sábado, 1 de junio de 2024

El Salto. Llámame idealista, pero quiero viajar en tren, de Pablo Muñoz Nieto

9 MAY 2024 
Pablo Muñoz Nieto  Coordinador del Área de Movilidad Sostenible de Ecologistas en Acción
 
Este fin de semana se celebra en Madrid el III Encuentro estatal Tren y Clima. El objetivo: crear espacios de confluencia entre luchas y actores diversos en los que definir acciones de incidencia política y movilización social conjuntas.

Recuerdo los vagones que nos llevaban al pueblo, con sus sillones de escay que hacían sudar la espalda. Hoy la estación luce vacía, sin taquilleros. EDU LEÓN


Camporrobles es un pequeño municipio del interior de la provincia de Valencia. Tal vez no lo conozcas, ya que rara vez es objeto de atención por parte de los grandes medios de comunicación. Sin embargo, una cosa destaca en el día a día camporruteño: su unánime lucha por recuperar el tren. Una lucha que, desde hace tres años, les lleva el día 7 de cada mes a manifestarse por la vuelta de los servicios ferroviarios a su pueblo, situado en la línea Tarancón-Utiel, clausurada por el Gobierno de Pedro Sánchez en 2023.

Desafortunadamente, la reivindicación de Camporrobles no es la única. Existe también en Monzón (Huesca). Y en Aranda de Duero (Burgos). Y en decenas de municipios de todo el oeste peninsular, ubicados a lo largo de la denominada Ruta de la Plata. Y en toda la línea que flanquea la cornisa cantábrica, entre Bilbao y Ferrol. Y en muchos otros puntos del Estado español que comparten el mismo problema: el creciente aislamiento socioeconómico de los municipios y la dependencia del vehículo privado de decenas de miles de personas como consecuencia del progresivo deterioro y desaparición de infraestructuras y servicios ferroviarios.
En efecto, durante las últimas tres décadas la red ferroviaria convencional —la que realmente da servicio a los municipios y territorios— ha sufrido el abandono de una política centrada casi exclusivamente en la Alta Velocidad. Entre 1992 y 2022, los diferentes gobiernos centrales invirtieron 57.200 millones de euros en aquella, es decir, más del 40% del total de la inversión en infraestructuras de transporte. Por su parte, la red de Cercanías, que mueve en torno al 90% de todas las personas usuarias del ferrocarril, recibió 3.600 millones de euros en el mismo periodo. El resto de la red prácticamente no recibió inversiones.
El resultado de lo anterior lo sufren hoy las usuarias en forma de mayores tiempos de viaje, menores frecuencias, habituales retrasos y averías, cierre de estaciones y servicios asociados... Hasta el kafkiano extremo de que puede resultar más rápido realizar algunos trayectos en bicicleta que en tren, como demostró recientemente un usuario en Asturies.
Para luchar contra esa triste realidad, decenas de organizaciones de diverso tipo —sociales, ecologistas, sindicales, vecinales, de consumidoras, etc.— representantes de los lugares mencionados —y de muchos otros— se reúnen este fin de semana en Madrid en el III Encuentro estatal Tren y Clima. El objetivo: crear espacios de confluencia entre luchas y actores diversos en los que definir acciones de incidencia política y movilización social conjuntas.
El encuentro, que celebra este año su tercera edición, cuenta con un programa de trabajo amplio y variado, muy centrado en las políticas europeas de transporte y sus repercusiones en el Estado español, habida cuenta de la proximidad de las elecciones europeas. El viernes se dará el pistoletazo de salida con una mesa redonda sobre movilidad en la Unión Europea con representantes políticos, para continuar el sábado con talleres de temática variada: situación del transporte ferroviario en la UE, impactos de la política de construcción de grandes infraestructuras de transporte, confluencia con otras luchas y planificación de acciones, como la otoñal Semana de Lucha por el Tren. Bajo el eslogan “Por un tren que vertebre el territorio y enfríe el planeta”, una concentración frente a la estación de Atocha pondrá el colofón final al encuentro el domingo al mediodía.

A quienes reivindicamos el tren, a menudo se nos califica, desde las instituciones, de románticos trasnochados defensores de un transporte ferroviario que no volverá. Pero no somos un grupo de idealistas ingenuos. Al revés, vivimos a diario el crudo realismo del que sabe que rema contra corriente. Pero, conscientes de los retos sociales, económicos, energéticos y ambientales a los que tenemos que hacer frente, y armados de datos sobre las posibilidades del transporte ferroviario, creemos firmemente en él como una solución a dichos desafíos.

Por eso, seguiremos reclamando la recuperación de líneas regionales; la inversión en servicios ferroviarios nocturnos que conecten puntos de la península entre sí, y de esta con Europa; el fomento del transporte de mercancías por ferrocarril; la mejora de la accesibilidad universal a los trenes; o la puesta en marcha de medidas que permitan una intermodalidad real, empezando por poder meter la bicicleta en los trenes libremente.Y lo haremos con la legitimidad que nos da, en tanto que organizaciones de la sociedad civil, el hecho de representar con nuestras demandas a cientos de miles de personas que piden transporte ferroviario público, social y sostenible. Y con la fuerza que nos proporciona hacerlo juntas y unidas.

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