miércoles, 13 de julio de 2022

No se divorcia la que quiere, sino la que puede, de DIANA LÓPEZ VARELA

 13/06/2022

(...) El problema, amigas, es cuando llegan los hijos. Últimamente estoy en contacto con varias mujeres que desean divorciarse o que están en proceso de hacerlo y consiguen separarse. En todos los casos, hay hijos de por medio, mucho dolor, violencias económicas, y otras más sutiles y mucho más cotidianas como la falta de cooperación, conciliación y, en general, una falta sangrante de cuidados. Al preguntarles por qué se quieren separar de sus maridos o parejas hay unanimidad en señalar que los tipos no pegan palo en casa, no atienden a sus demandas, ni tampoco a las de sus hijos. Se comportan de manera individualista y son egoístas. La carga mental se sobreentiende. Un interesante estudio del Gobierno de Navarra (Experiencias de mujeres en procesos de separación y divorcio) analizó el proceso de separación de un grupo de mujeres de entre 35 y 47 años con formación feminista donde los hombres, supuestamente, estaban comprometidos con los valores de igualdad a la hora de casarse/emparejarse.

Las conclusiones son las siguientes. En la actualidad, en nuestro contexto social, las mujeres son las que piden más solicitudes de separación y divorcio. Solicitamos el divorcio en dos de cada tres casos. Aunque en el caso de España la mayor parte de los divorcios se resuelven de mutuo acuerdo, siempre hay alguien que se acuerda primero. Esto es paradójico porque, por nuestra socialización de género, también somos nosotras las que más deseamos estar en pareja y/o casadas.

El estudio también señala que, tras el matrimonio, somos nosotras las que perdemos más autonomía, más posibilidades laborales y de promoción que ellos. También se reducen nuestras relaciones sociales. Sin embargo, ellos pueden seguir centrados en si mismos e incluso logran prosperar tanto en formación, como laboralmente (...)

El cansancio, la pérdida de autonomía y la incapacidad para poner límites o hacer valer su opinión, el desgaste y la frustración derivados de la no reciprocidad, las mentiras, el no cumplir su palabra, la pasividad, y el no reconocimiento crea un malestar que muchas mujeres intentan paliar con terapia psicológica individual o animando también a la terapia de pareja. Compruebo que casi ninguna sale bien parada de las relaciones con expertos en hacernos creer que no estamos bien de la cabeza: la luz de gas es deporte nacional (...)

Como cada vez más hombres solicitan y obtienen las custodias compartidas, incluso cuando previamente no se han hecho cargo de las criaturas, muchas mujeres se ven obligadas a retrasar la separación lo máximo posible, incluso en situaciones de violencia, hasta que las criaturas crezcan, puesto que no confían en ellos. También se ha constatado que las custodias son utilizadas por algunos de ellos como elemento de chantaje. Mi amiga Cynthia lo llama el Síndrome de paternidad sobrevenida: algunos solo se acuerdan de que tienen hijos cuando van a separarse.

Es increíble, también, el grado de obcecación que ciertos individuos alcanzan para impedir el divorcio aún cuando son ellos y sus actos (o la ausencia de ellos) los causantes de la ruptura. Una de las cosas que más me perturba cuando escucho a mujeres que se quieren divorciar es la cantidad de trabas e impedimentos que sus parejas -recordemos que estamos hablando de hombres comprometidos- les ponen para dificultar el proceso. Desde eludir conversaciones importantes, hasta aislarlas de su entorno y amenazarlas económicamente. Mujeres que se sienten obligadas a seguir conviviendo con un tipo hacia el que sienten asco y resentimiento (...)

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