jueves, 28 de enero de 2016

Más allá de la táctica: ideas para la acción política rupturista en 2016

Anticapitalistas: Un artículo de Brais Fernández y Jesus Rodríguez imprescindible para afrontar el nuevo curso político y los retos. "La gran cuestión política para 2016 no será el desorden parlamentario, la ingobernabilidad realmente existente: será qué proyecto se impone para salir de ella. ¿Restauración, equilibrios precarios o ruptura y reinicio?" 
Brais Fernández, Jesús Rodríguez, militantes de Anticapitalistas, el primero forma parte parte del secretariado de redacción de Viento Sur y el segundo es diputado de Podemos en el parlamento andaluz.
06/01/16 https://www.diagonalperiodico.net/la-plaza/28911-mas-alla-la-tactica-ideas-para-la-accion-politica-rupturista-2016.html

Manifestacion de la PAH en la sede del PP en Barcelona. / Albert García
 
Desorden, desborde, caos. Consenso, diálogo, acuerdos. Palabras de moda que nos recuerdan a aquella ley de la dialéctica hegeliana vulgarizada luego por el dia-mat estalinista que hablaba de la unidad de los contrarios: esto es, que en toda situación está implícita su reverso, que un concepto o una posibilidad no tienen sentido sino es aludiendo a su contrario. Comentaba Guy Debord con su habitual dramatismo distanciado que “la victoria será de quienes haya sido capaces de crear el desorden sin amarlo”. La gran cuestión política para 2016 no será el desorden parlamentario, la ingobernabilidad realmente existente: será qué proyecto se impone para salir de ella. ¿Restauración, equilibrios precarios o ruptura y reinicio?. Por ahora ninguno “va ganando” como opción de futuro, aunque durante el “mientras tanto” siguen los recortes, los desahucios, la precariedad.. Estamos en una situación de empate entre la incapacidad de las élites para mantener “su” situación y la incapacidad por parte de la clase trabajadora de generar una nueva en ruptura con la dominante. Esto mantiene abiertas todas las posibilidades.
Lo primero es aclarar como hemos llegado hasta aquí, para que no se nos olvide dónde están las potencias y los puntos débiles del bloque del cambio. Para empezar, hay causas sociales, materiales, no resueltas que son el punto de fractura esencial para la apertura de la crisis. En el Estado Español, ante todo, vivimos un momento de una recomposición masiva de las relaciones entre las clases subalternas, de su papel, de sus expectativas, de su relación con la política, de sus condiciones de vida. Las clases “medias” han visto bloqueada su ilusión de ascenso social. El sector más precario de las clases trabajadoras y de los sectores populares se ha convertido, y esto es una cuestión estadística reconocida por la EPA, en la fracción social más numerosa de España, relevando a las clases medias como “sector emergente”. La clase obrera tradicional, encuadrada sindicalmente, prácticamente ausente del panorama político, pese a que 1 de 5 asalariados trabaja en el sector industrial, se ha visto relegada al papel de mito al que ya no se le espera, mientras las caídas salariales iban paralelas a su perdida de centralidad como sujeto. Por primera vez en décadas, la situación de estos sectores sociales convergen en la misma dirección: precariedad, bloqueo de los posibilidades de ascenso social colectivo e individual (¿el irresistible ascenso de la clase media? ¿la estabilidad fordista? ¿dónde queda eso?). Es decir, estamos ante una ruptura de los equilibrios sociales que mantenían suturado el régimen del 78, aunque sea de forma precaria.

La gran cuestión política para 2016 no será el desorden parlamentario, la ingobernabilidad
realmente existente: será qué proyecto se impone para salir de ella

Y esta situación no se va a ir. El desorden es producto del choque entre dos vías para resolver esta crisis. Las élites ya han presentado su propuesta: hay que buscar nuevos consensos para que la precarización y la degradación material de las clases subalternas se convierta en “el estado natural de las cosas”. Su plan es pasar el chaparrón, no pasa nada por pasarlo mal un tiempo en los parlamentos y en las televisiones, lo que importa es el objetivo estratégico, al cual se subordina todo. Para eso toca crear en un laboratorio a Ciudadanos, inmolar al PSOE y poner cara de póker a través de Mariano Rajoy.
En definitiva, la estabilidad institucional, la gobernabilidad para los de arriba, equivale a seguir pasando la factura de la crisis a las clases trabajadoras, precarizando nuestras vidas, desestabilizando nuestros equilibrios vitales. Por el contrario, la inestabilidad por arriba no se convierte automáticamente en estabilidad para los de abajo, pero sí abre oportunidades de ruptura con los consensos que blindan los privilegios de una élite a costa de los derechos de la mayoría. No tenemos ninguna responsabilidad en estabilizar y facilitar las mismas política de siempre, la actuación de Podemos deberá ser disruptiva, conflictiva con dicha estabilidad. El 15M y lo que Xose Manuel Beiras llama el “espacio Podemos” han sugerido otra vía, aún sin desarrollar plenamente, con aristas, contradicciones y debates no cerrados. Se trata de construir un bloque de las clases subalternas para proponer otro “modelo de país” (o de países), “un movimiento real, que supere lo existente”. Ahora bien, a partir de esta constatación, es donde comienzan los debates y las tareas.
Uno de los límites fundamentales a superar es la condensación de esa disputa en los espacios representativos. ¡Las estructuras políticas influyen en la resolución de la disputa, la determinan! Si jugamos este 2016 solo en los parlamentos y no llevamos la lucha a la sociedad civil, no tendremos fuerza efectiva para aplicar ni una sola ley favorable a los de abajo. Las leyes, las declaraciones de intenciones, son papel mojado si no hay quien las ejecute. Pongamos un ejemplo para explicarnos mejor. Imaginemonos por un momento que el parlamento de España aprueba una nueva legislación laboral, que no permita, por ejemplo, las horas extra sin pagar, algo muy común en el sector de la hostelería. Para empezar, necesitaríamos medios públicos como un ejercito de inspectores laborales capaces de fiscalizar el problema, con poderes ejecutivos, Eso resolvería parcialmente el problema: es obvio que el Estado puede paliar problemas. ¿Pero sería capaz de resolverlos sin auto-organización de los trabajadores, sin solidaridad colectiva que contrarrestara las presiones empresariales, sin contra-poderes capaces de no permitir que la fuerza de quien tiene el poder económico se impusiese?

La estabilidad institucional, la gobernabilidad para los de arriba, equivale a seguir pasando la factura de la crisis a las clases trabajadoras
Con Podemos y las confluencias en el parlamento se ha abierto una situación nueva, interesante, para ir planteando ese nuevo modelo de país no sólo como una hipotesis reguladora a alcanzar, sino para “ir construyéndolo” a través de la práctica. ¿Y si construimos una agenda social para ese incipiente nuevo bloque histórico desde el parlamento pero también desde abajo, de forma paralela? ¿Y si planificamos la acción política, de forma democrática y participativa, presentando esa agenda parlamentaria alternativa a la de los recortes junto con un plan de movilizaciones y organización en los barrios y los centros de trabajo? Con herramientas con la potencia que tiene Podemos, En Marea o En Comú Podem nuestras opciones se multiplican. Ya no tenemos que resignarnos a “refugiarnos en los movimientos” ni al cretinismo parlamentario tacticista al que nos acostumbró la izquierda tradicional. Se trata de empezar, aquí y ahora, como acertadamente ha hecho Podemos con la propuesta de ley 25, a poner los problemas encima de la mesa. Sabemos que cualquier medida progresista que propongamos va a chocar con la oposición frontal de las clases dominantes, como en Grecia. ¿Será 2016 el año en el que se encuentren 2011 (la irrupción del 15M por abajo) y 2014 (la irrupción electoral de Podemos)? Este es nuestra gran tarea para 2016: un año constituyente donde empecemos a devolver en lo político y en lo social todos lo golpes que nos han dado los de arriba.
 

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