"Al principio pensaba que el problema era cruzar el mar, pero ahora hemos llegado y no hay nadie que nos diga adónde ir", asegura Maruán, un niño sirio de 13 años
El largometraje de Hernán Zin se estrenó el 12 de enero y competirá por el Goya al mejor documental
"¿Dónde está mi patinete? ¿Alguien
ha visto mi patinete?". La cámara sigue a Hamude, 8 años, tez morena,
voz dulce. Alguien le ha quitado el juguete que le acaban de regalar a
su llegada a Austria tras 16 días de viaje. Huyó de Alepo junto a su tío
después de perder a sus padres en los bombardeos. "Un día cayeron
bombas, mi escuela fue destruida", recuerda. Su sueño es reunirse con su
hermano pequeño y su otro tío en Alemania.
"¿Cuánto
queda?". Maruán, de 13 años, acaba de llegar a Lesbos y pregunta a su
padre cuánto falta para montarse en el barco que les llevará a otro
campo de refugiados en Grecia, pues el de la isla está completo.
Confiesa que pasó "mucho miedo" en el bote con el que cruzó el Mar Egeo
desde Turquía. Pero su travesía, sin embargo, no ha hecho más que
empezar: "Al principio pensaba que el problema era cruzar el mar, pero
ahora hemos llegado y no hay nadie que nos diga adónde ir".
La impaciencia de Maruán o la búsqueda del juguete
perdido de Hamude podrían ser las de cualquier niño del mundo, pero en
este caso se convierten en resquicios de normalidad en una infancia
atravesada por cuatro años de guerra en Siria. El documental Nacido en Siria
es un relato de lo cotidiano que acerca la realidad de sus
protagonistas, que humaniza los titulares y las cifras. "Vemos que son
como nosotros, es una vacuna contra la xenofobia. La sensibilidad es un
puente contra los discursos que construyen muros", explica su director, Hernán Zin (Buenos Aires, 1971) en una conversación con eldiario.es.
El largometraje, que cuenta la vida de los niños sirios que viajan
entre los grupos de refugiados que tratan de llegar a Europa, fue –según su director – más
fruto de un impulso que de una idea. Zin se encontraba en África
grabando un documental sobre la matanza de elefantes, cuando vio en las
noticias la imagen del pequeño cuerpo sin vida de Aylan Kurdi.
A los pocos días, la necesidad de poner nombre y apellido a los niños
que, como Aylan, huían de la guerra, le llevó a Hungría, donde comenzó a
rodar.
En total son 11 los países recorridos y siete
las historias de sufrimiento, pero también de inocencia y superación.
El hilo que las une es el de la conmoción y el cansancio físico, además
de la desilusión tras llegar a una Europa que, más allá de recibirlos,
"se ha convertido en una ratonera y no ha estado a la altura de la
imagen de respeto a los valores que proyecta", critica el director. Así,
Nacido en Siria contrapone a las declaraciones de
las principales autoridades europeas, la experiencia del periplo de los
niños refugiados en el continente y la incertidumbre en sus destinos de
acogida.
Más de dos millones de niños sirios han abandonado el país desde el comienzo de la guerra. Niñas
como Jihan, de 13 años. Mientras permanece atrapada en la frontera
entre Austria y Eslovenia, solo desea reunirse de nuevo con su madre, a
la que tuvo que dejar en Líbano, país al que huyeron desde Siria. Sus
palabras son contundentes, propias de una persona que se ha visto
obligada a crecer: "Antes era una niña inocente, pero la guerra nos ha
hecho mayores".
En un dibujo de Mohamed se pueden
reconocer bombas, helicópteros y destrucción. Este chico de 13 años
lleva casi un mes sin poder salir del campamento de Idomeni, entre Grecia y Macedonia. Su esperanza es poder llegar a Alemania, donde les espera su madre, que se encuentra muy enferma.
Gáseem (14 años) ha dormido durante diez días en la
atestada estación de Budapest a la espera de que el Gobierno húngaro
abra la frontera. "Quiero llegar a Alemania para completar mis
estudios", señala. Arasuli, de 12 años, relata cómo la policía húngara usó gases lacrimógenos contra él y su familia en la frontera con Serbia: "Nos
quemaban los ojos". Su padre tuvo que pagar a las redes de tráfico más
de 5.000 dólares. Huyeron de Siria después de que su casa fuera
bombardeada. "Lo que más miedo me da es el Daesh (ISIS)", reconoce.
Las bombas de la aviación rusa sobre Alepo incendiaron un barril de
gasolina cerca de Kais, de 10 años, que se encontraba haciendo algunas
compras. La explosión le destrozó distintas partes del cuerpo, cuenta
este niño de carácter alegre mientras aguanta la cura de las quemaduras,
con una mezcla de paciencia y resignación.
Estreno el 12 de enero
La película documental se estrena el 12 de enero aunque ya se ha
presentado en varios festivales nacionales e internacionales. El
director asegura que la acogida del público está siendo "gratificante" y
confiesa que se siente "sorprendido" por la reciente nominación a los premios Goya, que se celebrarán en un mes, en la categoría de mejor documental.
Nacido en Siria sigue la estela de su anterior documental, Nacido en Gaza (2014).
Cansado de la inmediatez y de "contar siempre las cosas de la misma
manera" como reportero de guerra, Zin se lanzó a explorar nuevos
lenguajes audiovisuales. En la narración de su nueva obra reinan los
planos cuidados y el efecto de la cámara lenta, su manera de reivindicar
que la guerra no solo es el ruido y la sangre, sino "la que dura para
siempre dentro de las personas".
Algunas miradas a
cámara revelan cuál es su objetivo: "Ver los ojos de la gente, contar
qué les pasa a las personas que sufren la guerra". Así, las propias
voces de los protagonistas guían la narración, un relato duro que trata
de huir de sobreactuaciones y construido "desde el respeto". "La gente
lo vive con fuerza, yo solo pongo el altavoz", sentencia. Esa misma
fuerza con la que Maruán, un tiempo después y tras haber obtenido el
derecho a asilo, observa el mar al que tanto le temió una vez.
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