La actividad beligerante de la Iglesia católica en contra de la ley por
la despenalización del aborto, sus virulentas diatribas y desembozadas
amenazas, excomulgación incluida, contra los políticos y creyentes en
general, que apoyan la ley, vuelve a poner en el centro la necesidad
imperiosa de terminar en todos los planos con el maridaje entre el
Estado y la Iglesia.
Pero la cuestión no solo involucra la relación entre las instituciones
de un Estado laico y su sociedad con la monarquía medieval con sede en
el Vaticano; se trata del rechazo firme y contundente a su condición
ética para dictar e imponer normas, leyes, códigos, principios y reglas
que involucran la vida de toda la sociedad, de poner en cuestión la
autoridad de una corporación que acredita una historia oscurantista y
calumniadora, corrupta, parasitaria, esclavista, homofóbica, misógina,
machista, pedófila y violadora, torturadora y asesina, cazadora de
herencias y vendedora de indulgencias, estafadora y socia de la Mafia,
apropiadora de niños, cómplice de dictadores, de secuestros y
desapariciones, de regímenes racistas, amiga de nazis y fascistas,
genocida de pueblos originarios, mendaz y persistente falseadora de
la historia, enemiga de la ciencia y que a pesar de todo su
prontuario se sostiene en el tiempo con una impunidad milenaria
Si esta lista de atributos parece exagerada, veamos una muy breve
síntesis de los actos que a modo solo de titulares integran los
extensos capítulos de su libro negro.
La Iglesia del odio y la guerra.
Desde el siglo tercero cuando Constantino adopta el cristianismo como
culto oficial del Imperio, y como ha sucedido con todas las
religiones del mundo, en el momento en que se han convertido en culto de
Estado, los centros de poder de las Iglesias cristianas fueron
ejercidos por individuos sin escrúpulos y astutos, preparados para
lucrarse a costa de la fe y con el único fin de adquirir riqueza y
autoridad, recorrer las crónicas de los papados es escalofriante.
Empezando por el propio Constantino que entre otros actos virtuosos
hizo matar a su propio hijo, a su mujer, a su suegro, a su cuñado y a
miles de súbditos y enemigos. Funda el cristianismo como una religión
de Estado adaptada a las necesidades del Imperio, iglesia
institucionalizada, católica y romana. Los cristianos, en adelante, no
sólo deberían obediencia a Dios, sino al emperador, templo y palacio
juntos inauguran la Edad Media
En estos mil setecientos años es interminable la lista de sucesos
sanguinarios que sacudieron a Europa primero y después al mundo, que son
consecuencia de las luchas de poder en las cuales la Iglesia se alineó
como protagonista entre las fuerzas combatientes. A lo largo de su
historia se le acreditan fehacientemente más crímenes que los
cometidos en las dos guerras mundiales, incluidos los del propio
nazismo
En las Cruzadas, 200 años de crímenes en nombre de Dios, llevaron hacia
Jerusalén turbas de incontrolados asesinos al grito de ¡Dios lo
quiere! En su largo camino avanzaron saqueando incluso las poblaciones
cristianas que atravesaban durante el viaje. La IV cruzada, declarada en
1202, en vez de ir a Tierra Santa tomó al asalto la cristianísima
Constantinopla, la conquistó saqueándola y exterminando a buena parte de
la población. El héroe cristiano San Bernardo de Clairvaux convocó a la
II Cruzada al grito de “¡Maldito sea quien no manche su espada con
sangre!”
Uno de los hechos de mayor crueldad, se registró en 1212, cuando
30.000 niños centroeuropeos partieron a las cruzadas, solos y sin armas.
Muchos de ellos fueron embarcados en Marsella, los que sobrevivieron al
viaje fueron vendidos a los turcos como esclavos.
Los cristianos que no aceptaron la corrupción papal fueron brutalmente
atacados. Cuando el papa Inocencio III decidió detener la denominada
herejía cátara y valdense, proclamó en 1209 una auténtica cruzada en el
sur de Francia. Esta campaña duró veinte años y acabó con la vida
decenas de miles de albigenses. Los cátaros eran culpables de promulgar
una vida comunitaria pacífica y solidaria, a la que consideraban
respetuosa de las enseñanzas de Jesús. Los ejércitos punitivos del
papa al que los cataros llamaron como la bíblica “Ramera de
Babilonia, fueron implacables, la ciudad de Beziers fue arrasada y
todos sus habitantes, incluidos niños mujeres y ancianos, asesinados.
Tres siglos más tarde el 28 de agosto de 1572 en Paris, en la noche de
San Bartolomé, los ejércitos del rey de Francia mataron a 25.000
hugonotes. El papa Gregorio XIII, decidió festejar la masacre de
protestantes celebrando fiestas solemnes y un jubileo.
La cacería medieval de herejes se amplifico a todos los territorios
donde la Iglesia pudo llegar, judíos, musulmanes, cristianos rebeldes o
simplemente lectores de la Biblia, acto prohibido en esa época, fueron
víctimas de los peores tormentos.
Fue en 1229, en el concilio reunido en Tolosa, en aquel sur de Francia
reconquistado para la “verdadera fe”, donde se instituyeron
oficialmente los tribunales de la Inquisición. El papa Gregorio IX
confió la celebración de los procesos contra los herejes a comisarios
especiales elegidos entre los dominicanos y los franciscanos. Pocos años
después Inocencio IV, legalizo el derecho a la tortura. La lucha
contra la herejía se convirtió en un asunto de Estado. La alianza entre
trono y el altar para frenar un fenómeno que amenazaba tanto a la
autoridad civil como a la religiosa, sería uno de los rasgos
constitutivos de la Inquisición. Los inquisidores eran al mismo tiempo
policía, carceleros, acusadores y jueces. La Iglesia ya consolidada
como una potencia política se convirtió directamente en una máquina de
matar. Quien no moría en la tortura o la cárcel, terminaba en la
hoguera. Particularmente brutal fue la Inquisición española. Solo en
Sevilla en 1391, en una misma noche, mataron a más de 4.000 judíos.
Los bienes apropiados a los acusados, unos de los objetivos
“espirituales” que motivaron a los inquisidores, fueron también usados
para financiar las expediciones colonialistas. La reina Isabel de
Castilla, la Católica, recaudó de esa cantera del horror parte los
fondos necesarios para la conquista iniciada con los viajes de Colón.
La Iglesia colonialista y racista
Los crímenes del colonialismo se hallan seguramente entre los más
atroces. Entre los primeros colonizadores del África negra estaban
sacerdotes católicos, fueron ellos quienes ayudaron a españoles y
portuguesas a organizar la trata de esclavos. Se calcula que al menos
veinte millones de personas fueron cautivas y deportadas a América. Para
ellos, la expectativa de vida desde el momento de llegada era de siete
años. Siete años de fatiga y miseria. Pero por cada negro que llegaba a
América como esclavo, nueve prisioneros morían durante la captura o en
el viaje hasta el puerto de embarque o la travesía. Fue la iglesia, que
no condeno la esclavitud, la que propuso reemplazar a los nativos
americanos a los que se podía evangelizar, por los negros esclavos
considerados infrahumanos. Las consecuencias que en ese continente
diezmado por los negreros han tenido la esclavitud y el colonialismo se
proyectan hasta hoy con las crisis humanitarias que hoy lo atraviesan.
En la conquista de América, decenas de millones de nativos americanos
murieron en las batallas, en las prisiones o sometidos a condiciones de
vida y trabajo inhumanas, exterminados por las enfermedades y la
escasez. Solo en México la población de los pueblos originarios paso de
25 millones a en 1520 a menos de un millón en 1595. Con la espada y la
cruz se dedicaron a extirpar sus tradiciones, su cultura y sus lenguas.
Fueron sacerdotes cristianos quienes bendecían los Winchester que
diezmaron hasta el exterminio a los nativos americanos del norte. Menos
conocido es el genocidio de los nativos australianos y el secuestro
generalizado de sus hijos que fueron educados a la fuerza en la fe en
Dios y en la sumisión a los blancos.
La iglesia de los fascistas y dictadores
A comienzos del siglo XX, los obispos castrenses fueron los encargados
de consagrar las armas que se usaron para la carnicera humana de la
primera guerra mundial y luego de los ejércitos monárquicos y burgueses
que trataron de ahogar la Revolución rusa.
Durante la Guerra Civil española la Iglesia católica apoyó con
entusiasmo la “causa nacional” calificando la sublevación contra la
Republica como una “cruzada” o “guerra santa” en defensa de la
religión, otorgando así al bando faccioso y a al dictador el
“Generalísimo Franco “una legitimidad de la que carecía. Fueron fieles
al caudillo hasta su muerte, y siguen sosteniendo a la corrupta
dinastía borbónica hasta nuestros días.
¿Y qué decir de Pío XII? Antes de ser Papa ocupó un cargo en Alemania, y
por lo tanto sabía muy bien quiénes eran los nazis. El firmo la orden
de disolución de todas las organizaciones políticas católicas alemanas,
allanando el camino a Hitler. Es conocido su silencio cómplice cuando
los nazis se dedican a matar comunistas, judíos, homosexuales y
gitanos. Más de mil jerarcas y miembros de las SS, Menguele, Eichmann,
Priebke, Rauff y Stangl entre otros criminales, recibieron su ayuda para
escapar de la justicia.
Curas franciscanos gestionaron, mitra en mano, uno de los campos donde
los nazis masacran a más de un millón de serbios. “Cumplid con vuestro
deber ante el Fuhrer” arengaba a las tropas de la Wehrmacht el
obispo de Märchen, su colega el obispo Faulhaber, apodado el León de
Berlín, consideraba a Pio XII el mejor amigo de los nazis.
Esta profusamente documentada la conducta de la Iglesia que otorgo su
bendición a los generales sudamericanos que asesinaron, secuestraron,
torturaron, violaron e hicieron desaparecer a decenas de miles, se
apropiaron de bebes recién nacidos y en casos comprobados
participaron directamente en estos delitos, que incluyeron los crímenes
de monjas y sacerdotes. Karol Józef Wojtyła envió cartas de aprecio y
bendición a asesinos en serie como Pinochet, con quien incluso se
entrevistó en uno de sus numerosos viajes. En 1982 en su visita a
Argentina, durante la guerra de Malvinas, intento salvar a la dictadura,
y con ese objetivo llamó a preparar “los ánimos para la derrota” y
“pacificar” los ánimos del pueblo
En Italia, cuna del clero, de la mano de un personaje siniestro como
Giulio Andreotti , el amo de las sombras, siete veces primer ministro se
asociaron a la Mafia y a la logia P2, sus manejos financieros quedaron
al descubierto con el escándalo del Vaticano del Banco Ambrosiano
usado para licuar el dinero de la Cosa Nostra, para ello no vacilaron en
asesinar al propio papa Juan Pablo I.
En América Latina quienes intentaron un camino más afín con el primer
cristianismo y se comprometieron con las causas populares tampoco
lograron escapar a la ira de la institución, entre ellos los impulsores
de la Teología de la Liberación, Leonardo Boff fue sometido a un
proceso por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe y
condenado al silencio. El sacerdote poeta Ernesto Cardenal fue atacado
abiertamente por Juan Pablo II, durante su visita oficial a Nicaragua
en 1983, quien lo recriminó públicamente por propagar doctrinas
apóstatas y formar parte del gobierno sandinista.
La iglesia odia a las mujeres
La Iglesia odia a las mujeres. Miles de ensayos documentan la ferocidad
de la que han sido objeto, cómo se adueñaron de sus cuerpos. Esos
escritos nos dan testimonio de cómo quien practicara curaciones, quien
ayudase en un parto, quien contrastase la autoridad de los curas, era
acusada de brujería y terminaba quemada en la hoguera.
Resulta difícil decir cuántas murieron, según estimaciones prudentes las
victimas llegarían a 300.000. La doncella de Orleans, Juana de Arco,
condenada por bruja murió ardiendo en la pira clerical, 25 años
después, hipócrita y utilitariamente, fue canonizada La violencia
contra las mujeres, portadoras del pecado original, ha sido una
constante desde su origen hasta nuestros días, siempre consideradas
serviles máquinas reproductoras. El relato de Margaret Atwood, El cuento de las criadas,
es también una atroz alegoría de la historia sobre la conducta de la
Iglesia hacia las mujeres. El monje Tommaso Campanella, considerado un
progresista dentro de la Iglesia, escribía:” Las mujeres que conciben
en el útero vapores perversos de la sangre menstrual, se perturban y
llevan a cabo actos para recibir demonios”, Cuatro siglos después, en
1930, dijo el papa Pio XI:” quienes empañan la castidad nupcial echan
por tierra la obediencia de la mujer a su marido”.
El desprecio del cristianismo hacia la homosexualidad deriva, de una
ancestral sociedad patriarcal, machista y guerrera, hostil a las
mujeres. El varón homosexual, que se comportaba como una mujer, se
consideraba digno de un profundo desprecio y atentaba contra el estático
al orden del Universo querido por el mismísimo Dios.
¿Cuál fue el coste del terror a la sexualidad inculcado por la moral
religiosa? ¿Cuántas vidas fueron privadas de placer? ¿Cuántos fueron
los homosexuales, no sólo marginados, sino procesados, condenados y
muchas veces ajusticiados? ¿Qué consecuencias sanitarias tuvo su
decisión de prohibir al pueblo que frecuentara los baños públicos,
considerados escandalosos? Hasta la idea de lavarse era considerada
pecado. ¿Cuantas pestes que mataron en Europa hasta un tercio de la
población, fueron hijas del culto cristiano a la suciedad? ¿En cuántos
camposantos de las iglesias se enterraron los restos de sus violaciones?
La iglesia contra la ciencia
La destrucción de los saberes acumulados durante siglos en la biblioteca
de Alejandría, la censura y la quema de libros, sirvieron como
antecedentes de la incineración producida por los nazis en la
Bebelplatz, prácticas que tuvieron numerosos seguidores en todas las
regiones del planeta. Durante la larga Edad Media, la liquidación de la
ciencia clásica fue casi total. San Agustín declaró que las
enfermedades eran obra del demonio, el exorcismo reemplazo a la
medicina. Los científicos eran hechiceros y las mujeres brujas. Galileo
y Giordano Bruno sus víctimas notables.
El negacionismo de la evolución biológica y de las ideas se mantiene
vigente, con voceros aferrados dogmáticamente a textos escritos hace
miles años, que aun sostienen en contra de la teoría del conocimiento
la infalibilidad papal. Stephen Hawkings luego de una entrevista con el
papa Juan Pablo II dijo:” Me alegro que no conociera mis escritos sino
podría haber corrido la misma suerte que Galileo”.
Condenaron los estudios sobre genética, las vacunas, la cirugía y la
anestesia, las transfusiones, entre otros tratamientos por
considerarlos sobrenaturales. Rechazan la fertilidad asistida, los
métodos anticonceptivos, la educación sexual, y libran una virulenta
campaña contra la interrupción voluntaria del embarazo. En nombre del
Todopoderoso, se opusieron a la ampliación de derechos civiles, al
divorcio y al matrimonio igualitario.
La iglesia de los pedófilos
En las últimas décadas sus miembros han sido denunciados por cientos
de aberrantes casos de pedofilia, y sus autores protegidos por la
institución. La Iglesia Católica de EEUU pago más de 1.000 millones de
dólares para resarcir a 11.500 víctimas de actos de pedofilia
ocurridos en el último medio siglo. Un ejemplo relevante es el del
mexicano Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo, bendecido por
Juan Pablo II, quien poco antes de su muerte fue condenado por ser un
pedófilo contumaz durante décadas. Esta práctica no es reciente, tiene
rango de habitualidad, aquí “el hábito” hace al monje. El papa Bonifacio
VIII escribió “El darse placer a uno mismo, con mujeres o con niños,
es un pecado tan insignificante como frotarse las manos”.
La iglesia amenazante
El Papa Francisco en un nuevo acto de intolerancia clerical, de
subestimación y agravio para quienes participan de la campaña por la
despenalización del aborto, la califico como una “moda” y la comparó
con “lo mismo que hacían los nazis para cuidar la raza, pero con guantes
blancos”. Las iglesias evangélicas se han sumado a las amenazas y sin
eufemismos declaran que no votaran a quienes apoyen la ley.
Quienes respaldan la campaña de la Iglesia contra la soberanía de las
mujeres sobre sus propios cuerpos, los que se autodefinen como Provida,
un verdadero oxímoron, sosteniendo posiciones autoritarias para con
toda la sociedad, oscurantistas, necias, con una chorrada de
insostenibles sandeces, y se someten al chantaje social y político,
que poco o nada tienen que ver con creencias, ya sea por genuflexos
besamanos o por simple especulación política, son tan responsables
como ella, no de sus crímenes históricos a lo largo de diecisiete
siglos, si no de su ominosa e ignorante conducta actual. Como en los
tiempos de la hoguera, la desobediencia es herejía, y la herejía se
castiga, pero ya no hay milagros, ni destinos infernales, millones de
mujeres han perdido el miedo, se apropiaron del fuego para que en él
ardan el machismo, el patriarcado, la misoginia y la homofobia, para
que ningún ensotanado nunca más les diga desde un púlpito como vivir
sus cuerpos.
+ Mateo Santamarta Paniagua · cadenaser.com Ciudad del Vaticano - 5/02/2019
El papa Francisco reconoció hoy los abusos a algunas monjas por parte de curas y obispos y dijo que trabaja para buscar soluciones contra esta situación que 'viene de lejos', durante la rueda de prensa en su viaje de regreso de Emiratos Árabes Unidos (...)
+ Mateo Santamarta Paniagua · cadenaser.com Ciudad del Vaticano - 5/02/2019
Es
algo vergonzoso. Los abusos sobre niños y monjas. No son pecados, son
delitos. E n la sociedad son delitos. En el cielo o el infierno serán
pecados.
El papa Francisco reconoció hoy los abusos a algunas monjas por parte de curas y obispos y dijo que trabaja para buscar soluciones contra esta situación que 'viene de lejos', durante la rueda de prensa en su viaje de regreso de Emiratos Árabes Unidos (...)
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