de la aviación, también italiana, y los buques de guerra franquistas. Durante las siguientes siete semanas fueron juzgadas 3.041 personas y 1.574 fueron ejecutadas. El último presidente del Gobierno de Franco, Carlos Arias Navarro, estuvo entre los jueces militares responsables de la matanza.

Durante los últimos días de la guerra, con toda la Península ya conquistada por el ejército franquista, decenas de miles de personas huían despavoridas de sus poblaciones de origen en dirección a la costa. Querían huir, fuera como fuera. El general Casado y su séquito, última autoridad republicana tras su golpe de Estado en el Madrid republicano de marzo de 1939, abandonaban España el 30 de marzo escoltados por el propio ejército franquista y la marina británica a través del puerto de Gandía.

No sucedió igual con la multitud agolpada en el puerto de Alicante. El 28 de marzo de 1939, zarpó el último barco con exiliados republicanos. Fue el Stanbrook. Cerca de 14.000 continuarían en el puerto esperando otro barco que jamás llegó. Franco lo impidió. Franco los quería a todos. Objetivo: aniquilar la antiespaña. 

La multirrepresión

"La limpieza y el exterminio en España fue esto: la exclusión, no sólo física, sino de todo orden, de la mitad de la población, por sus ideas políticas y definición social”, señala Gómez"
No obstante, el franquismos y sus crímenes no se reducen al asesinato de unas decenas de miles de ciudadanos. Se trata de una represión ejercida en distintos ámbitos que el historiador Francisco Moreno Gómez ha calificado como “multirrepresión”. Esta idea viene a insistir en que el franquismo no trató sólo de destruir físicamente a la anti-España, sino sobre todo se trato de la persecución de la mitad de un país después.

“La multirrepresión comprende la eliminación de los derechos generales, las posibilidades de supervivencia, el derecho a la alimentación, el derecho al trabajo, la libertad, echarlos a las cárceles, privarlos de la patria y echarlos al exilio, eliminar los derechos de los padres sobre los hijos, cercar por todas partes a los vencidos y matarles la esperanza. La limpieza y el exterminio en España fue esto: la exclusión, no sólo física, sino de todo orden, de la mitad de la población, por sus ideas políticas y definición social”, señala Gómez.

Porque Franco no sólo eliminó familias enteras y dejó viudas y huérfanos. También los dejó sin dinero, sin derechos, sin presente, ni futuro.

Tras la derrota republicana, quedaron anulados nada menos que 13.251 millones de pesetas del dinero republicano, más otros 10.356 millones en depósitos bancarios. En total, todo el dinero de la República quedó anulado: alrededor de 23.607 millones de pesetas. Fue un golpe de efecto total contra los vencidos: los dejó sin un duro, con una mano detrás y otra delante.

La pobreza represiva empezó con la usurpación total de bienes (expolio directo, expedientes de incautación de bienes y ley de responsabilidades políticas), a lo que siguió la exclusión laboral absoluta (excluyendo a los vencidos del trabajo público, oposiciones y cualquier tipo de concesiones, todo lo cual quedó como botín de guerra para los vencedores), a lo que hay que sumar finalmente el uso de las listas negras, por las que se negaba el trabajo jornalero local a los que no se hubieran humillado lo suficiente, bajo las exigencias del nacionalcatolicismo.

El hambre en las calles y en las cárceles se convirtió además en una práctica que Franco lanzó contra los vencidos. El año 1941 fue el año de mayor exterminio por hambre, tanto en los campos nazis como en las prisiones de Franco. El caso judío y el caso español coincidieron en 1941. Objetivo: acabar con la anti-España. 

 

miércoles, 20 de julio de 2016

De la conspiración a la sublevación antirrepublicana: Aquel 20 de julio de 1936 en Granada

Rafael Gil Bracero, presidente de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica y una de las referencias más acreditadas en la provincia sobre la Guerra Civil, firma este relato especial sobre los días previos en Granada a la sublevación. Con este artículo y las informaciones que publicaremos en días sucesivos, El Independiente de Granada quiere rendir homenaje a los que lucharon por la II República, legítimamente constituida, en el 80 aniversario del inicio de la cruel Guerra Civil. 
Tapia del Cementerio de Granada. declarado Lugar de la Memoria Histórica.
P.V.M.
Tapia del Cementerio de Granada. declarado Lugar de la Memoria Histórica.
La sublevación antirrepublicana del 36 se retrasó en Granada hasta el 20 de julio, hasta primeras horas de aquella tarde. De inmediato se controlaron y detuvieron a las autoridades legítimas de la República y se procedió a desarrollar el terror, en el que participaron elementos militares y civiles, con protagonismo de los falangistas y militantes cedistas fascistizados.
En la primavera de 1936 se registran los primeros movimientos de una trama conspirativa militar de marcado sesgo antirrepublicano y antidemocrático en Granada. Trama conspirativa que cuenta con cualificada participación de la derecha tradicional y la ultraderecha fascista de la época (los monárquicos, los tradicionalistas-carlistas, los católicos de la CEDA, los “camisas viejas” de la Falange Española, los “jonsistas”) quienes respaldaron y alentaron al mando militar para derrocar al gobierno legítimo mediante una insurrección armada. Para cierto sector de la derecha -sin duda asustada ante el triunfo de las izquierdas y los avances del Frente Popular- sería la insurrección militar una solución defensiva ....”porque -según se lee en el editorial de 1 de julio de IDEAL- todavía es tiempo de unirnos a quienes luchan para salvar los principios tradicionales de España y volver a una organización donde el espíritu ocupe el cenit de la jerarquía. Llegamos cuando más falta hacen los luchadores”.

Una conspiración militar que en todo caso obtuvo en éxito parcial porque el desenlace del pronunciamiento en Granada se decidió casi tres días después que en el resto de España sublevada: fue realidad sólo a partir de las seis de la tarde del lunes 20 de julio de 1936. La salida del ejército a la calle, acompañado de varias decenas de voluntarios civiles vino a ser más el resultado de la decisión de varios jefes que actúan in extremis frente -y para eludir- la escrupulosa legalidad con que se conducen tanto el Comandante Militar de la Plaza, el general Miguel Campins Aura, como el gobernador civil César Torres Martínez y el resto de autoridades locales desde los parlamentarios como directivos de partidos, sindicatos y concejales de la capital y pueblos granadinos.

No hubo unanimidad rebelde, por lo que no es correcto hablar de “Alzamiento” del Ejército como un todo monolítico, lo que explicaría las dudas y dilacciones de los tres días que median entre el 17 y el 20 de julio de 1936 en Granada capital. Respecto a la conspiración civil tampoco hay una iniciativa clara por las direcciones de partidos políticos, si bien el objetivo último de la insurrección militar coincide con los intereses que aquellos persiguen. Si se advierte un protagonismo de la Falange Española es porque en ella militan destacados rebeldes (Valdés, Nestares), falangistas, monárquicos, cedistas que se pliegan a las condiciones de los militares. Granada va a ser fácilmente dominada por los uniformes militares tan pronto como se neutralice al general Campins Aura y a un grupo reducido de oficiales reacios a proclamar el estado de guerra y a sacar las fuerzas a la calle contra la legalidad republicana.
El General Miguel Campins Aura en calidad de Comandante Militar de la Plaza de Granada mantuvo desde la tarde noche del 17 de julio su firme postura de permanecer al lado del Gobierno: “en Granada no habría un soldado rebelde” dijo al último gobernador civil republicano César Torres Martínez. Frente a esa firme resolución -que al final le costó la vida- los conspiradores pensaron que “aquí no queda más remedio que emplear las pistolas”. La determinación de Campins se explica por su sentido del deber, por sus convicciones liberales y su elevado sentido profesional de la milicia al servicio del poder civil y de la legalidad. Considera Campins que no se daban condiciones en Granada que justificaran “un bollo y aventura militar”. Como él mismo dejara escrito tampoco conocía los planes que tramaban desde meses en los acuartelamientos de la guarnición granadina....Por el contrario para los intereses de los rebeldes, la lealtad del Comandante Militar era un obstáculo que ponía en peligro la insurrección armada en la demarcación territorial.
El acoso y vigilancia de los jefes y oficiales hacia Campins se acentúa cuando se conoce su negativa a proclamar el estado de guerra en los termino categóricos y duros que le manda el general Queipo de Llano (el nuevo “virrey de Andalucía”), quien ya desde esas primeras horas solicita y actúa de forma dura y cruel contra todos los opuestos al Alzamiento. Desechada la solución Campins, la dirección rebelde (Muñoz Jiménez, Rodríguez Bouzo, Rosaleny Burguet, Valdés Guzmán) se aprestarán a cerrar el compromiso de la oficialidad de Infantería, Guardia Civil, Cuerpo de Seguridad y Asalto y Comisaría de Vigilancia. Ciertamente hubo que vencer alguna duda o reticencia del Arma de Infantería (Basilio León Maestre esgrimiría la escasa guarnición, escaso municionamiento y una clase de suboficiales y tropa poco propicia a asonadas e intentonas militares).
Esas dudas derivaron en reuniones y movimientos de enlace en los que sobresalen por su “habilidad” los capitanes José María Nestares Cuéllar, Mariano Pelayo Navarro y Antonio Fernández Sánchez. Tras dos días de encuentros más o menos clandestinos en los cuartos de banderas de los regimientos, los jefes y oficiales rebeldes lograron el apoyo de todos las armas e institutos de orden público con sede en la capital de la provincia y además habrían logrado el respaldo de la Falange Española, de la CEDA y de los monárquicos quienes se van a incorporar a una hora determinada al grueso de las fuerzas que operen en la calle.
Mientras esto ocurría en la parte rebelde las dos máximas autoridades republicanas -el gobernador civil y el comandante militar- respetaron la legalidad con escrupulosidad que se demostró más tarde suicida para la suerte del régimen. Confiaron en que nada iba a suceder por lo que se negaron armar y repartir municionamiento a los grupos milicianos y sindicalistas que las reclamaban.... para impedir cualquier intento insurreccional.
Se ultimaba un plan de ocupación del centro de capital de Granada (para el día 21) cuando los preparativos hubieron que adelantarse a la tarde del lunes 20 de julio de 1936, ¡casi tres días después de la sublevación de la guarnición de Africa!. El desencadenante fue la orden cursada desde la Comandancia Militar a los jefes y oficiales para organizar una milicia armada que debía socorrer a los gubernamentales de Córdoba y la propia constatación de que se iba a proceder a entregar armas a voluntarios que se habrían desplazado desde Jaén por encargo del gobernador y partidos republicanos.


Rafael Gil Bracero es desde 2012 presidente de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica. Autor de numerosas publicaciones, como Revolucionarios sin revolución: marxistas y anarcosindicalistas en guerra, Granada-Baza, 1936-1939 (Universidad de Granada, 1998);  Caciques contra socialistas: poder y conflictos en los ayuntamientos de la república, Granada 1931-1936, junto a Mario López Martín, Diputación Provincial de Granada, 1997 o Motril en guerra: de la República al franquismo (1931-1939), también junto a Mario López Martín (El Varadero de Motril (Granada) : Asukaría Mediterránea, 1997). Es profesor de Historia en la Universidad de Granada.

martes, 19 de julio de 2016

¿Quién era Queipo de Llano?

Dicen los equidistantes como Trapiello, Sauquillo, y otros más de los que no me da la real gana acordarme, que la guerra fue de dos bandos y no hay que borrarlo todo ni reabrir heridas, que hay que ser ecuánimes y llegar a consensos. Por eso igualan al gobierno republicano, el único legal, con el gobierno golpista fascista. Dos bandos, por eso criminales de guerra tienen fundaciones benéficas que llevan su nombre y no pasa nada, porque eran dos bandos y en las guerras ya se sabe...Así que para ellos tan culpables fueron unos como otros y ante la amenaza de las hordas rojas , que eran también enemigas de la República( aunque la defendieron con la vida pero eso a estos comisionados tan ecuánimes no les interesa)se hizo lo único que se podía hacer. Pues nada, que se vayan a pedirles equidistancia a las víctimas del holocausto nazi o del terrorismo, a ver qué les contestan. Yo, como familiar de víctimas del franquismo, me permito aquí el lujo de mandarlos a la mierda, y tan tranquila que me quedo. Y sigo contando las cosas que ocurrieron y cada cuál saque sus conclusiones.
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El general golpista fue un "criminal de guerra" responsable de la "matanza" de miles de personas, según historiadores y expertos en la materia
Para sus descendientes, el militar sublevado "salvó a Sevilla" de "caer bajo el dominio rojo" y se convirtió en un benefactor obsesionado con atender a la "infancia desvalida"
2/05/2016
http://www.eldiario.es/andalucia/Queipo-Llano_0_511649225.html

¿Quién era Queipo? El militar golpista Gonzalo Queipo de Llano es un personaje controvertido. ¿Criminal de guerra o salvador de Sevilla? ¿Benefactor de la "infancia desvalida" o cruel creador de huérfanos? Nunca fue juzgado por la comisión de supuestos delitos contra la humanidad. Pero sí recibe, todavía, numerosos homenajes públicos en calles, iglesias y hasta en el nombre de un poblado.
"Salvó a Sevilla", dice su nieto Gonzalo García Queipo de Llano en declaraciones exclusivas a eldiario.es Andalucía. El hijo del exgeneral, Gonzalo Queipo de Llano Martí, sería más explícito en una carta al director publicada por El País en 1976: había preservado a la ciudad "de caer bajo el dominio rojo". Fue un "criminal de guerra", a juicio de numerosos historiadores y expertos. El máximo responsable de la "matanza" ejecutada en el territorio bajo su mando, unas 14.000 personas solo en Sevilla.
El general sublevado comandó con mano de hierro (y mucha sangre) la rápida victoria franquista en el suroeste peninsular. A juicio de Francisco Franco, y tras el triunfo fascista en la guerra civil, su actuación resultó merecedora de una importante condecoración: la Laureada de San Fernando. El propio dictador creó el título de marqués de Queipo de Llano el 1 de abril de 1950,  marquesado que renovaría el exministro Alberto Ruiz Gallardón en el año 2012 a favor de su nieto, Gonzalo Queipo de Llano Mencos.
No quedan ahí los honores y homenajes vigentes. Enterrado en la basílica sevillana de La Macarena, una imagen religiosa ha vestido durante años su fajín de general (retirado oficialmente para su reparación). Dos cofradías llevan el nombre del militar y su esposa: San Gonzalo y Santa Genoveva. Calles y plazas homónimas salpican pueblos de toda España y el nomenclátor tiene rúbrica en el poblado Queipo de Llano (La Puebla del Río, Sevilla), hoy deshabitado.

Criminal de guerra como "aseveración histórica"

Gonzalo Queipo de Llano y Sierra (Tordesillas, 5 de febrero de 1875 – Sevilla, 9 de marzo de 1951), de formación militar, participó en todas las conspiraciones del siglo XX español. A favor y contra el dictador Miguel Primo de Rivera, e igual en el caso de la monarquía de Alfonso XIII, acompañó a los generales Emilio Mola, José Sanjurjo y Franco en la ejecución de la trama rebelde contra el Gobierno de la Segunda República que propició con su fracaso la guerra civil.
"Queipo fue uno de los mayores criminales de guerra al servicio del golpe", asevera el historiador Francisco Espinosa Maestre. "Queipo es, sin lugar a dudas, el gran responsable de la matanza que se llevó a cabo en Sevilla y en el territorio bajo su mando. Calificarlo de criminal de guerra es una aseveración histórica del máximo rigor, no un adjetivo", resume el investigador José María García Márquez.

Fotomontaje con la portada del último boletín de la Fundación Nacional Francisco Franco y la tumba de Queipo de Llano en La Macarena.
Fotomontaje con la portada de un boletín de la Fundación Nacional Francisco Franco y la tumba de Queipo de Llano en La Macarena. J.M.B.
 
Las cifras que evidencian la  orgía de muerte de los rebeldes marcan 12.854 asesinados como "casos documentados de víctimas", según García Márquez, autor de Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1936-1963). A estos datos el investigador suma 268 ejecutados de otras provincias y 862 muertos en prisión, "la mayoría de ellos en las semanas siguientes al golpe militar", precisa.
El hispanista Paul Preston titula el capítulo 5 de su libro El holocausto español con un explícito 'El terror de Queipo: las purgas de Andalucía'. Golpes de suerte rodearon una sublevación que buscaba la "máxima violencia" como garantía de éxito, relata Preston. Los conspiradores peninsulares contaron pronto con una avanzadilla mortal: las tropas africanistas y mercenarias. Cádiz, Huelva y Sevilla serían arrasadas con la "aniquilación de izquierdistas" como máxima para las fuerzas rebeldes del sur al mando de Gonzalo Queipo de Llano.
Ante un tribunal hubiera sido juzgado por "miles de asesinatos ocurridos en su territorio", dice Espinosa Maestre, que estudió su figura en obras como La justicia de Queipo. Violencia y terror fascistas en Sevilla, Huelva, Cádiz, Córdoba, Málaga y Badajoz y en La columna de la muerte: el avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz. "Queipo no era general sino exgeneral", recuerda García Márquez. "El mismo 18 de julio de 1936 fue separado de sus funciones y tres días después expulsado del ejército junto a Franco, Fanjul, Saliquet, Poded y Cabanellas", explica.

Intervenciones de "terror" en la radio

"Se les perseguirá como a fieras, hasta hacerlos desaparecer a todos", decía Queipo en arengas radiofónicas en las que animaba al exterminio del rival ideológico. "Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y de paso también a sus mujeres", exaltaba ante los micrófonos de Unión Radio Sevilla (emisora de la Cadena SER).
Continuaba Queipo de Llano, año 1936: "Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen". Llevó así "el terror" a los pueblos "y la esperanza a la extrema derecha", relata Francisco Espinosa. "Las intervenciones de Queipo en la radio constituyen un claro ejemplo de la sevicia con que siempre trató a sus adversarios", concluye García Márquez.
José María Pemán, en pleno discurso ante Queipo y Carranza, entre otros. / Francisco Espinosa
José María Pemán, en pleno discurso ante Queipo y Ramón de Carranza, entre otros. FRANCISCO ESPINOSA
 
"Los bandos de guerra que firmó decían lo mismo" por lo que no representaban "amenazas" sino "órdenes específicas cursadas a los comandantes militares de cada pueblo ocupado". Hasta dejar el suroeste de España sembrado de fosas comunes. "Si en algo se distinguió fue en su vesania represora", dice el autor del victimario provincial más completo de la represión franquista.
"Dadle café, mucho café" dijo Queipo sobre el  poeta Federico García Lorca según el hispanista Ian Gibson ( El asesinato de García Lorca). Café, palabra clave resuelta ante el pelotón de fusilamiento. El historiador británico Antony Beevor ( The battle for Spain: the spanish civil war 1936-1939) alude el episodio y la frase como abreviatura de 'Camaradas: Arriba Falange Española'.
Tras la guerra civil y "salvar a Sevilla" de "caer bajo el dominio rojo", recibió un regalo en forma de "suscripción" popular. Una cuantiosa suma de dinero que dio para comprar el cortijo de Gambogaz y luego tierras de arrozal, las mismas fincas hoy en litigio con los colonos arrendatarios.
El hijo del militar, Gonzalo Queipo de Llano y Martí, negaba la implicación en el asesinato de Lorca. Y otras fuentes, caso del especialista en historia militar del siglo XX, Jorge Fernández-Coppel, revisionista de las memorias autógrafas del exgeneral. El periodista Nicolás Salas describe en Quién fue Gonzalo Queipo de Llano y Sierra a un "republicano" conservador y liberal que hizo una "labor social impresionante", como la construcción de casas o la siembra de arroz en la marisma.
Una de sus nietas, Ana Quevedo Queipo de Llano, escribía una hagiografía familiar ( Queipo de Llano: gloria e infortunio de un general) en la que reivindica "sus valores humanos más allá de las controversias históricas". Es un benefactor que creó la Fundación ProInfancia homónima como "obsesión" por atender "a la infancia desvalida", dicen sus descendientes actuales más directos.
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MÁS:  http://www.eldiario.es/andalucia/sevilla/Sevilla-franquista-genocida-Queipo-Llano_0_542446623.html  El Ayuntamiento de Sevilla pide sacar los restos de Queipo de la Macarena con la oposición del PP 30/07/2016 

lunes, 18 de julio de 2016

Ceuta 1936: un plan para matar a Franco que pudo cambiar la historia


Franco llega a Ceuta el 19 de julio 1936 tras aterrizar en el aeródromo de Tetuán// ARCHIVO SÁNCHEZ MONTOYA 
Franco llega a Ceuta el 19 de julio 1936 tras aterrizar en el aeródromo de Tetuán // ARCHIVO SÁNCHEZ MONTOYA http://www.andalucesdiario.es/ciudadanxs/ceuta-1936-un-plan-para-matar-a-franco-que-pudo-cambiar-la-historia/

Cuartel de Ceuta. 17 de julio de 1936. El cabo José Rico proyecta matar a Franco. La traición de uno de sus compañeros hizo fracasar un plan que habría cambiado la historia

María Serrano / 16 jul 2016 
“Aquel atentado hubiera podido cambiar el curso de la historia de España”.


El investigador ceutí Francisco Sánchez Montoya recuerda el asesinato planeado para el 17 de julio de 1936 contra el general Francisco Franco. La maniobra la llevarían a cabo cuatro cabos y varios soldados el mismo 18 de julio de 1936 siendo uno de sus cabecillas el cabo republicano José Rico. Tras ser delatados en Ceuta por un chivatazo, fueron finalmente ejecutados en un Consejo de Guerra Sumarísimo un año más tarde.
Montoya recuerda que “todo comenzó en la medianoche del 17 de julio de 1936”. Aquella madrugada los militares golpistas comenzaron a tomar Ceuta. La represión sería terrible: 268 asesinatos entre 1936 y 1944 en la ciudad. El objetivo “salvar a España” de la República. El Regimiento de Infantería número ocho saldría en armas, junto al teniente coronel Juan Yagüe y las tropas de legionarios de Dar Riffien. La situación se complicaba a medida que pasaban las horas. “Patrullas de falangistas detenían a civiles y asaltaban varias sedes de partidos políticos, comunicando al pueblo el estado de guerra, la disolución de partidos y la prohibición de realizar reuniones”, recuerda el investigador.
LA TRAMA DEL ATENTADO EN EL CUARTEL DE CEUTA
Los cabos José Rico y Pedro Veintemillas hacían la ronda aquella noche como otra jornada más. Solo en pocas horas, la ciudad había sido tomada por los militares sin tener que disparar un solo tiro. Pocos opusieron resistencia, sin saber lo que se avecinaba. El profundo republicanismo de Rico lo alentó a oponerse al golpe que ya se estaba gestando. Las primeras horas del día siguiente, ya 18 de julio, urdiría plan de resistencia. Una pequeña habitación del cuartel sirvió de reunión clandestina para el encuentro. Le acompañaron Anselmo Carrasco y Pablo Frutos. Rico tenía solo 21 años cuando se alistó voluntario en el Ejército desde Salamanca, su tierra natal, cuando marchó al Norte de África.
El cabo tramaría, como cabecilla, el complot para atentar contra la vida de Franco, que en aquellos decisivos momentos se encontraba en las Islas Canarias. “La idea se concretó en la segunda reunión en el cuartel”, puntualiza Montoya. Se trataba de frenar el golpe de Estado y una guerra civil que parecía ya irrevocable.
La magia del plan radicaba en su sencillez. La tarde del 18 de julio, Rico pidió estar de guardia en la entrada principal del cuartel con la intención de ser el primero en enterarse de la llegada de Franco. Cuando entrada en el patio central, le dispararían una ráfaga de fuego. El resto de militares serían detenidos. Sin embargo, la mayor complicación era buscar apoyo en el pueblo. Esa era una baza necesaria para el éxito del atentado. Sin el beneplácito –que no lograron– de los ciudadanos de Ceuta, Melilla y el protectorado, el golpe continuaría su curso.
LA TRAICIÓN FINAL Y EL CONSEJO DE GUERRA
Agustina Rico, sobrina del militar republicano, aludiría muchos años más tarde, en una entrevista, a la traición final que desbarató la operación. “En la tarde del 18 de julio, mi tío pidió entrar de guardia en la puerta principal del cuartel para ser el primero en enterarse de la llegada de Franco. Lo consiguió. Compartió vigilancia con el cabo Rodríguez, quien confesó después en el consejo de guerra que mi tío le había preguntado qué le parecía el movimiento, la revuelta fascista”.
Las detenciones, alrededor de medio centenar, no tardaron mucho en llegar, como recoge Montoya en su libro ‘Ceuta y el Norte de África 1931-1944. República, guerra y represión’. Uno de los supervivientes de aquel arresto, el anarquista Sánchez Téllez, recordaba así los terribles interrogatorios: “Entré en un pequeño despacho sin ventanas y un brigada me tomó la filiación y comenzó a interrogarme. Aún no había terminado la primera pregunta cuando sobre mi espalda sentí un golpe de vergajo. Para que me recuperara me echaban agua de un botijo, pero yo lo negaba todo”.
FUSILAMIENTO EN LA PRISIÓN DEL HACHO
Los presos fueron llevados en las peores condiciones imaginables hasta la fortaleza prisión del Monte Hacho. Tras pasar casi un año en prisión, el 17 de marzo de 1937, Rico fue sometido a un consejo de guerra, que decretó su fusilamiento. Sin testigos para poder ejercer su derecho de defensa, fue fusilado por una patrulla de falangistas a las puertas del Hacho. Antes de su muerte, el cabo relató en una carta a su familia las circunstancias en la que se encontraba: “Me fusilan al amanecer. El capitán Navarro me ha preguntado si quiero algo. Vivir, le he dicho, y no ha sabido qué responderme”. Y continuaba con profundad emotividad: “Tengo miedo y no sé cómo reaccionaré cuando esté ante el pelotón de ejecución. Me gustaría mantener la dignidad, pero ¿cómo? Padres, no se culpen de nada, porque de nada tienen la culpa, como tampoco me culpo yo de mis acciones”.
En su único turno de palabra durante el consejo de guerra, el juez permanente teniente coronel Buesa dictaminó el veredicto de culpabilidad: “No sois españoles, sois todos unos cobardes traidores a la patria”, a lo que el cabo Rico replicó: “Juré defender una España democrática y la defiendo porque soy español; los traidores a la patria sois vosotros”.