Estados Unidos obtiene las peores puntuaciones en todos los epígrafes sobre salud infantil respecto al resto de la OCDE. 2018-02-15
Dos jóvenes en una calle de San Francisco, EEUU. Foto: Franco Folini
En los años 70 las cifras de mortalidad infantil en EE UU se torcieron: miles de niñas y niños estadounidenses morían o dejaban de salvarse mientras las estadísticas seguían mejorando a buen ritmo en el resto del denominado primer mundo. Y la cosa solo había empezado a empeorar...
El mayor gasto con peor resultado
EE UU suele mostrar peores indicadores de salud infantil que casi cualquier otro país desarrollado con el que se compare. En 2013, el Centro de Estudios de UNICEF, en Florencia, publicó un demoledor análisis del bienestar infantil en países desarrollados: se examinaron diferentes parámetros, desde los índices de obesidad, hasta el desempeño educativo pasando por la seguridad habitacional o la exposición a factores de riesgo como la violencia. EE UU quedó en el puesto 26º de 29. Los estudios comparativos cosechan datos similares una y otra vez: mayor mortalidad infantil, menor esperanza de vida al nacer, peores índices de heridas y lesiones, más obesidad, más riesgo de infección por VIH, más embarazos adolescentes… Y todo, en el país que, paradójicamente, más gasta per cápita en sanidad infantil —2.660 dólares en 2014—.El país rico más peligroso para nacer
¿Cuándo y cómo se descolgó EE UU del pelotón de países enriquecidos? ¿Y cuál es el saldo macabro de este frenazo? Alexandra D. Forrest es coautora de un reciente estudio publicado en la revista Health Affairs en el que han revisado y comparado las tasas de mortalidad infantil por diferentes causas en los países de la OCDE durante el último medio siglo.Desde la facultad de Medicina de la Universidad de Drexel, en Filadelfia, Pensilvania, Forrest ha hablado con El Salto: “A pesar del mayor gasto en salud infantil, creemos que las persistentes tasas de pobreza, los pobres logros educativos y la frágil red de seguridad social han convertido a EEUU en la más peligrosa de las naciones ricas para nacer”.A comienzos del siglo XXI, si tenías entre 1 y 19 años en EE UU, tu riesgo de morir era un 57% mayor que el de el resto de menores en países ricosEn otras ocasiones ya se había constatado la lentitud de los avances estadounidenses en mortalidad infantil frente a otros países, pero siempre se habían examinado grupos de edad muy concretos. Esta es la primera vez que se cuantifican y comparan todas las muertes de menores en EE UU frente a las de economías análogas.
Bebés con un 76% más de riesgo de morir
Entre 1961 y 2010 las tasas de mortalidad infantil se redujeron en todo el mundo, también en EE UU: el planeta se volcó en el combate contra las enfermedades infecciosas y millones de vidas se salvaron. Sin embargo, la reducción no fue homogénea, sino que algunos países, como España, mejoraron rápidamente, mientras que otros, como EE UU, arrastraban los pies.En los años 70, las criaturas estadounidenses de entre uno y 19 años de edad empezaron a alimentar con sus muertes unas estadísticas significativamente peores que las del resto de la OCDE. En la década siguiente, las cifras empeoraron también para bebés de menos de un año. Entre los años 90 y los dos mil, EE UU lo hizo peor que todos los demás: a comienzos del siglo XXI, si tenías tenías entre 1 y 19 años en EE UU, tu riesgo de morir era un 57% mayor que el de el resto de menores en países ricos; y si tenías menos de un año, la cosa empeoraba: un 76% más de riesgo de morir que el de cualquier bebé de la OCDE.Perder 20.000 vidas infantiles al año
Al final, la brecha se había ensanchado hasta tragarse 600.000 vidas jóvenes que podrían haberse salvado si las condiciones de vida en EE UU hubiesen mejorado al mismo ritmo que las del resto de sus pares. Unas 20.000 vidas al año para el cambio de siglo. La peor parte fue para el grupo de adolescentes de entre 15 y 19 años: 250.000 víctimas. Cuando el equipo científico de Forrest desmenuzó las cifras por diferentes causas de la muerte, encontró que EE UU obtenía las peores puntuaciones en todos los epígrafes, no había ni una sola categoría en la que EE UU hubiese tenido mejores resultados que el resto de la OCDE. Pero en dos apartados, el retraso estadounidense fue especialmente amargo.Pobreza letal alrededor del parto
Por un lado, las complicaciones perinatales —inmadurez, lesiones durante el parto, asfixia o atelectasia (obstrucción respiratoria) después del parto, enfermedad hemolítica (destrucción acelerada de glóbulos rojos), trastornos de la madre que afectaron a feto o bebé y malnutrición fetal—.Los nacimientos prematuros y las cifras de bajo peso al nacer se adhieren como rémoras a los partos de las mujeres pobresHace cinco años, el Instituto de Medicina, una de las cuatro Academias Nacionales de EEUU, publicó un informe comparativo sobre la salud de su población. El título lo decía todo: Vidas más cortas, salud más pobre. Aquel análisis identificaba las carencias que más dañaban la salud usamericana: “condiciones socioeconómicas adversas, hábitos poco saludables y un sistema sanitario fragmentado, todo ello en el contexto de una débil red de seguridad social que falla a la hora de amortiguar el impacto de estas circunstancias en la salud de la población más vulnerable”.
Los datos del estudio en el que ha participado Forrest parecen respaldar esa correlación: las tasas de mortalidad infantil comenzaron a empeorar cuando la pobreza infantil relativa empezó a extenderse en EEUU, entre los años 70 y 80. Una lacra, la de la pobreza infantil y maternoinfantil, que se muestra insistentemente letal para la salud: los nacimientos prematuros y las cifras de bajo peso al nacer se adhieren como rémoras a los partos de las mujeres pobres estudio tras estudio.
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