Sana Atif / Freshta Ghani / Ruchi Kumar / Zuhal Ahad 22 de abril de 2025
La necesidad de que las mujeres vayan acompañadas de un hombre en público bloquea el acceso a la sanidad y contribuye al aumento de la mortalidad, según los expertos
— Los talibanes prohíben por ley el sonido de la voz de mujer en público y marcan el hiyab como innegociable
Era plena noche cuando Zarin Gul se dio cuenta de que tendría que llevar a su hija Nasrin al hospital lo antes posible. Embarazada de su octavo hijo, Nasrin había empezado a sentir fuertes dolores. Su marido estaba trabajando en Irán y ella y su madre estaban solas con los siete niños. Gul ayudó a su hija a subirse a un bicitaxi y las dos se adentraron en la noche. Sujetando la mano de Nasrin mientras su vehículo traqueteaba por el camino de tierra, Gul rezaba para no encontrarse con un puesto de control talibán. “No dejaba de pensar: 'Ojalá estuviera aquí el marido de Nasrin; ojalá yo pudiera aliviar el dolor de mi hija”, dice Gul.
Sus plegarias no fueron escuchadas. Unos combatientes talibanes vieron la pequeña luz del bicitaxi y les hicieron señas para que se detuvieran y explicaran a dónde se dirigían. Asustada, Gul les dijo que su hija estaba enferma y necesitaba atención médica urgente. Entonces preguntaron por qué viajaban sin un acompañante masculino, o mahram. Gul les explicó que el marido de su hija trabajaba en el extranjero pero los combatientes se negaron a dejarlas pasar y seguir viaje hasta el hospital (...)
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