Su nieta Maria Luisa Masera cuenta su historia: “La familia ha cerrado una herida, un dolor. Curiosamente yo nací justo 9 años después, un día 10 de febrero, me emociona mucho”. María Luisa está junto a la fosa todavía abierta, los huesos recién sacados de la tierra. “Era un hombre muy entregado a la causa anarquista, minero en el pequeño municipio de Cerro de Andévalo, y autodidacta. En el pueblo lo apodaban Pedro Palillo, tenía una biblioteca en su casa. Leía muchísimo sobre todo filosofía, le gustaba Nietzsche, Schopenhauer, Voltaire, Eliseo Reclus y Rousseau… Mandaba artículos a Solidaridad Obrera, de Barcelona, sobre los problemas de los trabajadores en la mina, y estaba suscrito a publicaciones anarquistas como las revistas Estudios o Blanca”.
“Luchaba mucho, daba mítines en la boca mina, hacía reuniones políticas, o leía ‘en voz alta’ en el casino del pueblo del Cerro para todos los asistentes. Esto le costó estar en las listas negras que tenían los encargados. No le daban trabajo en muchos sitios. La zona minera fue siempre muy reivindicativa por las condiciones de trabajo tan duras que sufrían los obreros. Cuando estalló el golpe de Estado hubo lucha en el Cerro y se proclamó el comunismo libertario, que duró mes y pico. Mi padre formaba parte del Comité Revolucionario. Pero era mayor, cuando entraron los franquistas los más jóvenes salieron como pudieron para Madrid, pero él se quedó allí escondido en la sierra, solo, sin nada, como un animal acorralado por patrullas de falangistas».
«Cuando franco proclamó que los que no tenían delitos de sangre no tenían nada que temer decidió entregarse en el cuartel de la guardia civil de Valdelamus. Mandaron a la guardia civil a preguntar por sus actividades al Cerro. Preguntaron a un adicto al régimen, uno que tenía una tienda, conservador, muy de derechas, echó toda clase de porquería sobre mi abuelo. Después lo llevaron a la cárcel de Huelva, lo juzgaron y lo condenaron a muerte por auxilio a la rebelión. Estuvo un año preso hasta que lo mataron en Huelva, cerca de la Soledad» (...)
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