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miércoles, 10 de agosto de 2011

SINDICALISMO Y MOVIMIENTO 15-M. DESTELLOS DURADEROS VI...





Hasta la guerra civil, el sindicalismo tenía unos objetivos bastante comunes y precisos: concienciador, es decir, hacer tomar conciencia a l@s obrer@s de su condición de explotad@s y de su capacidad de transformación de la realidad; y movilizador, es decir, impulsor de reclamaciones y reivindicaciones. El sindicato ofrecía su organización para unir, agrupar y dar coherencia a las reclamaciones y luchas. Estaba al servicio de los trabajador@s y se ponía al frente de ell@s para impulsarl@s en la lucha. No olvidemos que el objetivo era acabar con la explotación, suprimiendo su origen, la propiedad privada y la apropiación de los beneficios por parte de los empresarios.

Cuando el sindicalismo marxista, condicionado por la prioridad del partido político, abandonó su objetivo revolucionario, empezó a centrar sus prioridades en el reformismo social, es decir, en pedir la intervención del Estado a través de leyes para mejorar la situación de l@s trabajador@s (para ello es necesario un incremento de los impuestos que permita al Estado realizar esas intervenciones sociales). Cuando se optó por esa opción, el partido político (los partidos socialistas o socialdemócratas) tomaron el protagonismo, centraron los objetivos centrales en las elecciones, y en gobernar, y los sindicatos pasaron a retener a los trabajador@s para que no se expresaran por su cuenta y siempre lo hicieran a través de unos sindicatos que estaban al servicio de la acción política. Todo lo que se salía de su canal era salvaje, violento y condenable. Su función pasó a ser la de retener y desmovilizar, salvo en momentos concretos en que necesitaban demostrar que podían, si querían, movilizar en momentos puntuales para justificar su capacidad de negociación.

En España el sistema político fue tan desastroso, basado en la manipulación electoral, la corrupción y la manipulación electoral a través del caciquismo (Sistema de la Restauración, 1875-1931) que esta opción fue frustrante e impracticable, además de que el sindicalismo de influencia anarquista demostró mayor eficacia para lograr mejoras para los trabajadores.
La guerra civil y la dictadura franquista acabaron con la tradición sindical ácrata. Cuando acabó el franquismo, en España había un sindicalismo asambleario bastante potente que se había movilizado contra el franquismo y que luchó por conseguir mejoras laborales durante el final del franquismo y la crisis económica de los años setenta y ochenta. Los Pactos de la Moncloa. fueron el punto de inicio del control de las reivindicaciones y del asambleismo por parte de los dos sindicatos que se configuraron como mayoritarios. Todo ello avalado por las elecciones sindicales que permitieron a los sindicatos unos ingresos económicos que no podían conseguir a través de las cuotas dada su baja afiliación. Éstos están financiados, lisa y llanamente, por el Estado, por tanto, no pueden tener autonomía para actuar ya que el Estado les puede cortar esa fuente de financiación.

Que los sindicatos mayoritarios son instituciones del Estado ha quedado demostrado con la aparición del movimiento del 15-M, este movimiento afronta una temática básicamente social que corresponde en gran parte a los sindicatos (paro, eres, disminución de gasto social, abusos de los bancos, etc). Su incapacidad para concienciar e informar y su nula movilización ante tamaña crisis, explican que haya sido necesaria la aparición de un movimiento que se está desarrollando al margen de los sindicatos mayoritarios y que, incluso, desconfía de ellos. El silencio atronador de dichos sindicatos (aunque algunos de sus afiliad@s participen en el movimiento) es esclarecedor.

La imagen está tomada de google

sábado, 30 de julio de 2011

EL REFLEJO DEL SÍNTOMA... ( Sería Stéphane Hessel el que lo dió ?)





Stéphane Hessel ayudó en el empujón para dejar la revolución en manos de los indignados. "Es un panfleto que nos llevó a reflexionar y a darnos cuenta de que éramos muchos los que estábamos indignados. Con él empezó todo y ahora ya no hay marcha atrás", asegura Virginia Lee, enfermera barcelonesa y participante del movimiento. Con aquel texto breve, el nonagenario autor francés llamó a la rebelión pacifica. "Es sin duda el máximo exponente del movimiento", valora Olga Salguer, indignada catalana de 43 años.
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