domingo, 25 de octubre de 2015

El Gobierno elude proteger más de 1.500 kilómetros de ríos salvajes

Medio Ambiente elimina 320 tramos de cauces que suman 1.529 kilómetros del programa de reservas y paisajes fluviales iniciado en 2008
Ordena catalogar 135 zonas protegidas que suman una longitud de 2.669 mientras solo en la cuenca del Ebro suprime casi 200
La gestión de estas áreas, varias de las cuales condicionan planes urbanísticos megalómanos, enfrenta a La Moncloa con el Gobierno de Aragón
- Zaragoza - 18/10/2015
http://www.eldiario.es/aragon/sociedad/Gobierno-elude-proteger-kilometros-salvajes_0_442705780.html

El ambicioso proyecto de conservación de los ríos que todavía no han sido alterados por la mano del hombre se ha quedado en agua de borrajas en menos de una década: 320 tramos de cauce que suman 1.529 kilómetros se han caído de la lista de reservas naturales y de paisajes fluviales que el Cedex (Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas) propuso preservar hace ocho años, cuando ocupaba la cartera de Medio Ambiente la conservacionista Cristina Narbona.
El recorte tiene especiales consecuencias en la cuenca del Ebro, la más afectada con 192 tramos de cauce que suman 1.174 kilómetros lineales en el caso de las reservas naturales fluviales. En el resto del Estado, el listado de este tipo de áreas se reduce de 140 a 120, aunque la longitud de los cauces crece hasta casi duplicarse, al pasar de los 1.364,9 kilómetros del planteamiento inicial a 2.281.
El Consejo de Ministros aprobó hace unas semanas, a instancias de la responsable de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, el listado de las reservas, cuyas normas de gestión vienen recogidas en los nuevos planes hidrológicos de cuenca que el Consejo de Ministros publicará como decretos a mediados de noviembre, y que hace unas semanas recibieron, con la excepción de los del Cantábrico, el visto bueno del Consejo Nacional del Agua. Han permanecido en exposición pública del 15 de septiembre al 15 de octubre.

De 4.208 kilómetros de río a solo 2.669

La propuesta del Cedex, una institución de prestigio en materias como la hidrología o el cambio climático, incluía 217 tramos de río que suman 1.562,2 kilómetros de cauce en la cuenca del Ebro y 140 zonas que abarcan otros 1.364,9 en el resto de España. Eso, como reservas: áreas con “escasa o nula intervención humana”, cuya protección impulsó Narbona para conservarlos sin alteraciones y con los objetivos de mantener su biodiversidad y de crear una red de corredores biológicos fluviales que vertebrara la Red Natura 2000.
En la resolución, que finalmente incluye 135 áreas que suman 2.669 kilómetros de cauce, no hay rastro de los 98 paisajes fluviales cuya protección instó el Cedex, y que suponen otros 1.281,5 kilómetros.
Tampoco la protección de esas zonas va a ser la misma que se preveía cuando arrancó el proceso que ha llevado a su declaración. De hecho, la resolución del Consejo de Ministros ya advierte que la figura elegida no es más que “un subtipo de la más amplia categoría de reservas hidrológicas por motivos ambientales reguladas en el artículo 25 del Plan Hidrológico Nacional”.

Dura disputa competencial en Aragón

Redacciones como la del Plan Hidrológico del Ebro (PHE) dan fe de esa relajación de los objetivos. La Junta de Gobierno de la Confederación Hidrográfica “podrá tomar medidas de protección y explotación adicional en función de la evolución del estado de las masas” de agua catalogadas como reservas fluviales. Hace ocho años, solo podrían haberse autorizado en ellas actividades cuyos “efectos negativos no sean significativos ni supongan un riesgo a largo plazo”.
No obstante, la normativa estatal contempla la posibilidad de vetar concesiones para nuevas actividades en su perímetro o autorizaciones para el uso de sus aguas.
La delimitación de las reservas fluviales y el establecimiento de sus normas de gestión ha provocado un inesperado enfrentamiento entre el Gobierno central y el de Aragón, cuyas Cortes aprobaron a finales de la pasada legislatura, por unanimidad y a propuesta del ejecutivo PP-PAR, la Ley de Aguas y Ríos, que otorgaba esas competencias a la comunidad autónoma. Los artículos que regulaban esa materia están suspendidos tras haber llevado La Moncloa el texto ante el Constitucional.
El amplio listado inicial de tramos de río salvajes y susceptibles de ser declarados reserva fluvial en Aragón incluía algunos cauces ‘sensibles’. Era el caso de la Canal Roya y la Canal de Izas, situadas en el corazón del área pirenaica en la que empresas turísticas e inmobiliarias pretenden crear el mayor dominio esquiable de Europa. Ambos ríos se han caído de la lista.

sábado, 24 de octubre de 2015

Los fabulosos cuentos de los Hermanos Grima


 Enlace permanente de imagen incrustada

 


Todos en el Partido Popular mienten. La mentira es su forma de relacionarse con nosotros. El cinismo es su caballo de batalla. La mistificación, su resumen del pasado social que forjaron durante su último mandato, especialmente, aunque habrá que ver que su descaro emana directamente de su actitud durante el 11-M. La fabulación es el programa que nos ofrecen para el futuro. Mienten tanto, que su sola presencia ya ofende.
Es mentira la campechanía de Rajoy, con esa sonrisa inconsistente, de miedica, cada vez que se hacen con él una selfie, y miente también el presidente cuando sugiere, acusando a otros de brotar de las tertulias, que el PP es un partido de fuste democrático. Proviene de la rancia Alianza Popular, que se creó para adaptar el franquismo a la democracia -en España, todo es posible-, y seguir detentando el poder, aunque fuera en parte.
Es mentira la bonhomía funcionarial del ministro Catalá, cuando niega que su formación haya contagiado de politiquería a la Justicia. Es mentira la sonrisa versallesca de Luis de Guindos, lo mismo cuando la muestra en Bruselas que cuando nos la despliega. Son mentira los bailes de peonza coreografiada de la vicepresidenta, aunque no tan mentira como sus ocurrencias de los viernes. Son mentira las excusas de Fernández Díaz cuando justifica sus compadreos con el imputado Rato, y es mentira su fe de cuchillas que no caen en su propia espalda, aunque puede concederse que el caballero se cilicie de gusto en la intimidad.
Todos los nombrados, y unos cuantos más, mienten con tranquilidad a la peonada en su cortijo, mienten como si hablaran de verdades, y es posible que, todavía, muchos les crean, al igual que creyeron sus promesas electorales anteriores, desmentidas luego por sus hechos y por los intolerables resultados de esas acciones.
Pero el teatro organizado por el partido gobernante y el gobierno partidante parece un coro de vírgenes sin condecorar bailando el cancán disciplinadamente y en sordina, en comparación con ese solista, ese fustigador de los agudos, ese Farinelli del insulto y la bajeza verbal que es Rafael Hernando. Cuando le veo pienso en salir corriendo, pienso en esos señoritos que, sentados en un taburete de un bar que al atardecer se llena de ligues, ronronean desprecios contra las mujeres que no son de su agrado. Puedo imaginarle en los toros, pidiendo más sangre desde el tendido, y también me recuerda a los protagonistas de las malas novelas decimonónicas, que trepaban socialmente sin mirar lo que pisaban. Rafael Hernando me recuerda a los amigos juerguistas del héroe que luego se arrepiente en películas de Cifesa tipo Balarrasa, a ladrones del honor de doncellas sin amor redentor y a tahures del Misisipi sin gracia. Todo ello supuestamente, claro.
Quitárnoslos de encima se va haciendo más imperativo. No sólo por lo que han hecho y por lo que nos tememos que harán. También por lo que dicen, y por cómo nos deshonra escucharlos ni que sea un instante.

No digas catedral, di Mezquita, de Juan Rivera.

Juan Rivera - Rebelión - 31/08/2015

Cuando empleamos un topónimo en lugar de otro muchas veces no lo hacemos de forma gratuita o neutra. En ocasiones, a la definición le ocurre como a esas palabras de un idioma extranjero que a primera vista parecen decir una cosa – por el sonido similar a vocablos de la lengua materna- pero que en realidad esconden un significado y una intención totalmente diferente. Son, nunca mejor dicho, “falsos amigos”.
Al caso que nos ocupa podemos incluirlo en esta categoría. Como todo español de a pie sabe –la afirmación no peca de exagerada- en la ciudad de Córdoba existe un edificio singular catalogado entre las obras arquitectónicas más importantes del mundo y justamente valorado por la Historia del Arte. Es la Mezquita.
Durante siglos han convivido el usufructo que del mismo tiene la Iglesia Católica (por merced regia) desde la conquista de la ciudad por el reino cristiano de Castilla y León en el siglo XIII y la denominación de “mezquita” acompañada de un sentido de pertenencia colectiva, lo que ha permitido históricamente a los cordobeses disfrutar de muchos de sus espacios.
El equilibrio secular empezó a cambiar cuando llegaron a la cabeza de la diócesis (finales del XX, principios del XXI) unos “cruzados de la causa”, que si tuvieran fuerza social y política suficiente no dudarían, al grito “de dios lo quiere”, en imponernos a toda la Ciudadanía su cosmovisión. ¡Ay entonces de los que nos atreviésemos a rechistar el “hágase tu voluntad”!
Desde su privilegiada posición expandieron la concepción ideológica ultramontana que hoy constituye el discurso oficial de la jerarquía clerical cordobesa. Much@s hemos conocido épocas de mayor tolerancia en las que se podía por ejemplo visitar el templo mientras l@s creyentes asistían a misa de domingo celebrada en un espacio acotado. Era compatible que unos paseásemos disfrutando el encabalgamiento de la doble arquería mientras otros, ejerciendo su libertad, rezaban. Y nunca pasó nada.
Durante los años 70 del siglo pasado hasta principios de los 80, los entonces estudiantes de la facultad de Filosofía y Letras usábamos el Patio de los Naranjos como prolongación natural de las clases. Unas veces comentando textos y lecciones recién asimiladas, otras -anticipábamos sin saberlo la canción de Sabina- en los arriates, sentados a corro, compartiendo risas, litronas y porros. Y nunca hubo un problema.
También se utilizó como espacio reivindicativo. La sala de oraciones albergó en marzo de 1981 a miles de huelguistas encerrados como respuesta al cierre decretado por la patronal de la construcción. Y nadie protestó.
Pero llegó la hora de los mercaderes y los espacios hasta entonces libres de prejuicios se llenaron de guardias de seguridad entre miles de turistas que mostraban un billete comprado a precios astronómicos. Eso sí, cuando había que restaurar algo se llamaba a “papá Estado” o a “mamá Junta de Andalucía”. La consigna es un clásico del capitalismo patrio: socializar gastos y privatizar los ingentes ingresos generados por los visitantes.
El neoliberalismo socio-económico del obispo de turno venía acompañado por una posición religiosa anclada en tesis pretridentinas, que Trento ya era demasiado ceder. Parecía que cuanto más cercano estuviese el observador (“episcopos” en griego) del rebaño a los postulados de las sectas más carcas de la iglesia católica, más papeletas tenía para ser nombrado.
La falta de cintura, la incontinencia, el deseo de aplicar a rajatabla el pensamiento único, se ha acrecentado en los últimos decenios. Verás, en una ciudad donde nadie se ha referido nunca al monumento con otra palabra que no sea “mezquita” (se hizo la concesión de ponerle el guión con catedral, simbolizando la tolerancia tras su declaración en 1984 –ampliada 10 años más tarde a todo el casco histórico- de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco) se ha intentado borrar de golpe todo rastro de la denominación, ordenando la jerarquía el empleo exclusivo del término “catedral”. Si visitas nuestra ciudad y te dan un euro cada vez que tropieces con una referencia, letrero o propaganda que ponga “mezquita”, tendrás viaje gratis, dormirás en hoteles de lujo y comerás en los mejores restaurantes. Pasarás por el contrario mucha rasca si tienes que subsistir de los donativos cada vez que un cordobés o una cordobesa la llamen “catedral”.
Pero ese dato de asimilación popular sin traumas le importa un bledo a quien está acostumbrado a contar los hechos a su medida, borrando todo lo que no se ciña al guión preconcebido (como en el medievo utilizan sin rubor la fórmula “graecum est, non legitur- es griego, no se lee-” cuando no les interesa el resultado). Basta con leer sus versiones de la Historia común.
Como prueba de carga la última trastada. Si sigues la actividad de la Plataforma Ciudadana en defensa de la titularidad pública de la Mezquita -que dicho sea de paso está haciendo una excelente labor- conocerás la trayectoria histórica del demencial proceso que condujo a la inmatriculación de la Mezquita en 2006 por el módico precio de 30 euros y su conversión, junto a miles de inmuebles y terrenos en todo el país, en propiedad privada de la jerarquía eclesiástica. Aunque se amparaban en una ley recuperada por Aznar y consentida por Zapatero, ésta bebía del nacional-catolicismo, de los gloriosos tiempos del “a Dios rogando y con el mazo dando” del Franquismo.
El afán de acaparar riquezas al amparo de la ley de Inmatriculación conecta con la trayectoria histórica del conservadurismo hispano. Siempre ha auspiciado una apuesta política ramplona, zafia, vociferante e iletrada que acostumbra a imponer sus tesis recurriendo a las gónadas, mezclando sin pudor altar y trono. Desde el “lejos de nosotros la funesta manía de pensar” al “muera la intelectualidad traidora” pasando por “el Imperio hacia Dios” y “Santiago y cierra España”. Para terminar subrayando el dicho favorito de la extrema derecha europea “Cuando escucho la palabra cultura amartillo la pistola”.
Eso sí apoyándose en espadones, leyes a medida y constituciones decimonónicas que posibiliten plasmar la Santa Voluntad. Así no puede extrañarnos que vean lógicos textos como el de la Constitución de 1812 (“La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera”) o siguientes y sientan como ataque personal una formulación tan aséptica como la de 1931 (“El estado no tiene religión oficial”).
O que tengan por natural que el estado proteja la sacra alianza con concordatos como los de 1851 o 1953 y con acuerdos pactados antes de la constitución de 1978 pero que se firman en enero de 1979 para darles pátina de legitimidad democrática.
Ven normal que se utilice el aparato estatal para recogerles el diezmo (declaración de Hacienda) y que si éste no alcanza a cubrir el objetivo porque sus fieles no aportan lo suficiente -una cosa es ser creyente de golpe en el pecho y otra rascarse el bolsillo- la diferencia la supla el Estado.
Consideran un derecho que se les entregue el control de la Educación a través de los conciertos para que se dediquen al adoctrinamiento y en cambio tildan de furibundo anticlericalismo que se les recuerde los inmensos privilegios que disfrutan o palpan hostilidad, no ejercicio de libertad, en la acción de algunos alcaldes recién elegidos que decidieron representar a toda la Ciudadanía y no a una parte y se abstuvieron de participar como Institución –no impidiendo a nadie hacerlo como individuo- en actos religiosos.
Quienes defendemos una sociedad laica estamos acostumbrados a soportar campañas en las redes con todo tipo de insultos ( no, ni la policía actúa de oficio ni nos recibe el ministro del Interior en su despacho para mostrarnos su apoyo y preocupación), acompañados de argumentos de media neurona tipo “quieren quitarnos la Mezquita para dársela a los moros”. Sólo podemos sonreír cuando los intolerantes denuncian ser perseguidos porque se cuestione su voracidad a la hora de acaparar inmuebles o su desmesura a la hora de ocupar espacios públicos para sus manifestaciones religiosas. Curiosa persecución la que les permitió celebrar el año pasado en la ciudad más de 300 actos al aire libre, algunos de ellos como la Magna Mariana forzando los derechos colectivos al restringir libertades como la de acceso al domicilio o movimientos. Eso sí, en un espacio público privatizado de facto y con la vista puesta en obtener réditos económicos.
No es baladí por tanto el empleo del lenguaje ni la apuesta que han hecho por la exclusividad del término “catedral”. Buscan hegemonizar mientras intentan volver al control absoluto de mentalidades que “disfrutaron” durante siglos. No olvides nunca hacia donde conducen estas situaciones si logran imponerse. En la década de los 70 la presencia del fanatismo religioso como motor político en el mundo islámico era residual. Mira ahora.
Para justificar las memeces circula un cuento de vieja. En él se dice que gracias a la visión y sensibilidad de la jerarquía se pudo conservar hasta hoy la Mezquita pues de otra manera la hubiesen derribado. Repasemos la historia. Fue el Consejo de la Ciudad de Córdoba en el siglo XVI el que defendió la conservación de la Mezquita echando un duro pulso al Cabildo catedralicio que obligó a intervenir al mismísimo Carlos V. En 1523 en Consejo de la Ciudad al tener noticias de que el Obispo pretendía demoler parte de la Mezquita decreta su paralización con esta orden.
“Por tanto mandamos que ningún albañil, ni carpintero, ni peón ni otra persona alguna no se han osado de tocar el la dicha obra, ni desfacer, ni labrar cosa alguna della fasta que Su Majestad sea mandado lo que más sea su servicio, sopena de muerte e de perdimiento de todos sus bienes para la Cámara e Fisco de Su Majestad. Esto porque la obra que se desface es de calidad que no se podrá volver a fazer en la bondad e perfección questá fecha.”
Y cuentan que Carlos V al ver el resultado del trabajo dijo al obispo fray Juan de Toledo “hacéis lo que hay en otras muchas partes y habéis deshecho lo que era único en el Mundo”.
Lo dicho, las creencias religiosas son muy respetables pero no más que las ideas de quienes no las tienen. Por eso hazte un favor. No te dejes engañar. Si paseas por Córdoba di siempre “Mezquita”.
Juan Rivera. Miembro del Colectivo Prometeo y del FCSM

viernes, 23 de octubre de 2015

Por ley los techos en Francia deberán estar cubiertos de plantas o paneles solares


Los techos verdes tienen un efectos aislante que ayuda a reducir la cantidad de energía necesaria para calentar el edificio en invierno y enfriarlo en verano. Además retienen el agua de lluvia, reducen los problemas de escorrentía y favorecen a la biodiversidad y aves que necesitan anidar en la llamada “jungla urbana”.
green-roof
La ley aprobada el pasado mes de marzo por el parlamento francés fue un poco más limitada que las peticiones de los activistas medioambientales quienes pedían que el techo completo de los nuevos edificios estuviera cubierto de plantas, ya que la ley sólo exige que parte del techo contenga plantas o paneles solares. Pero de todas formas podríamos llamar a esto una victoria a favor del medio ambiente.
Los tejados en los edificios con plantas y arbustos, ayudaran a absorber el agua de lluvia y reducirán la escorrentía, proporcionaran espacios verdes en zonas urbanas que pueden jugar un papel importante en la reducción del efecto urbano de “isla de calor”. Este fenómeno ocurre cuando las áreas urbanas se construyen, destruyendo la vegetación local y reteniendo mas calor, con un aumento de temperatura de entre 1.8 ° C – 5.4 ° C que en sus alrededores por el día, lo mismo sucede durante la noche.

La opción prevista por los legisladores de instalar paneles solares también puede ayudar a Francia a ponerse al día en el desarrollo de la energía solar. Mientras que la vecina Alemania ha hecho grandes progresos en el desarrollo de su capacidad solar, Francia tenía sólo cinco gigavatios de energía fotovoltaica instalados en el verano pasado, lo que representa el uno por ciento de toda la producción de energía del país.

Fuentes:

Garaldea se quiere autoabastecer de energía


El proyecto autogestionado para personas con problemas de drogodependencia de Garaldea lanza un crowdfunding para financiar la transición hacia las energías renovables y asegurar al proyecto un "futuro largo".
Diagonal 13/10/15
 
 
 
Taller en uno de los patios de Garaldea.
 
En 2012, la Comunidad de Madrid decidió cerrar un centro terapéutico que funcionaba en la finca de El Batán, 40 km al sur de la capital. Un encierro para impedir el cierre se convirtió en una experiencia pionera: la autogestión de un centro para personas con problemas de drogodependencia, convertida en una auténtica comunidad donde los personas que pasan por él “consigan los mínimos imprescindibles para una vida digna a través del empoderamiento, el apoyo mutuo, la vida compartida y la relación con el entorno y otros colectivos”.
“Cuando llegué tenía ganas de huir de mí misma, tenía un nudo en la boca del estómago. ¿Qué pinto en el mundo? ¿Qué hago en Garaldea?”, decía una de las personas, como tantas otras “en situación de exclusión y con historias vitales atravesadas por la drogodependencia” que consiguió hacerse un hueco en Garaldea.
Más de tres años después de su apertura, el colectivo que gestiona Garaldea ha lanzado una campaña de micromecenazgo a través de Goteo.org para asegurar la generación de energía a través de energía renovables, “decrecer y hacer un uso más consciente de los recursos”.

Garaldea se ha convertido en un referente de autogestión. Ahora quiere convertirse en un referente "ecológico y sostenible".
Las reformas necesarias para “convertir Gararldea en un referente ecológico y sostenible cerca de Madrid” pasan por asegurar el abastecimiento energético y el calentamiento del agua únicamente a través de energía solar, habitación calentadas con biomasa y estufas de inercia térmica y toda una serie de reformas en el espacio para hacer más habitables las construcciones de la finca con criterios de sostenibilidad.
Para poder realizar estas mejoras han apelado a la solidaridad de colectivos y particulares a través del crowdfunding Garaldea Sotenible, por el que piden 9.590 euros de mínimo y un óptimo de 22.924 euros. La primera ronda es de 40 días.

jueves, 22 de octubre de 2015

Felipe González, la tierra y la ley, de Aníbal Malvar

11 oct 2015- Aníbal Malvar

http://blogs.publico.es/rosa-espinas/2015/10/11/felipe-gonzalez-la-tierra-y-la-ley/

A Felipe González hace tiempo que lo veo raro. Yo creo que el paso del tiempo nos debe cambiar un poco a todos. De lo contrario, no me lo explico. Ahora nos sale el ex presidente español de la transición gritando “tierra y ley”, cual Emiliano Zapata. El problema es que Emiliano Zapata, arriero, gritaba tierra, justicia y ley. Así que nuestro ex presidente omite un cachito de axioma que lo desaxioma. La ley no es la justicia, y Felipe lo supo cuando estaba en la clandestinidad y las leyes prohibían su voz y su sabroso acento mentiroso. Sin embargo, nadie es capaz de prohibir la justicia. Ni siquiera Franco, Isidoro.
En todo caso, del sintagma a mí me interesa más la palabra tierra. La palabra tierra ha sido olvidada por el socialismo español y europeo hace muchos años gracias a gentes como Felipe González. Preservadores del dolor franquista. Continuadores del régimen de nuestra vieja oligarquía. Grandes cosas hicieron Felipe González y sus gobiernos por España, pero más grandes cosas dejaron sin hacer. Y una de ellas tiene que ver con la tierra.
Hablar de la tierra suena lírico, telúrico, paisajístico y tal. Pero la tierra, en la lengua de Emiliano Zapata, es la casa del hombre. El español desahuciado no tiene tierra, le quitan la tierra, y se la quita esa misma gente a la que Felipe González representa en sus arengas desquiciadas de neoliberal millonario. Si Pedro Sánchez quiere hacernos volver a creer en el partido socialista español (lo minusculizo a propósito), lo primero que tiene que hacer es encerrar en el calabozo del silencio a aquellos traidores a la patria y la libertad que en España se adjetivaron socialistas. Así que no me hables de tierra, Felipe, hasta que exijas desde tu presunta autoridad que a todos los españoles se les devuelva su tierra, su casa, su trabajo.Las grandes frases de los antiguos arrieros se convierten en eslóganes en boca de los nuevos socialistas, y de ahí la tristeza errante de las viejas frases. Al socialismo español no le queda un camino por hacer, sino un camino por deshacer. Y descaminando no se va a ningún sitio.
Felipe González no solo es la caricatura de sí mismo, sino que además es millonario. Gana tanto dinero que ni siquiera se puede permitir el lujo de simular cierta coherencia intelectual. Habla de tierra y ley cuando ha cobrado 566.000 euros de Gas Natural, por ser muy sabio y consejero. Gas Natural, mientras, le cortaba la luz y la calefacción a familias por deudas de mil euros. Les quitaba su tierra y su ley, en nombre de la avaricia y la injusticia.
Yo ya sé que a veces me pongo pesado, e incluso abstruso. Pero la tierra es la tierra, y la tierra es solo un sitio donde asentar tus pies, abrigar a tu persona y no oír llorar a tus hijos. Más que ley o justicia, viejo Felipe, los españoles hoy pedimos tierra. Un trozo de tierra. O de aire. Un sitio donde vivir. Solo en el primer semestre de 2014, 42.482 familias fueron desahuciadas de su casa. Privadas de su tierra. Por eso a mí, cuando gente como Felipe González me habla de “tierra y ley”, me entra como una risa floja. Tierra. Tierra.


"La suite de Soria, las tarjetas black, los papeles de Naseiro, los cuidados del padre de Rajoy a cargo de todos... y no pasa nada. No nos vamos a rendir hasta que pase"

Firmado: Ignacio Escolar - 15 Octubre 2015
Yo NO voté a Rajoy. Tengo la conciencia tranquila. ¿Y tú?