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“Cuando saltó la noticia, también se supo que el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz había archivado el presunto delito de evasión fiscal que habría cometido Mas y Barnet porque se habría producido antes de 2002 y, por tanto, ya no podía ser castigado. Pedraz aceptó la petición que tres días antes de los comicios catalanes, celebrados el 20-N de 2010, hizo la Fiscalía Anticorrupción. En la cuenta investigada había más de 500.000 euros, que habrían sido depositados después de que Mas y Barnet vendiera el solar donde estaba la fábrica de Magomo, la empresa familiar de ascensores. El actual presidente de la Generalitat aseguró, en su momento, que desconocía la presunta evasión fiscal y que su nombre figurara como uno de los beneficiarios de la cuenta, pero que, en todo caso, su padre regularizaría la situación”.
Hervé Falciani tuvo un antecedente que nadie nombra: Heinrich Kieber
“7 empresarios catalanes y 60 defraudadores anónimos forman la “Lista Kieber” que “enganchó” a los Artur Mas”. En otra ocasión, otro periódico alternativo al régimen, el Diario RC, contaba que trece países se habían beneficiado de los datos sustraídos por Heinrich Kieber, el trabajador del Liechtenstein Global Trust Group (LGT), el banco más importante de Liechtenstein. Kieber copió información sobre 3.929 sociedades de fideicomiso y fundaciones tapadera de todo el mundo, datos minuciosos sobre 5.000 millones de euros en dinero negro procedente de 5.828 defraudadores, entre los que había 67 españoles con 170 millones que debían haber estado en poder de Hacienda, según publicó la revista XL Semanal. Y narraba la historia de Heinrich Kieber, que curiosamente había vivido en Barcelona y era hijo de madre española. Nuevamente el silencio mediático envolvió la noticia.
En 2012 los mítines de la CUP no salían habitualmente en la prensa. Pero existían: “La extrema izquierda del CUP denuncia que la “cleptocracia” de Puig, Oriol Pujol y Millet gobierna Cataluña”, titulaba DRC. Era la primera vez que una formación política denunciaba a tres dirigentes de CiU que actuaban a la sombra de Artur Mas y que parecían llevarle las riendas. Con esta noticia, se situaba en primer plano al hijo de Jordi Pujol y al conseller de Interior y antes de Obras Públicas, dos dirigentes que habitualmente se movían entre bambalinas. Y es en esa línea de anticonformismo cuando, mostrando las imágenes de Puig, Oriol Pujol y Millet, la CUP aseguraba que, entre todos, “ahuyentaremos a los mafiosos de la destrucción y la cleptocracia”. Apenas les secundaron: Una inocente alusión fiscal del candidato del PSC por Tarragona, Xavier Sabaté, y otra no menos sutil del candidato a la Generalitat, Pere Navarro, descubrió que, lejos de denunciar el caso, investigarlo y aportar pruebas propias, los socialistas solo lo insinuaban.
“El séptimo de los catalanes pillados no es otro que Artur Mas Barnet, padre del actual presidente de la Generalitat, Artur Mas, por un fraude de 823.262 euros. De la cuenta era beneficiario en 2002 el mismo Artur Mas hijo, entonces consejero de Economía y Finanzas de la Generalitat”, ha denunciado el periodista César Pérez Navarro en “Tercera Información”. Ningún periodista, medio de comunicación, político de la oposición, inspector de Hacienda o juez ha preguntado hasta ahora al “honorable” si ha “regularizado” ya su situación fiscal, pues la condición de “beneficiario” en una cuenta corriente exige la firma del aludido. Y es que en la “Lista Kieber” hay 67 españoles, al menos siete de ellos catalanes, y uno de ellos es Artur Mas Barnet, padre del presidente de la Generalitat y líder de CiU.
El padre de Artur Mas falleció a los 84 años y según contó el periodista Arturo San Agustín, los ahorros defraudados por los Mas procedían de la empresa Magomo, fundada por su abuelo Jeroni, dedicada a la construcción de ascensores y montacargas. Situada en Pueblo Nuevo, barrio industrial barcelonés, sus 300 trabajadores ocuparon en 1978 sus talleres y naves de producción durante tres meses. Eran los tiempos de las grandes huelgas que llevaron a muchas empresas a la ruina. “Cuando aquella mañana, un joven Mas acompañó a su nervioso padre a comprobar cómo habían quedado las instalaciones de la empresa familiar, después de meses de ocupación por parte de sus obreros, cuando llegó al lugar del crimen, observó que todo estaba revuelto, sucio, lleno de papeles, botellas vacías, trozos de pan y hojas de diario impregnadas de aceite, siempre el aceite”, señala el periodista.
Un año después, la empresa se declaró en suspensión de pagos. Y en 1980 todo pareció acabar para el padre de Mas. “Unos responsabilizan de aquel final a las multinacionales, que en la llamada Transición aterrizaron en España. Otros opinan que aquello fue el resultado del descontrol económico por parte de uno de los socios del padre de Mas y de la conflictividad laboral del momento, aquello que los sindicatos dieron en llamar «la crisis del metal»”.
En su libro “Artur Mas, biografía de un delfín”, la periodista Montserrat Novell cuenta que el final de Magomo provocó en Artur Mas Barnet “un resentimiento hacia los sindicatos y algunos partidos políticos. Resentimiento que también anidó en el hijo durante algún tiempo. La prueba es que, recordando en cierta ocasión aquellos episodios laborales y siendo ya conseller en cap, el actual presidente de la Generalitat en funciones dijo lo siguiente: «El concepto de clase social no me entusiasma, pero es evidente que existen espacios sociales. Yo pertenezco a una clase media catalana que nunca ha tenido problemas para vivir dignamente y que lo ha hecho siempre sin pretensiones ni ostentaciones. A mi abuelo y a mi padre siempre les preocupó más la calidad del producto que fabricaban que hacer dinero».
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