Una exposición fotográfica recupera la trágica historia de la huida
desesperada de unas 150.000 personas ante el avance fascista en febrero
de 1937 y la actuación entonces del médico y brigadista canadiense.
Las únicas imágenes de la masacre perpetrada en la carretera de Málaga a
Almería por tropas franquistas, alemanas e italianas fueron obtenidas
por el equipo de Bethune.
6/2/2015
La desbandá'. Febrero de
1937. Estallan oscuros días de represión y muerte. De infierno. Unas
150.000 personas huyen del avance fascista. Tropas franquistas, alemanas
e italianas disparan y bombardean a población civil. Indefensos. Vidas
despedazadas.
Hay quien dice que el Guernica de Pablo Picasso
escenifica la masacre de la carretera de Málaga a Almería. El dantesco
episodio construye un crimen contra la humanidad aún impune. Y ante el
caos y el terror surgen, en ocasiones, figuras heroicas. Caso de Norman
Bethune.
Una exposición fotográfica, en el Museo de la Autonomía de Andalucía y producida por el Centro Andaluz de la Fotografía,
recupera la historia del médico y brigadista canadiense. Y su relación
con la matanza perpetrada durante el gran éxodo de civiles que entonces
abandonaron Málaga asidos a una última esperanza. La muestra Norman Bethune. La huella solidaria –abierta hasta el próximo 12 de abril–, trae las únicas imágenes de aquel dramático suceso, obtenidas por el equipo del galeno.
Bethune (Gravenhurts, Ontario, Canadá, 1890 - Tang, China, 1939),
enfundó su trayectoria vital en la ayuda a las víctimas y los
desfavorecidos. En su país natal es considerado un genio de la medicina.
En China tiene categoría de héroe. Pero en España, y en Andalucía,
donde paradójicamente llevó a cabo una de las acciones más valientes y
generosas de la Guerra Civil, es casi un desconocido.
"Mis padres nos cubrían con sus cuerpos"
"En un camión de transportes de mercancías íbamos mis padres, mis
hermanos, cuatro tíos y una prima hermana. Luego subió más gente al
camión. Llevábamos lo puesto. Nos marchamos por las aterradoras noticias
que venían de la zona ocupada por los nacionales". El relato es un
fragmento de uno de los testimonios extraídos del catálogo de la
exposición. Corresponde a Rosendo Fuentes Ayllón, que cumplió 13 años en
plena 'desbandá'. Rodeado de cadáveres "a lo largo del camino: unos por
bombas, otros ametrallados y otros muertos de cansancio e inanición. En
el trayecto hasta Almería nos ametrallaron, mis padres nos cubrían con
sus cuerpos".
Muchas, incontables víctimas. "No vimos otra cosa que terror, espanto y
llanto de todas las personas que tuvieron la dolorosa fortuna de haber
salido de aquel infierno". Era población civil, gente sin armas que
comía caña de azúcar casi como solo sustento en un camino lacerante,
agrio, en "una trampa criminal". Cuenta el eufemismo recurrente, usado
hasta la extenuación en guerras posteriores, que eran víctimas
colaterales. Decenas de miles de personas expuestas a un ensayo de
matanza indiscriminada.
Y allí estaba Norman Bethune. Andalucía, 1937. Las noticias circulan,
caen con cuentagotas y describen una huida desesperada. El canadiense
partió a tierras almerienses para socorrer a los refugiados. Encontró
una panorama infernal. La dimensión de la tragedia superó lo que
esperaba. La caravana, compuesta en gran medida por mujeres, ancianos y
niños, quedó expuesta a los bombardeos de barcos y aviación. Una
auténtica masacre. Bethune desmontó los utensilios médicos de su
ambulancia y decidió usarla para trasladar a los más necesitados.
"Decían que iban a entrar en Málaga los moros y que cortaban los senos a
las niñas y a las muchachas y las violaban. También teníamos miedo
porque oíamos a Queipo de Llano por la radio que decía: Malagueños, maricones, ponedle pantalones a la luna…".
Natalia y Maruja Montosa Roa tenían 13 y 14 años. El Gobierno Civil
estaba cerrado y un cartel marcaba un mensaje claro, un dramático Sálvese quien pueda.
"Estaban muy cerca, casi en la orilla"
"Mi padre era de derechas", contaban, "por eso cuando la gente empezó a
irse, él no quería hacerlo". Lo convencieron, antes de emprender una
huida "totalmente desorganizada". El tren no funciona. La gasolina
escasea. La gente, la mayor parte, avanza a pie. Con unos pocos enseres a
cuestas como mucho. Con lo que pueden cargar. "Yo (Natalia) cogí los
zapatos blancos y el vestido celestito de escobón que había estrenado
ese día". Luego comenzaron a ver "muchas cosas abandonadas por la
carretera, porque la gente no podía cargar con ellas".
Norman Bethune, en Canadá, propuso al Gobierno la implantación de una
Seguridad Social universal, creó una clínica de atención gratuita para
necesitados y fundó una escuela de arte para niños pobres. Y era,
también, militante antifascista. Abandonaría su puesto en un prestigioso
hospital de Montreal para llegar a España en noviembre del 36. Instauró
el Servicio Canadiense de Transfusión de Sangre y ayudó en varios
frentes como miembro del Socorro Rojo Internacional. Más tarde, viajaría
a China para apoyar a la población en guerra contra Japón. Allí
falleció.
Desesperación, abandono… terror. "Durante todos los días del camino dos
barcos nos estuvieron bombardeando. Estaban muy cerca, casi en la
orilla". Desde un lado podían apreciarse las figuras humanas del otro. Y
estampas crueles. "No se me olvidará nunca una mujer con un niño
pequeño en brazos; habían disparado desde el barco un proyectil y las
piedras que saltaron le dieron a la mujer en la cara: ella quedó muerta
con el niño en brazos".
¿Escenas dantescas? Todas. "Una mujer escondida en la cuneta había sido
aplastada por los tanques" italianos. Por la carretera, muerte:
"milicianos ahorcados, una familia entera (el padre miliciano, la madre y
tres niños) con tiros en la cabeza…". El Centro Andaluz de la
Fotografía, dependiente de la consejería de Educación, Cultura y Deporte
de la Junta de Andalucía, junto al Museo de la Autonomía, de la
consejería de Presidencia y el Centro de Estudios Andaluces, recuperan
la absoluta dimensión de esta trágica historia.
La exposición, a este objeto, está dividida en tres partes. Una
semblanza biográfica de Bethune, su llegada a España y 'la desbandá'.
"En ese momento alguien dio la alarma y apareció un avión que, siguiendo
la línea de la carretera, ametrallaba y bombardeaba a baja altura".
Miguel Escalona Quesada tenía 10 años. Vivía en el Colegio Municipal de
Huérfanos de Torremolinos. Recuerda cómo los fascistas arrojaban "bombas
incendiarias".
De los 80 niños del orfanato "nos juntamos diez, de los demás y de los
profesores ya no volvimos a saber". Cogieron "mantas", un equipaje con
el que "juntos y solos" llegaron a Almería. Después de una semana de
camino. De siete días de terror y toda una vida para recordar uno de los
episodios más dramáticos de la Guerra Civil española que en torno a
este 8 de febrero cumple 78 años. La acción del bando sublevado causó
unas 5.000 muertes. La carretera Málaga-Almería perdura camuflada en la
denominación que en 1941 diera el Gobierno franquista, la N-340.
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