domingo, 19 de junio de 2022

Fascismo brillibrilli. Artículo de Jonathan Martínez

16/6/22

ACABEMOS CON EL RÉGIMEN MONÁRQUICO-FRANQUISTA DEL 78 !! ✊(ExS)

Antoni Hernández

No hemos conocido la Gran Depresión de 1929 pero hemos padecido la Gran Recesión de 2008. Sabemos que los mercados nos pasaron la factura de la crisis y las políticas de austeridad devoraron nuestros salarios, nuestras pensiones, nuestra sanidad y nuestra educación. Recordamos que las calles se llenaron de rabia trabajadora, de mareas multicolores y de huelgas feministas. Y recordamos también que las altas esferas incubaron nuevas siglas electorales, las doparon con dinero y las regaron con un desmedido afecto mediático. Así nació Ciudadanos. Y así prosperó Vox cuando Ciudadanos dejó de ser útil a los amos de todos los billetes.


En Andalucía, la izquierda ingenua anda preguntándose si el PP armará el gobierno de la Junta con la extrema derecha. Como si Juan Manuel Moreno no hubiera sido el primer dirigente autonómico que legitimó a Vox como socio institucional en 2019. En aquel entonces, debatíamos si era factible un cordón sanitario a los ultras como ha ocurrido en Francia, Bélgica o Alemania. Hoy ese cordón debería rodear la mismísima sede de Génova. El PP y Vox forman parte del mismo proyecto político: un franquismo democrático que se ha enquistado en los tuétanos del Estado, en los estamentos judiciales, en el ejército, en la monarquía, en las fuerzas policiales y en los platós de televisión donde se manufacturan las noticias falsas.

El fascismo, dice Walter Benjamin, trata de seducir a las masas empobrecidas pero sin modificar el régimen de producción y de propiedad. Les ofrece así un vehículo para que expresen su rabia pero no reclamen sus derechos. Es una política estética. Un dinosaurio de brillibrilli que duerme con placidez en tiempos de consenso pero que despierta enfurecido cuando le tiembla el suelo. Algunas veces ruge con las fauces musolinianas de Giorgia Meloni. Otras veces delira con los ojos desnortados de Isabel Ayuso. Pero siempre, sin excepción, obedece a los mismos dueños. Son el gobierno de los pocos. Son la ruina de los muchos.

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