sábado, 25 de marzo de 2017

Y el fútbol inglés miró hacia otro lado

Más de mil denuncias sobre abusos sexuales y pederastia, de las cuales al menos 350 están verificadas, empañan la Premier  

El artículo de Daniel Taylor en The Guardian publicado el 16 de noviembre pasado comenzaba con esta frase: “No es fácil sentarse frente a Andy Woodward”. Al periodista le sobraban razones. Woodward, que llegó a jugar en la segunda división inglesa con el Sheffield United, se decidió a hacer públicos los abusos que sufrió siendo un niño, convencido de que eran muchos —“potencialmente cientos”, dijo— los que pasaron por un infierno semejante al suyo. A los 43 años revivió los abusos sufridos cuando era un adolescente señalando a Barry Bennell, que fue su entrenador en el Crewe Alexandra, y que además ejerció durante la década de los 80 en los condados de Derbyshire, Staffordshire, Cheshire y el Gran Manchester. Las denuncias recibidas en el departamento de Protección del Menor suman más de mil y al menos 350 han sido verificadas en la llamada Operación Hydrant. 
El relato de Woodward incluye el reconocimiento de al menos diez intentos de suicidio. Su caso es tan tremendo que el entrenador que abusó de él siendo un adolescente terminó casándose con su hermana. Su valentía llevó a otros exfutbolistas a hablar en público. Como Derek Bell, del Newcastle, que en BBC5 explicó que entre los 12 y los 14 años sufrió abusos continuados por parte de George Ormond cuando era su entrenador en el Montagu & North Fenham. Un día, siendo un adulto, le vio pasear tan feliz por la calle, y se fue en su busca. “Llegué a su casa con un cuchillo, le pegué una patada a la puerta  y entré dispuesto a matarle, pero no estaba. No podía más. Los vecinos me vieron y me fui”, explicó. “Volví otro día, pero con una grabadora. Le pregunté por qué me había hecho eso y solo pudo decirme que no lo sabía”. 
Tras la denuncia contra Barry Bennell aparecieron más casos, de norte a sur y de este a oeste: George Ormond,  en Newcastle, Eddie Heath, en Chelsea, Chris Gieler, del QPR, Hugh Stevenson o Gordon Neely, los dos en Escocia o Higgins, alias Monster Coach, en el sur, en Southampton.  Bennell, que se cambió  el nombre a Richard Jones, tiene en la actualidad 62 años, ya fue declarado culpable hace 22 años tras admitir 23 cargos por abusos sexuales a niños de entre 9 y 15 años, y condenado a 9 años de prisión.
Con el paso de los días se ha desvelado que algunos casos han sido ocultados por varios clubes. Según fuentes oficiales de la FA, la federación inglesa de fútbol, “no más de cinco equipos dela Premier League” trataron de taparlo con dinero para no perjudicar su imagen, entre ellos, el Chelsea. Fue el ex jugador Gary Johnson quien lo desveló . “Cuando fui a contarle a la actual directiva, contra la que no tengo nada, lo que me ocurrió cuando era un niño, la respuesta inicial fue: “Pruébalo”, explicó Johnson, que jugó para los de Stamford Bridge durante tres años. Su caso remite a su etapa de juvenil y señala a  Eddie Heat , que abusó de él “cientos de veces” cuando tenía 13 años. Johnson firmó primero un acuerdo de confidencialidad por50.000 librasy luego se arrepintió: “Los aficionados del Chelsea merecen saber la verdad y, ¿cuántos como mi caso habrá por ahí? Rezo para que no se permita a los clubes cubrir este tipo de cosas. Por el bien del fútbol necesitamos transparencia”, dijo.
Algunos de los nombres señalados aún trabajan dentro de la Federación y en cargos relevantes
Aunque la Federación señaló que cualquier club que trate de tapar estos hechos será sancionado, esta misma semana perdonó al Chelsea, al considerar que había obrado de buena fe, dado que ha hecho público un comunicado, el pasado martes, en el que se ofreció a colaborar. Pero eso no quita para que Greg Clarke, presidente dela Federación Inglesa, haya calificado los hechos como “la mayor crisis que he conocido en nuestro deporte”.
De hecho son muchos los que off the record se temen que lo peor esté por llegar y que cualquier día de estos una bomba sacuda aún más los cimientos del fútbol formativo inglés, que lo que se sabe no sea sino una gota en el océano comparado con lo que esté por llegar. Ed Smethurst, representante de Woodward, asegura que han sido “una marea” las llamadas que ha recibido desde que se destapó en The Guardian el tema.
“El problema es que algunos de los nombres señalados aún trabajan dentro de la Federación y en cargos relevantes. Hay nombres que se repiten sistemáticamente y hay casos en los que se pudo y se pueden tomar medidas”, sostiene. Según la policía, las cifras oficiales de las denuncias alcanzan ya las 350 presuntas víctimas y afectan a 55 clubes. Las mismas fuentes apuntan que muchas víctimas siguen en el anonimato, de manera comprensible.
Es cierto que muchos clubes han tomado cartas en el asunto, aunque parece haber un pacto en la Premier para hablar lo menos posible del tema. Por ejemplo el jefe de prensa del  Manchester City prohibió preguntas a Guardiola sobre el tema. Luego explicó que el club no quería que el técnico se erigiera el portavoz de la entidad en un tema tan escabroso. Lo cierto es que el City como institución no ha emitido ningún comunicado, aunque fue salpicado de refilón porque  para una filial del club trabajó Barry Bennell hace años.
Parece haber un pacto en la Premier para hablar lo menos posible del tema
El equipo colaboró desde el principio con las investigaciones y, aunque no lo haya hecho público, ha abierto una auditoría interna para comprobar que a día de hoy las prácticas formativas en su Academia de Manchester, y en las de Australia, EE.UU. y Japón están a salvo de pecado. Según ha confirmado un alto cargo de la entidad a instancias de Ferrán Soriano, CEO de la entidad, quien dio orden de intervenir de inmediato al tener conocimiento de lo sucedido en el pasado.
El caso más paradigmático es el de Bob Higgins, a quien entre otras muchos ha denunciado Matt Le Tissier (Guernsey, 1968) probablemente el más famoso de los futbolistas que hayan admitido ser víctimas de abusos en su etapa formativa. Leyenda del Southampton, con el que jugó  528 partidos y marcó 201 goles,  reconoció  haber padecido “angustiosos masajes” por parte de Higgins cuando era un crío. “Estábamos desnudos, nos tirábamos en la camilla y nos daba masajes. Era muy desagradable, te hacía sentir muy mal. Pero esa edad los niños no hablan, hacen bromas, se toman el pelo y queda más o menos en segundo plano. Y cuando te vas haciendo mayor piensas sobre ello y ves que no era normal”. De Higgins, en 1989 ya se rumoreaba en los ambientes futbolísticos de sus prácticas, pero nadie actuó en su contra.
Phil Brown, exjugador del Tottenham, que dirigió clubes en la costa sur, ha mostrado su sorpresa por ello. “Conocía a Higgins y se rumoreaban cosas. Incluso vi un programa en la tele en la que un joven hablaba del tipo de cosas que hacía en Southampton. Me sorprende que haya estado involucrado en el fútbol desde entonces”. Es más existe una carta de la Football Leaguedatada en 1989 en la que advierte a los clubes para que no se comprometan con la academia de Higgins y la Policíay los servicios sociales se vincularon para alertar a escuelas de que Monster Coach, como ahora se le conoce, representaba “un riesgo para los niños”. Perola Federación Inglesa no actuó. “Me sorprende.La FA pudo hacer más” ha dicho Harry Redknapp, un referente del fútbol inglés, actualmente vinculado al Derby Country. Pero no, el fútbol escondió la cabeza en el césped.
La vergüenza es tal en Inglaterra que cuando sacas el tema en un pub, normalmente los parroquianos bajan la cabeza, mascullan un reniego, levantan la pinta, beben y miran a otro lado.

Autor: Luis Martín


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