sábado, 18 de marzo de 2017

¿Quién puso el dinero para el golpe del 18 de julio y la Guerra Civil?




El 18 de julio de 1936 se produjo un golpe de Estado militar contra el Gobierno de la II República, cuya legitimidad procedía de las urnas, que condujo a España a una brutal y sanguinaria Guerra Civil. Y este es un dato clave e imposible de pasar por alto: el conflicto estalla y España se desangra durante tres largos años porque un grupo de militares con el apoyo de civiles monárquicos y de la Italia de Mussolini, entre otros, deciden dar un golpe de Estado para imponer su voluntad por encima de las urnas.
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Pero un golpe de Estado no se perpetra de la noche a la mañana. Y sobre todo, un golpe de Estado no triunfa sin un apoyo financiero sólido detrás tanto para el armamento necesario, el mantenimiento de las tropas y, sobre todo, el sostenimiento del nuevo Estado que nace después de una Guerra Civil tan devastadora como la que sufrió España.

El economista, banquero, marqués y un sinfín de epítetos más José Ángel Sánchez Asiaín (Barakaldo, 1929) publicó en 2013 la obra La financiación de la Guerra Civil española (Crítica), que, además de ser premiada con el Premio Nacional de Historia de España de ese año, recoge al detalle los apoyos económicos y financieros que obtuvieron por un lado los golpistas del 18 de julio, y, por otro, una vez comenzada la Guerra Civil, los respaldos financieros que obtuvo la República y los franquistas.

En este sentido, cabe destacar que una de las principales conclusiones que se puede obtener de la detenida lectura de la obra es que prácticamente nadie salvo la URSS y de una manera muy discreta Francia se atrevió a comerciar con la República ya sea por miedo al comunismo o a los aliados nazi-fascistas. Mientras que, por otro lado, el golpe de Estado que provocó la Guerra Civil y que tuvo su única justificación en la consigna de “salvar a España” estuvo financiado prácticamente en su integridad por capital extranjero que impuso altos intereses. Por lo que el autodenominado Movimiento Nacional no era tan Nacional como alardeaba.

Cuando se cumplen 80 años del golpe de Estado militar que arrastró a España a la Guerra Civil, Público recupera la obra de Sánchez Asiaín poniendo el foco en aquellos países, bancos y personajes que financiaron el golpe de Estado del 18 de julio y que le dieron soporte financiero en sus primeros meses, a pesar de haber fracasado en buena parte del territorio y de saber que ese dinero estaba destinado a la destrucción del país.

Juan March
El banquero y contrabandista Juan March, cuya familia sigue disponiendo de una amplia fortuna, era el hombre más rico e influyente de la España de 1936 y no tuvo ningún reparo en financiar todo tipo de acciones para socavar la República. Primero, alentando la “conspiración”. Después, facilitando medios para que la rebelión fuera una realidad en 1936 y,  posteriormente, siendo generoso con su dinero especialmente en los primeros momentos a la hora de financiar la compra de todo tipo de material de guerra.
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Es imposible cuantificar cuánto dinero puso March a disposición de los militares sublevados. Las cifras de historiadores y periodistas han oscilado entre los mil millones de pesetas y los 15 millones de libras esterlinas más la financiación de buena parte de la intervención italiana en Mallorca. De cualquier modo, sí está claro que ya March en los primeros días del golpe de Estado puso a disposición del general Mola 600 millones de pesetas de la época a través de una cartera de Valores. Así, también pagó el alquiler del avión inglés que llevó a Franco de Canarias a Marruecos y en avalar cuantos créditos fueran necesarios para la causa franquista, no sin antes establecer unos intereses beneficiosos para él y sus socios.

El banquero, asegura la obra de Sánchez Asiaín, también se ocupó de dar solución a una cuestión de tanta importancia para un conflicto militar como el suministro y financiación del petróleo que utilizó el llamado ‘Gobierno de Burgos’. March ofreció las garantías suficientes a la empresa norteamericana Texaco para financiar los primeros envíos de petróleo a los sublevados, que dejaron de suministrar petróleo a la República, a pesar de los acuerdos firmados con ésta. El autor, además, añade: “No está documentado pero parece también claro que España recibió petróleo de Portugal siendo también March el financiador de esas compras”.

El dinero de Juan March también sirvió para sufragar las escuálidas arcas de Falange. El propio José Antonio Primo Rivera había afirmado en 1934 que “uno de los primeros actos del Gobierno de la Falange será colgar al multimillonario contrabandista Juan March”. Sin embargo, 1936 el dinero de March ya fluía en las arcas revolucionarias de los falangistas, primero a disgusto de José Antonio y después con su aprobación.
La Portugal de Salazar
Escribe Sánchez Asiaín que “la ayuda de Portugal a la sublevación fue realmente importante y generosa. Aunque dada la limitación de recursos que Portugal disponía, esa ayuda fue, en su volumen y regularidad, muy inferior a la ayuda prestada por italianos y alemanes”. La importancia de la ayuda de Portugal fue que se produjo en los primeros días del golpe cuando los sublevados estaban en una situación de inferioridad.
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El país luso se convirtió, de hecho, en el receptor formal de armas por cuenta de Franco. El país pasó de prácticamente no existir en la lista de receptores de armas a ocupar el tercer lugar mundial en la lista de clientes de la industria bélica de la Alemania nazi y la primera europea. El apoyo fue clave para salvar el pacto de no-intervención y como retaguardia de apoyo logístico ya que servía de comunicación de la zona franquista, que había quedado partida en dos tras el fallido golpe de Estado.

La obra acredita además que el gobierno de la dictadura portuguesa puso a disposición de los franquistas todo tipo de recursos financieros, créditos de bancos portugueses y una amplia protección política y diplomática. “Así, queda constancia de que en 1937 y desde el Banco Espíritu Santo de Lisboa se comunicaba a 37 representantes diplomáticos españoles que les remitían unas determinadas cantidades económicas”.

La Diputación Foral de Navarra
Navarra gozaba de un régimen foral que otorgaba a la Diputación Foral el control económico y fiscal del territorio. El economista y banquero acredita que la Diputación Foral de Navarra mantuvo una “importante, generosa y constante ayuda institucional a los sublevados”. El mismo 24 de julio de 1936, el general Mola dio orden a la Diputación para que le habilitara un crédito por dos millones de pesetas para hacer frente a los gastos originados por “el movimiento emprendido para salvar España”, crédito que posteriormente sería liquidado sin ser abonado.

La Diputación de Navarra también creó una serie de impuestos de guerra que sirvieron para recaudar 13.942.813 pesetas que fueron puestos a disposición de la “causa nacional”. Este dinero sirvió para, entre otras cosas, adquirir aviones para la defensa de Pamplona, cancelar el crédito a Mola, poner un coche blindado a disposición de Franco, motocicletas para el general Varela, una pensión de 1.840 pesetas a las hijas de Mola para gastos educativos o el pago de la factura de 4.700 pesetas presentada por el Colegio de Arquitectos vasco-navarro por la confección del proyecto del chalet para la viuda del General Mola.

Carlistas
Otra importante fuente de financiación de la sublevación fueron los donativos que hizo un grupo muy selecto de carlistas, económicamente bien situados, entre los que pueden citarse Joaquín Baleztena, Miguel María Zozaya y Fernando Contreras. Pero lo que constituyó una excepcional fuente de financiación, explica el autor, fue el sistema regular de cuotas que los carlistas tenían establecidos desde 1934, de acuerdo con el cual todos los afiliados debían pagar al “Tesoro de la Tradición” una suma, “por lo menos igual a la pagada en imposición directa al Estado”.
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Carlistas
Otra importante fuente de financiación de la sublevación fueron los donativos que hizo un grupo muy selecto de carlistas, económicamente bien situados, entre los que pueden citarse Joaquín Baleztena, Miguel María Zozaya y Fernando Contreras. Pero lo que constituyó una excepcional fuente de financiación, explica el autor, fue el sistema regular de cuotas que los carlistas tenían establecidos desde 1934, de acuerdo con el cual todos los afiliados debían pagar al “Tesoro de la Tradición” una suma, “por lo menos igual a la pagada en imposición directa al Estado”.

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Francesc Cambó
El político catalán, cofundador y líder de la Liga Regionalista, descrito por Romanones como “el mejor político del siglo XX”, ayudó a recaudar en el extranjero 410 millones de pesetas para financiar la sublevación de los militares golpistas. Asimismo, avaló o ayudó a conseguir créditos que pudieron ascender a 35 millones de dólares.
Aportaciones judías
A pesar de las amenazantes frases lanzadas en Radio Sevilla por Queipo de Llano, las grandes familias judías de Melilla “destinaron cuantiosas sumas de dinero a la causa rebelde”. Franco, que estaba gestionando créditos con la banca judía de Tetuán y Tánger, se vio obligado a desautorizar estas emisiones antisemitas y el 15 de agosto de 1936 dirigió una carta al Consejo Comunal Israelita de Tetuán pidiéndoles que no prestarán atención alguna a las emisiones antisemitas.

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La Italia fascista
El autor argumenta que hay dos tipos de razones que justifican la ayuda de Mussolini a los franquistas con la intensidad con la que lo hizo. Unas son razones de tipo político y económico, y se refieren a la voluntad de Mussolini de dominar como fuera el Mediterráneo y, en todo caso, impedir su bloqueo mediante un pacto hispano-francés. Las otras se refieren a la creencia de Mussolini de que su misión en la Historia era luchar contra el comunismo. “En todo caso, también influyó el hecho de que España ofrecía un buen campo de experimentación para el nuevo armamento”, añade el autor.

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Más allá de la cuantiosa ayuda militar que Italia destinó a España en forma de aviones Savoia y cazas Fiat, armas y militares de las que el historiador Ángel Viñas ha dado buena cuenta, cabe destacar que una vez acabada la guerra, representantes italianos y españoles, valoraron que el total del crédito que Italia había puesto a disposición de los golpistas ascendía a 6.926 millones de liras.
No obstante, el Gobierno italiano, mucho más generoso que el alemán, propuso fijar en 5.000 millones de liras la deuda total del Gobierno español por suministro de material de guerra de todas clases y diferentes gastos hechos hasta el 31 de diciembre de 1939. El resto quedaba condonado.

La Alemania nazi
El proceso oficial de petición de ayuda de los sublevados a Alemania comenzó el 21 de julio de 1936, cuando Franco, tratando de llegar a Hitler de la forma más directa posible y rápida, recibió a Johannes Bernhard, del que se sabía que estaba en condiciones de contactar con facilidad y sin trámites administrativos con el dictador nazi.

Cuando la petición de ayuda llegó a Hitler, los ministros del Aire, Goering, y de Guerra, Blomberg, animaron a Hitler a prestar ayuda e involucrarse en la operación tanto “por simpatía hacia sus planteamientos anticomunistas, como para utilizar el conflicto español como un laboratorio para mejorar las técnicas de los ejércitos alemanes”. Goering también recordó a Hitler que, a cambio de los aviones, Alemania podría obtener de España los minerales que tanto necesitaba.
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Adolf Hitler
De tal manera que la intervención alemana en la Guerra Civil española, dice el autor, no puede entenderse sin tener en cuenta la política de aprovisionamiento de materias primas, especialmente de minerales aplicados a las necesidades de la guerra. Sobre esta base, los rebeldes firmaron con Hitler el 20 de marzo de 1937 un Protocolo de Amistad. Las operaciones entre ambos países durante la guerra fueron múltiples, todas con “olvido sistemático” de las opiniones españolas imponiéndose en todo momento el deseo alemán.

Una parte considerable de la deuda que España contrajo con Alemania fue pagadas por compensación, es decir, con exportaciones españolas a Alemania, sobre todo de minerales. Una vez terminada la guerra Alemania fijó la deuda en 372 millones de marcos, incluyendo el coste de la Legión Cóndor, que los alemanes cifraron en 99 millones de marcos.

No obstante, la dictadura de Franco y la de Hitler jamás llegaron a un acuerdo para calcular el importe de la deuda aunque sí que encontraron una solución política de entendimiento mutuo para demorar el problema. Esta solución fue firmada en 1941 y permitía a los alemanes hacer compras en España sin pagar su importe. “Y minerales, aceite y naranjas, entre otras cosas, fueron enviados a Alemania sin generar divisas para la economía española”, añade el autor.

Sociedade Geral de Comércio, Industria e Transportes Limitada
Este holding de empresas portugués dispuso de un crédito de hasta 175.000 libras esterlinas para los golpistas el 8 de agosto de 1936 con un interés del 5,5% anual.

Compañía General de Tabacos de Filipinas
Dispuso un crédito de un millón de dólares, ampliado en 200.000 dólares más. Fue otorgado el 22 octubre de 1936. Sin intereses.

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Kleinwort, Sons & Co
El banco inglés otorgó un crédito de 800.000 libras con una remuneración del 4% anual el 15 de septiembre de 1937. Apenas un mes después, la misma entidad concedió otro crédito de hasta 1.500.000 libras esterlinas con un interés del 3% anual.

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Société de Banque Suisse
Concedió otro crédito de hasta un millón de libras esterlinas el 20 de octubre de 1938.

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Caixa Geral de Depósitos
La entidad bancaria portuguesa concedió un crédito hasta el límite de 50 millones de escudos portugueses el 28 de febrero de 1939 con un interés del 4% anual.

Consorcio bancos italianos
Independientemente de la ayuda prestada por el Estado italiano, un consorcio de bancos italianos que presidía el Banco de Italia, con la colaboración de los bancos Hispano Americano y Español de Crédito puso a disposición de los sublevados un crédito de hasta 125 millones de liras el 20 de noviembre de 1937 alcanzando un total de 300 millones de liras en 1939.

Autor: Alejandro Torrús

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