La aberración de que haya sido posible que esté donde está es la prueba más clara
http://elpais.com/elpais/2016/06/14/opinion/1465916111_750379.html 15 JUN 2016 Leila Guerriero
Pensaba el otro día, viendo los resultados de las elecciones
presidenciales en Perú, ese arañado 50,12% de Pedro Pablo Kuczynski
contra el 49,88% de su rival Keiko Fujimori, que a veces ganar casi
perdiendo es una aberración. Quiero decir que quizás habría que
prestarle más atención al hecho de que casi haya ganado la hija de
Fujimori —a que casi haya ganado la mujer que, entre otras cosas, hace
poco pidió el indulto para su padre, condenado a 25 años de prisión por
delitos de lesa humanidad— que a la victoria de Kuczynski. Porque, ¿cómo
llegó esa mujer hasta ahí, cómo fue posible? La misma pregunta habría
que hacerse con respecto a Donald Trump, el hombre del pelo raro,
candidato republicano a las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
¿Hay manera de cuestionar aquello de “vox populi, vox Dei” (la voz del
pueblo es la voz de Dios), aquello de que “el pueblo nunca se equivoca”,
sin ser tildado de reaccionario? No lo sé. Un periodista vive de tratar
de entender, pero no sé si tengo comprensión para entender por qué
tantos ciudadanos apoyan a un sujeto que planea hacer un muro entre
México y Estados Unidos, que acusa a los mexicanos de violadores, que
propone impedir la entrada de musulmanes a su país, que tiene la solidez
intelectual de una pelota de tenis, la sensibilidad hacia su prójimo de
una mancha de humedad y el refinamiento político de un dinosaurio. No
sé si tengo comprensión para entender qué hartazgos o qué miedos se
mueven detrás de esos votos porque no estoy dispuesta a aceptar que
alguien se sienta con derecho a hacer, en nombre de sus miedos y de sus
hartazgos, cualquier cosa. Probablemente gane Hillary en noviembre. Pero
no importa: aunque pierda, Donald ya ganó. La aberración de que haya
sido posible que esté donde está es la prueba más clara.
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