todos contra la violencia
 
 
Solo una mente retorcida puede seguir defendiendo la guerra de Irak
 y afirmar, como ha hecho de nuevo Aznar, que "España salió ganando"
Cuando Esperanza Aguirre dice que "no estuvimos en Irak" está faltando al respeto a las tropas españolas que se jugaron la vida en Nayaf o Diwaniya, a los militares españoles muertos en territorio iraquí y a todos los ciudadanos españoles.
Olga Rodríguez - 27/10/2015
http://www.eldiario.es/zonacritica/PP-Aznar-Esperanza-mentiras-muertos_6_445915444.htmlCuando Esperanza Aguirre dice que "no estuvimos en Irak" está faltando al respeto a las tropas españolas que se jugaron la vida en Nayaf o Diwaniya, a los militares españoles muertos en territorio iraquí y a todos los ciudadanos españoles.
Olga Rodríguez - 27/10/2015
En este mundo que da rienda suelta a los delirios de 
tantos dementes, nos encontramos con declaraciones como las de Esperanza
 Aguirre este lunes,  afirmando que España no estuvo en la guerra de Irak o como las de Aznar, que erre que erre, vuelve a decir que España  “salió ganando” al apoyar la guerra de Irak.
Desconocemos si Aznar lo dice por el atentado del 11M en
 Madrid en 2004, por la muerte a tiros de varios militares españoles en 
territorio iraquí o por la batalla 4 de abril de 2004 en Nayaf, cuando 
las tropas españolas aguantaron durante horas el asedio de su cuartel 
general, recibiendo ataques de granadas y mortero.
O 
quizá Aznar lo diga por las contrapartidas adquiridas a cambio de la 
participación española en la invasión y ocupación de Irak, que son... 
ninguna. Nuestro país se convirtió en posible objetivo de ataques por 
haber participado en una operación militar que abrió las puertas del 
infierno en Oriente Próximo y a cambio, hablando en los terribles 
términos de la  realpolitik, no obtuvo ni más poder o influencia en el escenario global.
España tampoco fue elegida como sede de alguna empresa o instituto 
internacional que pudieran crear puestos de trabajo -contrapartida que 
se barajaba por aquella época-, ni logró una pequeña concesión para la 
explotación de petróleo en Irak, ni siquiera obtuvo la presidencia 
rotativa de algún organismo internacional simbólico. Nada.
Solo logró colocarse en el centro de la diana como país corresponsable 
del horror que allí instalaron los impulsores de la guerra, que perdura 
hasta día de hoy con consecuencias devastadoras para toda la zona y para
 la propia Europa.
Defender la guerra de Irak a día 
de hoy es propio de una mente retorcida. Pensar que España gana por 
participar en una operación que supuso millones de muertos y heridos 
-incluido el periodista José Couso-, cárceles secretas, torturas, 
arrestos arbitrarios y humillaciones diarias a los iraquíes, es negar 
una tozuda realidad que nos muestra día a día la política internacional:
 que todo tiene consecuencias. Y algunas de esas consecuencias traspasan
 ya las fronteras de Oriente Próximo y llegan a Europa.
En cuanto a lo de Esperanza... Ay. Esperanza. No estuvimos en la guerra
 de Irak, dices. Me pregunto qué pensarán al oirte las viudas de los 
militares españoles asesinados en territorio iraquí, los militares que 
aguantaron el asedio de Nayaf, los que participaron en la misión en 
Diwaniya o los que presenciaron, día a día, cómo aquél país estaba 
descomponiéndose de forma alarmante.
No estuvimos en 
la guerra de Irak, dices. Por eso el grupo más numeroso de periodistas 
en Bagdad en 2003 éramos precisamente los españoles, algo que jamás 
habría ocurrido si nuestro país no hubiera participado directamente en 
esa operación militar.
¿No estuvieron en Irak los 
siete agentes del CNI muertos en una emboscada en una carretera iraquí, 
Alberto Martínez, Carlos Baró, José Merino Olivera, José Carlos 
Rodríguez Pérez, José Lucas Egea, Alfonso Vega Calvo y Luis Ignacio 
Zanón Tarazona?
¿No lo estuvo el comandante de la 
Guardia Civil Gonzalo Pérez García, herido de un disparo en la cabeza en
 Irak durante una operación conjunta de la brigada Plus Ultra y la 
policía iraquí en Hamsa, y muerto 13 días después?
¿Tampoco estuvo en Irak el sargento primero del Ejército del Aire José 
Antonio Bernal Gómez, muerto por un tiro en Bagdad, ni el capitán de 
navío Manuel Martín-Oar, muerto en el atentado contra la sede de la ONU 
en Bagdad en 2003?
España sí estuvo en Irak, 
contribuimos a una invasión ilegal que militarizó el país, que introdujo
 una enorme cantidad de armas y que impuso un reparto del poder por 
cuotas sectarias, fomentando la división y la fragmentación del país. 
Estuvimos, a pesar de que no había armas de destrucción masiva, como nos
 había asegurado Aznar.
Son demasiados años de 
mentiras e insultos a la inteligencia de la gente. Si este fuera un país
 sano, las preguntas del día serían:
¿Va a solicitar 
el PP la dimisión de Esperanza Aguirre y de José María Aznar, por 
engaños insistentes y a sabiendas? y ¿Cómo es capaz de mantener en sus 
filas a dos personajes que mienten a la ciudadanía sobre cuestiones de 
enorme importancia?
Podemos esperar sentados a lo que
 el PP tenga que decir al respecto. Más impunidad y silencio. Todo vale,
 aunque con ello se pisotee la memoria de los muertos.
   
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