El problema de llevar tantos años en esto es que ves publicado el 
comunicado de la APM y piensas en el director que cesó a su corresponsal
 por presiones de Moncloa, o al tertuliano que mintió el 11M, o al jefe 
que te intentó censurar durante la guerra de Irak. Carlos  Hernández  08/03/2017 -
http://www.eldiario.es/zonacritica/APM-Podemos-reflexiones-periodista-amargado_6_620198011.html 
    
Cada vez que nos juntábamos para trasegar cerveza, 
un excelente periodista y gran amigo como es Manuel Sánchez me repetía 
una frase que he terminado haciendo mía: "Esta profesión es muy mala 
para envejecer". No es la única, ni siquiera la principal, pero una de 
las razones del desánimo y la amargura que nos invade a los informadores
 con el paso de los años, obedece a lo mucho que sabemos y a las 
incontables personas que conocemos. Enciendes la televisión y ves el 
rostro de un presentador que fue tu jefe durante una década; conectas la
 radio y escuchas una voz que asocias con aquel chaval que empezó como 
becario; lees una información y constatas que la firma pertenece a la 
que fuera tu compañera de sección; pones la TDT e identificas al trepa 
que no paraba de ascender en la redacción a base de lamer posaderas.
En estos días se me hace especialmente duro ser veterano. Escucho y veo
 a personas que me resultan muy conocidas rasgarse las vestiduras ante 
la "intolerable presión" que Podemos ejerce sobre nuestra profesión. Yo 
soy el primero que he denunciado públicamente,  en esta misma tribuna,
 los excesos cometidos contra periodistas por algunos dirigentes de la 
formación morada. La horda de troles que cayó sobre mí ese día no hizo 
sino confirmar mis palabras. En ese artículo está todo y no voy a perder
 una sola línea en repetir datos y argumentos que mantengo, punto por 
punto. Ahora bien, que esas burdas presiones se hayan convertido en la 
gran amenaza contra la libertad de prensa en nuestro país y que lo 
denuncie, quien lo denuncia, me provoca una mezcla de asco, tristeza y 
sonrojo.
Sí, lo malo de envejecer en esta profesión es que los 
conoces a todos. Escuchas a ese periodista indignadísimo con las 
"huestes" de Pablo Iglesias y le recuerdas negociando con el ministro de
 turno el titular que va a poner en el sumario del informativo. 
Contemplas al eterno locutor complaciente con los poderosos, ese que no 
cuestiona jamás una orden que llega desde arriba, ese que está 
especialmente dócil porque el Gobierno le ha amenazado con devolver la 
publicidad a TVE si no se porta bien. Y es a ese al que ves erigirse 
ante su audiencia como el adalid de la independencia mediática.
Tú sabes que es el mismo, como tantos otros, que agacha la cabeza 
cuando alguno de sus periodistas le pide difundir un tema que afecta a 
Alierta o a Soraya, a Cebrián o a Felipe González, a Inditex o a Coca 
Cola. Es el mismo que, en cambio, sale arrogante de debajo de la mesa 
para denunciar enérgicamente ante sus espectadores el tremendo escándalo
 que provoca el tuit de un rapero, la obra de unos titiriteros… el atroz
 robo de una gallina. ¡Qué fácil es ser duro con el débil, compañeros!
Sí, el problema de llevar tantos años en esto, es que ves más allá de 
lo que hay. Te encuentras con el comunicado de la APM en la portada de 
un periódico concreto y recuerdas que su director relevó a un brillante 
reportero porque resultaba molesto en Moncloa. Lees la noticia en un 
diario digital, pero tú solo contemplas el momento en que Bárcenas 
compró con dinero negro acciones de ese medio. Ves la polémica 
amplificada hasta extremos ridículos en un informativo editado por el 
mismo tipo que intentaba censurarte la crónica sobre las víctimas 
civiles de la guerra de Irak. Escuchas comentar el asunto a tertulianos 
que, para ti, solo son aquellos mercenarios que, pese a tener más de 190
 cadáveres sobre la mesa, mintieron conscientemente sobre los atentados 
del 11M.
¡Y cuando aparece el comunicado de la APM 
en… Televisión Española! ¡Qué momentazo! ¡Sí! En esa TVE que insulta la 
inteligencia de los españoles con una censura digna de los tiempos del 
NODO. El medio que tiene a sus periodistas en pie de guerra contra la 
manipulación que se ejerce cada día desde Génova/Moncloa brama contra la
 amenaza que Podemos representa para la libertad de prensa. Y sí, 
sintonizas Radio Nacional, cuyo jefe de informativos era el responsable 
de prensa de Federico Trillo en el Ministerio de Defensa durante el 
accidente del Yak. Y, así, en ese contexto, terminas oyendo a Rafael 
Hernando hablar de libertad de prensa. Ese hombre que representa a un 
partido que en cuanto toca poder nacional, autonómico o local, se 
preocupa de colocar al Nacho Villa de turno en la presidencia del canal 
público de televisión. Pues eso, cuando escuchas a Hernando ya no sabes 
si reír o echarte a llorar.
No se le escapará al 
lector que mi crítica no se centra tanto en la APM como en quienes la 
han utilizado para tergiversar la realidad que se vive en nuestro país. 
Me parece bien que una asociación de periodistas denuncie las coacciones
 que sufren sus miembros por parte de un partido político, sea Podemos, 
el PSOE, el PP... El problema es que Victoria Prego se cocinó ella sola 
el tema de espaldas a su ejecutiva; el problema es que la APM no ha 
alzado la voz en otros casos mucho más graves; el problema es que la 
Asociación calla ante la terrible censura en TVE o frente a las 
presiones, estas sí insoportables y con consecuencias, del Gobierno…
Pero, con todo, no sería justo olvidar que hace algo más de un año, la 
APM condenó las amenazas de muerte vertidas por Jiménez Losantos contra 
dirigentes de Podemos y, antes, había atacado con dureza la amenaza para
 la libertad de prensa que supone la Ley Mordaza… Ninguno de los 
presentadores, compañeras, becarios, editores, tertulianos y trepas de 
los que he hablado en este artículo se hicieron eco de ello. Ninguno 
cogió la bandera de la libertad de prensa que le facilitaba su 
Asociación para atizarle al telepredicador fascista o al todopoderoso 
PP, como están haciendo en estos días contra ese cómodo e indefenso  punching-ball que es Podemos.
Confieso que he dudado mucho antes de escribir estas breves líneas. 
Sobre todo después de leer los excelentes artículos de mis admirados 
Carlos Elordi, Olga Rodríguez y Sindo Lafuente y que suscribo al 100%. 
No quería aparentar lo que en realidad soy, un veterano periodista medio
 amargado que despotrica contra algunos de sus compañeros. Remarco el 
"algunos" porque, aunque son muchos, no son la mayoría. En las 
redacciones hay centenares de periodistas honestos que pelean, día a 
día, cada tema, cada coma, cada enfoque. Entre ellos hay directores, 
presentadores, jefas de sección, tertulianas y una legión de redactores y
 reporteros gráficos. Espero que a ellos y a ellas les sirvan para algo 
estas crudas reflexiones y si a alguien he molestado, que se pregunte 
las razones por las que se siente aludido. En cualquier caso, tal y como
 también dice mi amigo Manolo Sánchez: "Esto es lo que hay, señores y a 
estas alturas ya somos demasiado viejos para cambiar".
 
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