http://www.elmundo.es/ciencia/2016/07/17/578a6c51468aeb0e3e8b465a.html
Mariano Barbacid es una referencia mundial en la lucha contra el cáncer. Sus hallazgos pioneros sobre las averías genéticas que desencadenan los tumores le colocaron en la vanguardia de esta guerra científica, y ahí sigue. Tras impulsar, como su primer director, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), hoy continúa buscando nuevas dianas terapéuticas en su laboratorio, convencido de que la revolución biomédica del siglo XXI no ha hecho más que empezar. En esta entrevista -que forma parte de 15 citas con la ciencia, una serie de encuentros entre periodistas y grandes figuras de la ciencia española organizados por la Fundación Lilly para conmemorar su decimoquinto aniversario- Barbacid manifiesta su temor a que nuestro país vuelva a perder el tren del progreso por culpa de los duros recortes que ha sufrido la investigación en los últimos años.
Doctor, ¿cómo ve la salud de la ciencia española?
Moribunda. Todo dependerá del futuro gobierno, pero ahora mismo la situación es crítica porque la gente joven se está yendo. La ciencia, para avanzar, tiene que contar con una combinación de gente con experiencia y talento nuevo, pero sin gente joven que traiga ideas frescas, la ciencia está muerta. Y en España, los laboratorios se están vaciando de jóvenes.
La situación era bastante mejor cuando usted decidió volver de Estados Unidos a finales de los años 90 para dirigir el CNIO, ¿no?
Para mí, estos años han sido una montaña rusa. Cuando volví a España, lo hice porque era un momento en el cual se estaba apoyando la investigación. Había medios, se creó el CNIO y otros centros como el CNIC (Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares) y el_IRB (Instituto de Investigación Biomédica) de Barcelona. España estaba cambiando por primera vez, no sólo apoyando más la investigación, sino que además se estaba haciendo de otra forma, con formas nuevas, sin oposiciones, es decir, sin aquellas fórmulas decimonónicas de acceder a una cátedra. Se creaban fundaciones y había una contratación mucho más flexible. Fue un momento en el que cuando iba a Europa, la gente me decía: «¡Cómo está cambiando España, por fin sale de esa prehistoria de la investigación que desgraciadamente arrastramos desde los Reyes Católicos!». Sin embargo, con la crisis, en 2010 cambió todo. Estos últimos años han sido un auténtico desastre para la investigación científica, hoy la ciencia en España es un páramo. Yo no sé cómo vamos a salir de esto, si es que salimos algún día.
Si tuviese delante a los principales líderes de los partidos políticos españoles, ¿qué les diría sobre este problema y cómo hay que afrontarlo?
El mensaje fundamental es que los países más ricos no son los que más invierten en ciencia y en investigación, sino que los que más invirtieron en ciencia y investigación son ahora los más ricos. Tratar de meterles eso en la cabeza a nuestros políticos sería algo realmente fantástico, porque el futuro en nuestro país depende de la inversión en ciencia y tecnología.
Pues imagínese que le nombraran ministro de Ciencia. ¿Qué reformas concretas propondría?
En primer lugar, habría que triplicar la inversión [actualmente en torno al 1,25% del PIB], porque si la duplicáramos no sería suficiente. Imagínese lo que le digo, porque se ha recortado más de la mitad. Si la duplicáramos, estaríamos como hace seis u ocho años, pero en ciencia no podemos estar así. Si el próximo gobierno no triplica la inversión, España no levantará cabeza en los próximos años. Eso es algo que espero que los políticos entiendan, pues es realmente fácil de entender.
Pero más allá del dinero, ¿qué reformas necesita la ciencia y las universidades en España?
El sistema universitario español, lo dicen todas las estadísticas, es irrelevante en el escenario académico internacional y eso habría que cambiarlo. Hay una frase acertada que una vez se utilizó en un editorial: «gestionar miseria». Si se crea una (texto restante en el enlace. TENGO PROBLEMAS PARA COPIARLO)
Yo no me resigno a eso, pero si no se triplica la inversión que hay en estos momentos, nos podemos olvidar de que España tenga un papel relevante en el primer mundo. Pero es difícil ser optimista, cuando en los múltiples debates electorales que hemos oído en la radio y la televisión, no he escuchado a nadie hablar de ciencia.
Quizás los políticos no hablan de ciencia porque la sociedad no se lo exige, y por lo tanto no es un tema del que dependan muchos votos. ¿Qué podemos hacer frente a este desinterés de la propia sociedad hacia la ciencia?
Eso es cierto. España no tiene cultura científica desde que se expulsó a los judíos y se terminó la dominación árabe, cuando Córdoba era uno de los centros del saber del mundo. España ha jugado un papel prácticamente irrelevante en el mundo científico, eso es historia, pero muchas veces el político tiene que hacer cosas no porque se lo exija la sociedad sino porque él o ella debe saber que tiene que hacerlas. Ahí está el buen político, el que hace las cosas que el país necesita sin necesidad de que haya presión de la gente para que las haga. Eso se llama liderazgo.
¿Qué mensaje lanzaría hoy a jóvenes científicos españoles que tengan vocación científica pero no ven futuro en su país? ¿Qué les recomendaría? ¿Hacer la maletas?
Es que no hay otra en este momento. Primero que busquen las pocas oportunidades que hay en España, que todavía quedan grupos de investigación competitivos. Pero claro, esos grupos pueden absorber a unas pocas docenas de investigadores, el resto si realmente tiene vocación y quieren dedicarse a la ciencia, no tienen más remedio que irse al primer mundo, al mundo anglosajón sobre todo
¿Hay talento científico en España y el problema es que no se aprovecha?
Sí, los españoles somos igual de inteligentes, no más, pero si igual de inteligentes que los ingleses, los americanos, los franceses... Y tenemos relativamente una buena formación, es decir, que el problema es luego tener medios para poder investigar. Creo que el español no está en ninguna desventaja respecto a otros investigadores en el mundo, simplemente estamos en desventaja porque no tenemos medios para trabajar.
¿Cree que es falso eso de que culturalmente somos un pueblo más de humanidades que de ciencia?
Bueno, puede que España tenga menos científicos de los que debiera, pero yo creo que el problema reside en la capacidad de tener los medios para poder trabajar. No creo en las razas, el español para mí es igual de válido para investigar que cualquier otra persona del mundo.
¿Cómo cree que se podría concienciar más a la gente sobre la importancia de la ciencia? ¿No deberían implicarse más los propios científicos en la comunicación de la ciencia?
Todo el esfuerzo que podamos hacer tanto los científicos, intentando comunicar mejor, como los medios de comunicación, dando más interés a este tema, evidentemente es bienvenido. Pero ante todo creo que es un tema que requiere liderazgo, es decir, el político debe saber que hay que invertir en investigación y no necesariamente invertir en investigación porque lo pida la sociedad. A veces, a la sociedad hay que dirigirla hacia aquello que es bueno. En todo caso, las encuestas indican que los investigadores estamos entre las profesiones mejor valoradas. No creo que la sociedad esté de espaldas a la investigación. Todo lo contrario, la sociedad tiene hambre de investigación.
¿No le parece un buen síntoma que, en los últimos años, ha habido algunas movilizaciones de protesta en las calles españolas contra los recortes en ciencia?
Las ha habido, sí, pero evidentemente científicos somos muy pocos y la posición de la ciencia no es algo tan importante o tan masivo como puede ser la educación o la sanidad. Eso es absolutamente básico y es lógico que sea donde haya mayores protestas. Pero en España, si no invertimos en investigaciones, el país se quedará obsoleto.
El panorama que pinta es desolador. ¿Tiene esperanza de que mejorará en el futuro?
Estos últimos años han sido un auténtico desastre para la investigación y evidentemente, por correlación, un desastre para el país. En este momento no tengo más remedio que ser un poco pesimista, pero, bueno, vamos a ver lo que sucede. Creo que lo importante ahora es lanzar el mensaje y esperar que los políticos tomen nota y sean conscientes que sin investigación, España nunca será un país de primer nivel en el contexto mundial.
"Vivimos una revolución contra el cáncer"
El cáncer, advierte Barbacid, «no es una enfermedad, sino más de 100 enfermedades distintas». Además, es un enemigo especial- mente difícil de combatir porque «nace dentro de nosotros mismos», y «los genes que nos causan cáncer son los mismos que nos mantienen vivos». Por eso, el inmenso desafío al que se enfrentan los investigadores es encontrar tratamientos capaces de destruir las células enfermas con mutaciones malignas, sin destruir las sanas. Pero aunque todavía quedan muchos años de trabajo para poder cantar victoria, Barbacid considera que en los últimos 15 años, hemos vivido «una auténtica revolución» contra el cáncer, porque se está logrando una «medicina personalizada» en la que cada paciente recibe fármacos específicos contra sus mutaciones. Gracias a estos avances, en los que el trabajo del propio Barbacid ha tenido un papel importante, «muchos cánceres ya se curan». Ahora, su objetivo es hallar terapias para los tumores con peor supervivencia en la actualidad -el de pulmón y el de páncreas-, causados por un mismo gen. «Pero el primer objetivo es lograr financiación porque estamos en una situación desesperada», se lamenta.
Doctor, ¿cómo ve la salud de la ciencia española?
Moribunda. Todo dependerá del futuro gobierno, pero ahora mismo la situación es crítica porque la gente joven se está yendo. La ciencia, para avanzar, tiene que contar con una combinación de gente con experiencia y talento nuevo, pero sin gente joven que traiga ideas frescas, la ciencia está muerta. Y en España, los laboratorios se están vaciando de jóvenes.
La situación era bastante mejor cuando usted decidió volver de Estados Unidos a finales de los años 90 para dirigir el CNIO, ¿no?
Para mí, estos años han sido una montaña rusa. Cuando volví a España, lo hice porque era un momento en el cual se estaba apoyando la investigación. Había medios, se creó el CNIO y otros centros como el CNIC (Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares) y el_IRB (Instituto de Investigación Biomédica) de Barcelona. España estaba cambiando por primera vez, no sólo apoyando más la investigación, sino que además se estaba haciendo de otra forma, con formas nuevas, sin oposiciones, es decir, sin aquellas fórmulas decimonónicas de acceder a una cátedra. Se creaban fundaciones y había una contratación mucho más flexible. Fue un momento en el que cuando iba a Europa, la gente me decía: «¡Cómo está cambiando España, por fin sale de esa prehistoria de la investigación que desgraciadamente arrastramos desde los Reyes Católicos!». Sin embargo, con la crisis, en 2010 cambió todo. Estos últimos años han sido un auténtico desastre para la investigación científica, hoy la ciencia en España es un páramo. Yo no sé cómo vamos a salir de esto, si es que salimos algún día.
Si tuviese delante a los principales líderes de los partidos políticos españoles, ¿qué les diría sobre este problema y cómo hay que afrontarlo?
El mensaje fundamental es que los países más ricos no son los que más invierten en ciencia y en investigación, sino que los que más invirtieron en ciencia y investigación son ahora los más ricos. Tratar de meterles eso en la cabeza a nuestros políticos sería algo realmente fantástico, porque el futuro en nuestro país depende de la inversión en ciencia y tecnología.
Pues imagínese que le nombraran ministro de Ciencia. ¿Qué reformas concretas propondría?
En primer lugar, habría que triplicar la inversión [actualmente en torno al 1,25% del PIB], porque si la duplicáramos no sería suficiente. Imagínese lo que le digo, porque se ha recortado más de la mitad. Si la duplicáramos, estaríamos como hace seis u ocho años, pero en ciencia no podemos estar así. Si el próximo gobierno no triplica la inversión, España no levantará cabeza en los próximos años. Eso es algo que espero que los políticos entiendan, pues es realmente fácil de entender.
Pero más allá del dinero, ¿qué reformas necesita la ciencia y las universidades en España?
El sistema universitario español, lo dicen todas las estadísticas, es irrelevante en el escenario académico internacional y eso habría que cambiarlo. Hay una frase acertada que una vez se utilizó en un editorial: «gestionar miseria». Si se crea una (texto restante en el enlace. TENGO PROBLEMAS PARA COPIARLO)
Yo no me resigno a eso, pero si no se triplica la inversión que hay en estos momentos, nos podemos olvidar de que España tenga un papel relevante en el primer mundo. Pero es difícil ser optimista, cuando en los múltiples debates electorales que hemos oído en la radio y la televisión, no he escuchado a nadie hablar de ciencia.
Quizás los políticos no hablan de ciencia porque la sociedad no se lo exige, y por lo tanto no es un tema del que dependan muchos votos. ¿Qué podemos hacer frente a este desinterés de la propia sociedad hacia la ciencia?
Eso es cierto. España no tiene cultura científica desde que se expulsó a los judíos y se terminó la dominación árabe, cuando Córdoba era uno de los centros del saber del mundo. España ha jugado un papel prácticamente irrelevante en el mundo científico, eso es historia, pero muchas veces el político tiene que hacer cosas no porque se lo exija la sociedad sino porque él o ella debe saber que tiene que hacerlas. Ahí está el buen político, el que hace las cosas que el país necesita sin necesidad de que haya presión de la gente para que las haga. Eso se llama liderazgo.
¿Qué mensaje lanzaría hoy a jóvenes científicos españoles que tengan vocación científica pero no ven futuro en su país? ¿Qué les recomendaría? ¿Hacer la maletas?
Es que no hay otra en este momento. Primero que busquen las pocas oportunidades que hay en España, que todavía quedan grupos de investigación competitivos. Pero claro, esos grupos pueden absorber a unas pocas docenas de investigadores, el resto si realmente tiene vocación y quieren dedicarse a la ciencia, no tienen más remedio que irse al primer mundo, al mundo anglosajón sobre todo
¿Hay talento científico en España y el problema es que no se aprovecha?
Sí, los españoles somos igual de inteligentes, no más, pero si igual de inteligentes que los ingleses, los americanos, los franceses... Y tenemos relativamente una buena formación, es decir, que el problema es luego tener medios para poder investigar. Creo que el español no está en ninguna desventaja respecto a otros investigadores en el mundo, simplemente estamos en desventaja porque no tenemos medios para trabajar.
¿Cree que es falso eso de que culturalmente somos un pueblo más de humanidades que de ciencia?
Bueno, puede que España tenga menos científicos de los que debiera, pero yo creo que el problema reside en la capacidad de tener los medios para poder trabajar. No creo en las razas, el español para mí es igual de válido para investigar que cualquier otra persona del mundo.
¿Cómo cree que se podría concienciar más a la gente sobre la importancia de la ciencia? ¿No deberían implicarse más los propios científicos en la comunicación de la ciencia?
Todo el esfuerzo que podamos hacer tanto los científicos, intentando comunicar mejor, como los medios de comunicación, dando más interés a este tema, evidentemente es bienvenido. Pero ante todo creo que es un tema que requiere liderazgo, es decir, el político debe saber que hay que invertir en investigación y no necesariamente invertir en investigación porque lo pida la sociedad. A veces, a la sociedad hay que dirigirla hacia aquello que es bueno. En todo caso, las encuestas indican que los investigadores estamos entre las profesiones mejor valoradas. No creo que la sociedad esté de espaldas a la investigación. Todo lo contrario, la sociedad tiene hambre de investigación.
¿No le parece un buen síntoma que, en los últimos años, ha habido algunas movilizaciones de protesta en las calles españolas contra los recortes en ciencia?
Las ha habido, sí, pero evidentemente científicos somos muy pocos y la posición de la ciencia no es algo tan importante o tan masivo como puede ser la educación o la sanidad. Eso es absolutamente básico y es lógico que sea donde haya mayores protestas. Pero en España, si no invertimos en investigaciones, el país se quedará obsoleto.
El panorama que pinta es desolador. ¿Tiene esperanza de que mejorará en el futuro?
Estos últimos años han sido un auténtico desastre para la investigación y evidentemente, por correlación, un desastre para el país. En este momento no tengo más remedio que ser un poco pesimista, pero, bueno, vamos a ver lo que sucede. Creo que lo importante ahora es lanzar el mensaje y esperar que los políticos tomen nota y sean conscientes que sin investigación, España nunca será un país de primer nivel en el contexto mundial.
"Vivimos una revolución contra el cáncer"
El cáncer, advierte Barbacid, «no es una enfermedad, sino más de 100 enfermedades distintas». Además, es un enemigo especial- mente difícil de combatir porque «nace dentro de nosotros mismos», y «los genes que nos causan cáncer son los mismos que nos mantienen vivos». Por eso, el inmenso desafío al que se enfrentan los investigadores es encontrar tratamientos capaces de destruir las células enfermas con mutaciones malignas, sin destruir las sanas. Pero aunque todavía quedan muchos años de trabajo para poder cantar victoria, Barbacid considera que en los últimos 15 años, hemos vivido «una auténtica revolución» contra el cáncer, porque se está logrando una «medicina personalizada» en la que cada paciente recibe fármacos específicos contra sus mutaciones. Gracias a estos avances, en los que el trabajo del propio Barbacid ha tenido un papel importante, «muchos cánceres ya se curan». Ahora, su objetivo es hallar terapias para los tumores con peor supervivencia en la actualidad -el de pulmón y el de páncreas-, causados por un mismo gen. «Pero el primer objetivo es lograr financiación porque estamos en una situación desesperada», se lamenta.
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