Fernando Broncano R 15/2/22
El gobierno quiere aprobar una reforma de la Ley de la Ciencia e incrementar los presupuestos. Vale, perfecto, aplausos. Ahora bien, quienes habitamos o hemos habitado en el mundo de la investigación y llevado a cabo proyectos financiados por las políticas públicas sabemos bien que la gestión de la ciencia deja mucho que desear. La burocracia para cualquier acción desanima completamente a la gente y los múltiples problemas tienen mucho que ver con que la legislación española considera el sistema científico como si fuese un sistema más de la administración y no entiende las peculiaridades de los tiempos de la investigación y el cómo los gastos son también singulares. Del mismo modo que no se pueden predecir los resultados, tampoco muchas veces los gastos y acciones. Y en lo que respecta al personal, sigue siendo también un problema serio de figuras legales. Por lo pronto el gobierno ya ha retirado los fondos que daba a las universidades para incorporar a investigadores Ramón y Cajal. Buen comienzo para entrever sus intenciones. Ahora se encuentra con que la Reforma Laboral y el sistema de becas entran en conflicto. Y, de nuevo, la separación de ministerios (universidades, ciencia) sigue produciendo distorsiones. El sistema necesita una profunda renovación administrativa. Y en lo que respecta a las políticas de personal un cambio de marcha y posiblemente de dirección.
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