10 junio, 2013
http://scientiablog.com/2013/06/10/una-puta-mierda/
No es un alumno más. Este es el segundo año que le he dado
clase y en estos dos cursos no ha faltado ni un solo día. Participa en
todas las actividades programadas en el aula con un interés que pocas
veces he visto en mis más de quince años de experiencia docente.
Pregunta, discute, debate… pero siempre desde el respeto hacia el
profesor y hacia sus compañeros.
A la hora de los exámenes lucha como el que más por sacar la máxima
nota de la clase. No, no hablo de una buena nota… sino de la mejor nota.
Suele lograrlo pero cuando no lo consigue sube al departamento a
revisar su examen. Lo hace con educación, sin pretextos y solamente para
saber cuáles han sido sus fallos. Los ve, los anota y se vuelve
contrariado. Hace un año se quedó en puertas de la matrícula de honor
de mi asignatura pero otro compañero hizo más méritos. Se fue de la
revisión con los ojos enrojecidos y cuando le pregunte el porqué de su
actitud no quiso contestarme. No lo entendí, el sobresaliente que había
obtenido era muy meritorio, pero lo dejé marchar.
Su actitud en las clases prácticas que llevamos a cabo en el laboratorio también es inusual. A menudo aparece con una cámara de fotos
para captar imágenes de todos los experimentos que hacemos. Eso sí, me
pide permiso cada vez que lo hace. La primera vez que apareció con la
cámara le pregunté cuál era su objetivo. “Me gusta enseñarle a mis padres, a mis hermanos y a mis amigos lo que hacemos en la universidad”. No seguí preguntando.
Pero el amor de este alumno por la ciencia no se queda ahí. Pertenece a dos asociaciones de divulgación científica.
No, no solo se limita a pertenecer a ellas, tira del carro de las
mismas como el que más. Está presente en cada una de las reuniones,
organiza actividades, sube contenidos… su vida es la ciencia.
Ayer le tocaba volver a examinarse conmigo. Como suelo hacer antes de cada examen imprimo la lista oficial de alumnos matriculados
para que luego firmen en ella. El alumno protagonista de este post no
estaba en esa lista por lo que no podía examinarse. Pensando que era un
error administrativo llamé a la secretaria de la facultad a la que está
adscrita la carrera universitaria que está cursando. No, no había ningún
error.
Mi alumno no había podido pagar las cuotas en las que había
fraccionado su matrícula y había sido dado de baja en la asignatura. El
mazazo fue tremendo. No me lo podía creer. Tras dos años dejándose la
vida formándose para su futuro todo se había ido al traste.
A lo mejor debería haberme mantenido al margen pero no pude evitarlo y
lo llamé. Quedé con él y nos tomamos un café. Me contó su historia, la
misma que está azotando a miles de estudiantes universitarios distribuidos por toda la geografía española.
A pesar de que estaba trabajando para sacarse la carrera ni sus recursos ni los de su familia le permiten seguir pagando las tasas universitarias. Tiraba la toalla. Yo no podía articular palabra… pero empezaban a cuadrarme muchas cosas.
Ahora entendía aquellas lágrimas cuando no podía alcanzar la matrícula de honor en una asignatura. El alcanzar la máxima nota le hubiese eximido de pagar las tasas de la matrícula de una nueva asignatura.
Aguanté el tipo como pude. Creo que no se me escapó ni una lágrima
porque mi monumental cabreo no lo permitía. Pero aun hay más. Él no es
el único afectado de su situación. Detrás de cada uno de estos casos hay
un drama familiar. No me puedo imaginar tener que ver cómo mi hija tiene que abandonar sus estudios por no poder ayudarla.
Le comenté que hay universidades que están haciendo grandes esfuerzos por intentar ayudar a las personas que se encuentran en su situación. Unas están creando fondos sociales
de ayuda, otras crean nuevos programas de becas. Personalmente
reconozco el esfuerzo de estos centros pero, sinceramente, creo que son
parches. El problema es de raíz. Los alumnos de muchas universidades
están pagando en 2012-2013 una media del 38% más que el curso anterior por sus matrículas. Esto es inadmisible. Digamos las cosas claras. Los recortes que se están haciendo en la educación pública de este país son una vergüenza.
Mucha gentes los está sufriendo ahora mismo en sus carnes pero voy más
allá, en un futuro las consecuencias para nuestro país serán
devastadoras.
Terminamos ese café. Él no ha perdido la esperanza. Está buscando trabajo como loco para poder matricularse al menos de una asignatura
para el curso próximo. Me comentó los proyectos que tiene para las dos
asociaciones de divulgación científica a las que pertenece. Lo hizo con
una ilusión que me dejaba asombrado.
Me explicó su obsesión por hacer fotografías de cada experimento que
hacía en el laboratorio. Su único objetivo en prácticas no era aprobar
las asignaturas. Quería llevar la ciencia a la calle. Quería enseñarle al mundo, según sus propias palabras, “que la ciencia también tiene su belleza y que puede llegar a emocionarles tanto como a mí”.
Durante toda la conversación me demostró que su amor por la ciencia podía más que su drama personal…
el mismo por el que están pasando miles de familias en toda España. Yo
ya no estaba ni emocionado. Solamente me apetecía mandarlo todo a la
mierda. A esta gente, la que de verdad podría ayudar a sacar a nuestro
país de la situación en la que se encuentra por su fuerza y sus ganas,
se les corta las alas de forma incomprensible. Yo ya estoy hasta los
huevos.
Nos despedimos. Pienso ayudarle. A mi manera. Será otro parche. Pero
este tema me ha llegado tan dentro que no puedo mirar a otro lado. Sí,
ya sé que a lo mejor soy injusto porque habrá otras personas cercanas a
mí en situaciones parecidas. Chavales frustrados por no poder estudiar. Sí, lo que leen, frustrados por no poder estudiar. Tiene cojones.
Acabo. La situación en la Universidad está llegando a límites insospechados hace unos años. En un primer momento fueron los laboratorios los que se empezaron a quedar vacíos.
Los impresentables recortes en investigación provocaron que miles de
jóvenes científicos tuviesen que dar por concluida su carrera
investigadora al no obtener becas o contratos que les permitieran
realizar sus tesis doctorales, estancias predoctorales o consolidar sus
plazas definitivas. Ahora las que se quedan vacías son las aulas.
Cientos de alumnos empiezan a abandonarlas por no poder hacer frente a
los pagos de las tasas universitarias. Los recortes en educación,
sumados a los anteriores citados en investigación, están llevando a
generar una sociedad que en absoluto estará basada en el conocimiento.
Serán otros valores los que reinen en ella. Los mismos que los de las
personas que nos han llevado a esta situación.
Esa tarde tengo otro examen. En unos minutos tendré que imprimir la
lista oficial de matriculados. Tengo miedo de lo que pueda encontrarme.
Esto es una mierda. Una puta mierda.
Jose
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2 comentarios:
No hay nada más que añadir a lo escrito. Bueno, sí: que para nuestros dirigentes,la ilusión, la esperanza, la vocación, la vida entera de las personas, no vale nada.
Así es Isabel. Somos escoria
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