Somos la nación del Valle de los Caídos, de las calles y estatuas
dedicadas a asesinos, de "periodistas" y políticos que defienden
públicamente a un maldito dictador. Carlos Hernández 11/01/2017
http://www.eldiario.es/zonacritica/republicanos-buenos-franquistas-malos_6_600599965.html
La noche de Reyes murió un hombre bueno. José
Alcubierre pasó cuatro años y medio en el campo de concentración nazi de
Mauthausen, donde vio cómo su padre, Miguel, era asesinado. Nunca fue
reconocido como un héroe por el país que le vio nacer. Ni él ni los
miles de compatriotas que, por defender la libertad, acabaron en el peor
de los infiernos creado por el ser humano. José murió como todos ellos:
olvidado e ignorado por su Gobierno, por sus políticos, por su país.
José era español.
Mientras el niño prisionero de Mauthausen fallecía en el exilio francés,
en esta España de Indas y Marhuendas conocíamos el contenido de dos
discursos reveladores. Una alcaldesa y un diputado autonómico del
partido que gobierna España, gracias por cierto a los votos del PSOE,
elogiaron la figura de Franco durante una cena organizada por la
fundación que lleva el nombre del dictador. Mientras ella pedía un
aplauso para "el mejor jefe de Estado español del siglo XX", él se
enorgullecía de que su hijo de 14 años rebatiera "a su profesora
comunista" diciéndole "que con Franco en España había orden".
Estos hechos, el olvido del héroe y el aceptado
ensalzamiento del asesino, demuestran lo que realmente pasa en nuestra
querida España. Si hoy seguimos así, sin resolver el problema de
Historia y de Memoria que tiene este país, es, entre otras cosas, porque
los demócratas no hemos hablado con la suficiente claridad. No lo
hicimos durante la Transición porque el aparato franquista tuteló ese
proceso y lo condicionó con la permanente amenaza de acabar con él
mediante su método favorito: el golpe de Estado. Y no lo hemos hecho
durante los 40 años de democracia porque vivimos tan acomplejados que
acabamos comprando el discurso de los herederos del dictador.
Solo así se entiende que una mayoría de los españoles mantenga una
absoluta equidistancia entre víctimas y verdugos, es decir, entre
quienes defendieron la democracia republicana y aquellos que acabaron
con ella gracias al apoyo de Adolf Hitler. De aquí es de donde surgen
todas las anomalías y los anacronismos que avergonzarían a cualquier
país civilizado. Somos la nación del Valle de los Caídos, de las calles y
estatuas dedicadas a asesinos, de "periodistas" y políticos que
defienden públicamente a un maldito dictador.
Nunca
es tarde para empezar y el paso más importante es reivindicar
intelectualmente lo que debería ser obvio y que, sin embargo, en nuestro
país suena casi revolucionario. Lo diré sin matices, con un lenguaje
infantil que resulta muy necesario en este caso: los republicanos fueron
"los buenos" y los franquistas "los malos". Hasta que no asumamos como
sociedad esta evidencia histórica, no dejaremos de ser un país
democráticamente anormal.
Solo los neonazis y
ultraderechistas cuestionan en Europa quienes fueron "los buenos" y
quienes "los malos" en la II Guerra Mundial. El hecho de que los Aliados
cometieran numerosas atrocidades, entre ellas los criminales bombardeos
nucleares de Hiroshima y Nagashaki, no hace que nadie cuestione la
culpabilidad astronómica de Hitler y los suyos.
¿Se
atrevería nuestro Rey a defender la misma impresentable equidistancia
entre nazis y aliados que la que mantuvo entre demócratas y franquistas
durante su mensaje de Nochebuena? ¿Osaría Felipe VI acusar a los
descendientes de los judíos gaseados en Birkenau de querer reabrir
heridas por intentar honrar la memoria de sus víctimas? ¿Haría Campofrío
un anuncio navideño equiparando a un SS con una guerrillera de la
Resistencia o con un seguidor del Bayern de Munich? ¿Emitiría Telecinco
una serie humanizando a Heinrich Himmler? ¿Seríamos capaces de tener
enterrado en un enorme mausoleo, cuidado por monjes benedictinos, a
Adolf Hitler? ¿Toleraría nuestra Justicia una fundación que llevara el
nombre del Führer?
Dicho todo esto vamos con los
matices. Claro que es necesario analizar el periodo republicano, como
todos, desde un rigor histórico objetivo alejado de cualquier idealismo.
Claro que hubo "buenos" y "malos" en ambos bandos… Cerca de 50.000
personas fueron asesinadas extrajudicialmente durante la guerra en la
España republicana. Es una cifra escandalosa e injustificable… como lo
fueron los bombardeos aliados de Dresde o de Hamburgo. Y, sí, claro que
hay que divulgar lo ocurrido en Paracuellos y en otros lugares donde se
cometieron cobardes matanzas por parte de extremistas comunistas y
anarquistas.
El problema para los nostálgicos del
franquismo y para los cómplices del mismo, como parece ser nuestro Rey,
es que los hechos históricos documentados nos alejan de la
equidistancia. Dictadura frente a democracia; 150.000 asesinados por los
sublevados frente a 50.000 por los republicanos; el terror, la muerte y
la violación de mujeres como estrategia de guerra ordenada por los
líderes golpistas frente a la actitud de los mandatarios de la República
que intentaron controlar e incluso castigar los crímenes cometidos por
sus exaltados; democracia, imperfecta pero democracia, con libertad,
derechos sociales e igualdad frente a 40 años de oscuridad, crímenes de
Estado, totalitarismo, machismo y miedo…
José
Alcubierre fue un hombre bueno y Francisco Franco un asesino. Uno murió
la pasada semana, olvidado en el exilio francés; el otro continúa
enterrado en un gran mausoleo cerca de Madrid, tiene una estatua en
Melilla y su apellido sigue presente en las calles y plazas de cientos
de municipios españoles. ¿Somos o no somos una sociedad democráticamente
enferma?
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