Un blog que nace ante el intento por parte de algunos medios de desprestigiar el movimiento 15M ubicándolo en el marco anarcoperroflauta exclusivamente, ignorando a los miles de ciudadanos que toman las calles pidiendo libertad y justicia
Un deslizamiento de tierraprovocado por las fuertes lluvias sepultó el pasado domingo la aldea de Tarsin, en el oeste deSudán, causando la muerte de unas 1.000 personas y dejando un solo sobreviviente, según ha informado este martes el Movimiento Ejército de Liberación de Sudán en un comunicado.
"Seguimos con profunda tristeza y preocupación los trágicos sucesos que afectaron a los residentes de la aldea de Tarsin, a causa de los masivos y devastadores deslizamientos de tierra que azotaron la aldea, ubicada en medio de Jebel Marra, en el distrito de Amo", ha indicado en el texto el grupo liderado por Abdelwahid Mohamed Nour.
Según las primeras informaciones, la totalidad de los aldeanos, unas 1.000 personas entre las cuales se cuentan "hombres, mujeres y niños", murieron por el deslizamiento de tierra que ocurrió el domingo y solo una persona logró sobrevivir.
El Movimiento Ejército de Liberación de Sudán ha resultado que la aldea de Tarsin quedó "completamente arrasada", por lo que ha hecho un llamado a las Naciones Unidas para brindar apoyo en la recuperación de cuerpos y el movimiento de escombros.
Desplazados por la guerra buscan refugio en las montañas
Sudán está inmersa en una guerra entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) en el estado de Darfur del Norte, lo que ha obligado al desplazamiento forzado de personas que buscan refugio en las montañas de Marra.
El Movimiento Ejército de Liberación es un grupo rebelde de Darfur que controla precisamente esa zona montañosa de Jebel Marra y que se ha mantenido neutral en los choques entre las FAR y el Ejército.
Sudán cumple dos años en guerra con un sistema sanitario "colapsado" y millones de desplazadosLAURA GÓMEZ DÍAZ
La guerra civil, que ya dura dos años, ha dejado a más de la mitad de la población en una situación crítica de hambre y ha obligado a millones a abandonar sus hogares, mientras que la capital del estado de Darfur del Norte, Al-Fashir, se encuentra bajo fuego enemigo.
En menos de dos semanas, los incendios han arrasado más de 350.000 hectáreas en esta zona del oeste de la península; los expertos analizan las circunstancias que la han convertido en un polvorín
¿Qué zonas se han quemado más? Los datos y mapas de los incendios de 2025
Después de dos semanas de incendios, la franja al oeste de la península ibérica que va desde Extremadura a Galicia sigue siendo una mancha humeante visible desde el espacio y 20 focos continúan en el máximo nivel de alerta. La gráfica que muestra la evolución de la superficie quemada asombra a los propios especialistas: una barra vertical que pasa de las 46.000 hectáreas que se habían quemado en España a principios de agosto a las más de 400.000 hectáreas, un umbral que no alcanzábamos desde 1994.
Las aldeas siguen aisladas en las remotas zonas montañosas del este, las más afectadas por el desastre, que ha causado la muerte de al menos 1400 personas.
El martes, los habitantes de una aldea afgana transportaban el cadáver de una mujer fallecida dos días antes en la aldea de Shamraz.
El domingo por la noche, Mirza Gul Sayar salió de la cama sobresaltado por una explosión, despertó a su esposa y salieron corriendo con sus dos hijos. Encontraron a sus padres, a su hermano menor y a su esposa que ya estaban en la oscuridad.
Pero como el hermano mayor de Sayar y su familia no aparecían por ninguna parte, sus padres y su hermano volvieron corriendo al interior.
Unos segundos después, otro temblor sacudió el suelo del este de Afganistán, y la casa familiar se derrumbó. A su alrededor, los gritos y llantos de los vecinos resonaron en el pueblo.
“Fue como el día del juicio final para nosotros”, dijo Sayar mientras descansaba sobre una alfombra en su maizal, donde pasaba la noche del lunes con los miembros supervivientes de su familia.
El terremoto que sacudió el este de Afganistán el domingo mató al menos a 1400 personas e hirió a más de 3100, según las autoridades del país. Destruyó miles de casas frágiles y arrasó pueblos enteros encaramados en las escarpadas colinas de la región montañosa o enclavados en estrechos valles.
Los equipos de rescate sobre el terreno afirman que tardarán días en remover los escombros de los pueblos que, dos días después del terremoto, seguían fuera de su alcance. El ejército afgano ha evacuado a cientos de personas, heridos y muertos, mientras que las agencias de la ONU han estado trabajando para volver a poner en servicio un helicóptero que había quedado inmovilizado como consecuencia de los recortes de ayuda de Estados Unidos y otros donantes extranjeros.
Hasta ahora, los informes ofrecen una imagen incompleta de la devastación que ha arrasado el este de Afganistán.
“Todas las cifras que se han anunciado hasta ahora proceden de las aldeas a las que han podido acceder los equipos de rescate gubernamentales y militares”, dijo Zahidullah Safi, director de una clínica de distrito en la provincia de Kunar, una de las zonas más afectadas y donde vive la familia de Sayar. “Hay algunos pueblos que siguen bajo los escombros y, hasta ahora, ningún organismo gubernamental o de ayuda ha llegado a esa zona”.
Una carretera del centro del distrito a la aldea de Shamraz estaba bloqueada.Credit...Safiullah
El terremoto del domingo, el segundo sismo devastador en menos de dos años en Afganistán, ha añadido otra capa de calamidad a las crisis económicas, humanitarias y medioambientalessuperpuestas que se han agravado en la nación del sur de Asia en los últimos meses.
La ayuda de emergencia ya se había vuelto escasa este año, después de que Estados Unidos y otros donantes importantes recortaran, suspendieran o redujeran sus contribuciones humanitarias a Afganistán. El año pasado, Estados Unidos aportó más del 45 por ciento de la ayuda suministrada al país. Eso prácticamente desapareció después de que el gobierno de Trump diezmara la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y otros programas de ayuda exterior.
Incluso antes del terremoto, las agencias de la ONU calculaban que Afganistán necesitaba 2400 millones de dólares en fondos humanitarios este año, pero afirman que se ha recibido menos del 30 por ciento de esa suma.
El martes, el Reino Unido dijo que destinaría unos 1,3 millones de dólares en ayuda de emergencia para los afectados por la catástrofe. David Lammy, ministro británico de Asuntos Exteriores, dijo en un comunicado que el dinero se distribuiría a través de la Federación Internacional de la Cruz Roja y el Fondo de Población de la ONU para garantizar que “la ayuda llega a los necesitados y no va a parar a los talibanes”.
La Unión Europea colaborará con UNICEF, según Sherine Ibrahim, directora para Afganistán del Comité Internacional de Rescate, organización sin fines de lucro. La Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU dijo que había desbloqueado 5 millones de dólares en fondos de emergencia.
Al igual que el Reino Unido, muchos países recelan de comprometer fondos que puedan acabar en manos del gobierno talibán.
Un informe del Inspector General Especial de Estados Unidos para la Reconstrucción de Afganistán, publicado el mes pasado, concluía que “los talibanes utilizan todos los medios a su alcance, incluida la fuerza, para asegurarse de que la ayuda va adonde ellos quieren que vaya, y no adonde pretenden los donantes”.
Los trabajadores humanitarios han instado, hasta ahora con poco éxito, a que se deje de lado la política.
“Todavía se necesita mucha ayuda y asistencia”, dijo Homa Nader, jefe en funciones de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en Afganistán.
Esto era demasiado evidente en el valle de Mazardara, en Kunar. Allí fue donde Sayar perdió a siete familiares en el terremoto.
El lunes y el martes, los aldeanos y los trabajadores de emergencias buscaron por todas partes a vecinos, familiares y amigos, vivos o muertos. Los llevaron en camillas improvisadas como somieres por pendientes y callejones estrechos, hasta los campos de maíz pisoteados donde aterrizaban y despegaban los helicópteros. Volaban de un lado a otro entre las zonas devastadas y los hospitales de Jalalabad, la gran ciudad más cercana, y Kabul, la capital, a unos 160 km de distancia.
Khalil Ur Rahman Babakhil, de 30 años, había viajado de Kabul a Mazardara, donde vivían sus suegros. Cuando llegó el lunes, encontró su casa derrumbada, y frente a ella los cadáveres de los padres y tres hermanos de su esposa.
“No sé cómo decírselo a mi esposa”, dijo Babakhil.
Los cadáveres yacían envueltos en mantas de colores porque los aldeanos se habían quedado sin las tradicionales mortajas blancas utilizadas para enterrar a los muertos.
Antes del terremoto, más de la mitad de los 42 millones de habitantes de Afganistán ya necesitaban ayuda humanitaria. En el remoto distrito de Nurgal, en la provincia de Kunar, donde vive Sayar, la mayoría de las comunidades viven en la pobreza extrema, sin otra fuente estable de ingresos que su cosecha bianual de maíz, que les reporta unos 220 dólares al año.
Unos 3,5 millones de niños menores de 5 años están desnutridos en Afganistán, según UNICEF.
El martes, en la provincia de Kunar, los niños se sentaban en silencio en las ambulancias o caminaban desconcertados entre las casas derrumbadas.
Nezarullah, de 17 años, estaba frente a su casa destruida. Él y su hermano de 13 años, Rezwanullah, perdieron a 12 familiares, dijo.
“Anoche, antes del terremoto, estuvimos juntos, cenamos juntos y luego dormimos juntos”, dijo Nezarullah, quien responde a un solo nombre. “¿Cómo puedo ayudar a mi hermano menor y cómo puedo reconstruir la casa destruida, cuando no tengo nada?”.
En su maizal, Sayar relató el terror de dos días antes.
Después de escapar de la casa, dijo, oyó a su cuñada, que seguía dentro, gritar en mitad de la noche tras el segundo temblor. Pero en la oscuridad, y sin herramientas, la gente de fuera no podía hacer nada para ayudar.
El lunes, cuando salió el sol, Sayar la encontró muerta, con su hijo. También encontró a sus padres y a su hermano menor, que habían huido de la casa pero luego regresaron corriendo al interior de la vivienda, donde murieron por el colapso de la estructura.
Elian Peltier es un corresponsal internacional del Times, cubre Afganistán y Pakist
Entrevista a Fernando Prieto, director del Observatorio de Sostenibilidad
El ecólogo hace hincapié en la necesidad de realizar una buena planificación adaptada a las necesidades de cada territorio para evitar la proliferación de grandes incendios forestales.
Las llamas han arrasado al menos 157.501 hectáreas en España en lo que va de año, de acuerdo con el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales. El incendio de Zamora apunta ya a ser uno de los peores, mientras los efectivos continúan las labores de control y extinción de los diferentes focos que asolan la península. En conversación con Público, Fernando Prieto, doctor en Ecología y director del Observatorio de la Sostenibilidad, analiza la dramática situación en profundidad. Pone el ojo en la eucaliptización del norte y aboga por una reflexión en torno a la manera en la que se ha llevado a cabo la gestión forestal hasta ahora en todo el Estado.
Según datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales, la ola de incendios actual ha convertido ya el 2025 en el tercer peor verano de las dos últimas décadas.
Ha habido otros años el siglo pasado; 1978, 1985, 1989 y 1994, en los cuales ardieron muchísimas más hectáreas que ahora. En el 85 llegaron a arder más de 450.000 hectáreas [en total, fueron 486.327 hectáreas, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica]. Y en principio había menos problemas de temperaturas, el clima era menos cálido y sufríamos menos olas de calor que ahora.
Entonces, ¿deberíamos preocuparnos por los datos actuales?
Sí que es preocupante el aumento en el siglo XXI de los Grandes Incendios Forestales [incendios superiores a 500 hectáreas]. Creo que es sintomático del aumento del abandono rural y, sobre todo, de la falta de planificación forestal.
La crisis climática no es la causa de la proliferación del fuego, pero también está involucrada.
"Hace falta planificación, planificación y planificación"
Claro. En un escenario de cambio climático la situación es mucho peor y en la planificación tenemos que tenerlo en cuenta. Creo que esta es la idea más fuerte que puede presentarse: hace falta planificación, planificación y planificación.
Aterricemos esta idea. ¿A qué nos referimos con planificación?
La planificación es lo que nos permitiría que no ardan áreas protegidas o de mucho interés, como parques nacionales, la zona de Las Médulas o espacios alrededor de una ciudad. Y eso se tiene que hacer previamente. No se puede permitir que un incendio arrase 35.000 hectáreas en dos días. Eso es una falta de planificación enorme. Si empieza un fuego, tienes que tener exactamente claro cómo puedes compartimentar el paisaje para que ese foco no pase de una esquina a la otra.
¿Cómo se hace?
Depende de la zona. Hay que hacer una gestión diferencial adecuada en cada uno de los sitios. En determinados lugares conviene incentivar el pastoreo, pero en otros no. En su lugar, por ejemplo, hay que eliminar cultivos forestales. En Monfragüe hubo unas campañas muy importantes de eliminación de eucaliptos que había allí.
¿Qué papel juega la eucaliptización de Galicia en el desarrollo actual de los incendios?
"Las plantaciones de eucalipto son un caldo de cultivo para que aparezcan incendios forestales"
El eucalipto es una especie muy invasiva y ocupa amplios espacios. Durante las primeras cortas, sí que tiene una producción bastante importante, pero luego la producción es menor, por lo que la gente deja esos campos con un abandono absolutamente terrible. Y es un caldo de cultivo para que aparezcan estos incendios forestales. Sucede en Pontevedra, el norte de A Coruña y una parte importante de Asturias. Pero vemos que se está extendiendo de una forma muy importante en Cantabria y también en Euskadi.
Normalmente son consorcios con las compañías madereras. Se plantan estos eucaliptos y el propietario vende la madera después de 15 años o 20 años –depende de cuándo sea el periodo de corta– y saca dinero. Esos cultivos son muy cautivos de la demanda. Al final, presenta un elevado riesgo. Puede que arda este año o el que viene o el siguiente, pero en un plazo de 20 a 30 años, arderá.
¿Y dónde está la Xunta o el Gobierno central para frenarlo?
No se para porque de alguna forma está creando empleo y generando riqueza. Lo que no se dan cuenta es de que es una industria casi extractivista. Nosotros aquí producimos el eucalipto, después producimos la pasta de papel y esta se exporta. Las grandes factorías, sobre todo finlandesas, la transforman en papel y luego lo volvemos a importar nosotros. No cerramos aquí el ciclo de la producción, que podría ser más interesante.
Comentas que esta eucaliptización sobre todo afecta a zonas de Galicia, Asturias, Cantabria y Euskadi en materia de incendios. ¿Pero qué hay de otros territorios del Estado?
"Al irse toda la gente a la ciudad, se forma un gran continuo vegetativo que no había existido en los últimos siglos"
Es muy importante, por ejemplo, el abandono rural que ha habido. Antes había una serie de zonas de mosaicos, es decir, zonas agrarias en alta montaña, por ejemplo, que se pastoreaban o que se cultivaban. Al irse toda la gente a la ciudad, se forma un gran continuo que no habría existido en los últimos siglos. Ahora hay mucha masa forestal inestable, que si no arde hoy, arderá mañana.
Y en este caso, ¿cómo se puede planificar?
"Tenemos que saber qué queremos hacer con esa zona y ese paisaje"
Hay que ser ser consciente que se está acumulando esa biomasa y tenemos que saber qué queremos hacer con esa zona y ese paisaje. Por ejemplo, si tienes el parque de las Médulas, igual te interesa que haya un bosque controlado en determinado lugar para proteger este paisaje. En este caso, necesitamos que haya bosques, pero que estén controlados, y que estén donde nosotros queramos que estén.
Nosotros, los seres humanos.
En la península ibérica ha habido civilizaciones desde hace miles de años. No nos podemos encontrar ecosistemas vírgenes. Hasta hace poco en Estados Unidos se hablaba de cómo el hombre [occidental] solo había estado los últimos 200 años, pero las personas indígenas [que habitaban aquellas tierras desde hacía mucho más tiempo] habían tenido también mucha importancia en la modelación del paisaje. Entonces, si tú dices: "Me voy de los ecosistemas y los dejo que pase lo que pase", lo que sucede es esto. Llega un incendio forestal y en diez días arden 30.000 hectáreas sin ningún tipo de control, con un montón de muertos y gastos de extinción enormes.
Sin embargo, el fuego es una herramienta habitual de las prácticas rurales.
En lugares como Asturias, por ejemplo, los incendios son muy importantes porque al quemar sotobosque, las cenizas que se quedan enriquecen el suelo y vuelve a salir un pasto que es muy bueno para las vacas, las cabras y otros animales del ganado. Se quema con ese sentido. Hay sitios donde tú puedes decir: "Bueno, aquí sí que me interesa", e incluso hacer estas quemas controladas en zonas muy concretas. Y dices: "Aquí sí que lo permito y lo hago, pero porque quiero que exista este tipo de ecosistema". Pero hay otras zonas en las que lo que te interesa es crear un bosque maduro, que es lo que habría que hacer en gran parte de España, y tender hacia especies con menor riesgo de incendio, como robledales o encinares. O en zonas de Extremadura, por ejemplo, interesan más los paisajes mosaicos.
Como comentabas al principio, el tipo de planificación depende de la zona. En este sentido, ¿cuál es la gestión que han realizado hasta ahora los ingenieros de montes?
"No tengo nada en contra de los ingenieros de montes, pero sí de la gestión forestal que se ha hecho hasta ahora"
No tengo nada en contra de los ingenieros de montes, pero sí de la gestión que se ha hecho hasta ahora. Hay determinadas zonas de jarales [un tipo de arbusto incluido en las tareas de limpieza de los bosques] que no tienen un gran valor ecológico y sí que se podrían controlar o volver a pastorear. Antes lo hacían las personas de los pueblos, que cortaban las jaras para cama de ganado. Sin embargo, hay otros tipos de matorral que son muy importantes para el lince o para otras especies. No puedes coger una máquina, empezar por una esquina y acabar por la otra sin ningún tipo de control. Y es lo que ha pasado hasta ahora.
Limpiar los bosques sin control afecta al hábitat natural de las especies.
Claro, pero es que además los matorrales tienen mucha relevancia en cuanto a la erosión. En zonas, por ejemplo, de elevada pendiente, es muy importante que haya matorrales para mantener esa erosión. Hay zonas del sureste, como Murcia, donde hay poco suelo y los incendios pueden ser irreversibles. Si esa tierra se quema no van a volver a salir matorrales en 20 o 30 años, con suerte. Así que si los eliminas, haces que el suelo se vaya ala mierda. Lo que estás haciendo es aridificar todavía más el territorio.
¿Es necesaria una mayor soberanía de lo local para poder proteger sus espacios?
Es importante, por supuesto, la opinión de la población que vive allí, que son quienes van a tener que controlar sus bosques. Lo vemos en zonas de Ávila o de Soria, donde existen ayudas económicas para los vecinos por la gestión de los bosques que tienen allí, y son mucho más proclives a la conservación. Haces que la gente participe de la gestión forestal. Pero en estas zonas esta gestión se lleva a cabo por razones crematísticas, ya que sacan beneficio de la madera. El tema no es que se pueda sacar dinero, sino que en muchos casos van a ser muy importantes los ecosistemas que producen esos árboles.
Entonces, ¿qué se puede hacer?
El Estado tendría que decir cuáles son esas zonas, que llamaríamos algo así como infraestructuras críticas forestales. Estas infraestructuras benefician al conjunto de la población, desde los parques nacionales hasta las zonas agroganaderas. Es clave volver a relacionar la gente con su bosque y con su territorio.