domingo, 11 de junio de 2023

Ctxt.es. Ecologismo sin antimilitarismo en Berlín

Carmela Negrete Berlín , 1/05/2023

 Una visita a las marchas de Última Generación, el grupo de activistas alemanes que interrumpe el tráfico con sentadas y pegando sus manos a la carreteras

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El punto de encuentro era el parque Marx-Engels-Forum, en el centro de Berlín, cerca de la torre de la Plaza de Alexander. Unas doscientas personas se concentraron el jueves 27 de abril y, tras comunicarse con la policía, se pusieron en marcha silenciosa a lo largo de la avenida en dirección a Unter den Linden. Cada día de esa semana han marchado en silencio, ellos y otros cientos de medioambientalistas, por diferentes calles de la capital con pancartas en las que llaman a la reflexión sobre la emergencia climática. Toda Alemania discute sobre las protestas de este grupo ecologista llamado “Última generación”, que desde el lunes anterior había anunciado que iban a paralizar la capital con sentadas en las carreteras, a las que se pegan las manos con pegamento instantáneo.

Decenas de veces al día se repetía la escena: los activistas cruzan un semáforo mientras éste está en verde, se sientan y se pegan las manos al asfalto. La policía ya acude al lugar con las herramientas necesarias para despegarlos y no tardan mucho en reanudar la circulación. Sin embargo, según los bomberos de la capital, que no solo apagan fuegos sino también se encargan de las ambulancias, desde el comienzo de las acciones se habrían visto impedidos para llegar a lugares donde les llamaban de emergencia. El grupo niega las acusaciones y se defiende alegando que dejan siempre una persona sin pegarse por si hay una emergencia y que comunican las protestas, lo que el sindicato de bomberos ha negado a su vez. Varios activistas han soportado insultos y ataques de conductores furiosos, así como algunos casos de llaves dolorosas de la policía al levantarlos, que incluso son objeto de investigación interna por posible uso desproporcionado de la fuerza. Ya son dos las condenas de cárcel contra personas de dicho grupo por cortar el tráfico y por pegarse a un cuadro en un museo.

Hasta aquí lo que se lee en los diarios, lo que ocupa los programas de debate. Unos dicen que el método de protesta es muy radical, otros que hay que endurecer las leyes como han pedido los cristianoconservadores en el Bundestag (y han rechazado los partidos de la coalición gobernante). De lo que no se habla tanto en Alemania es sobre el cambio climático y sobre las medidas que se toman para frenarlo, más allá de los planes gubernamentales, que son no solo insuficientes, sino también contradictorios. Eso sí, Doñana sí ha sido noticia. Tampoco se habla demasiado de las reivindicaciones de este grupo activista. Un comentario de la radio pública Deutschlandfunk los califica de “activistas conservadores, fieles al sistema”. El periodista asegura que lo que el grupo pide es “en buena parte el programa del gobierno”.

Las reclamaciones concretas de las acciones que realizan estos días en Berlín son tres: un ticket de 9 euros para todo el transporte público nacional, un límite de velocidad en las autopistas de 100 kilómetros por hora y la medida más importante: la constitución de una asamblea ciudadana en la que se discutan propuestas que se envíen al Parlamento, un “consejo social”, como lo han llamado. “Es un primer paso, por supuesto se trata de despertar las conciencias y de movilizar a la población”, explica a CTXT uno de los más veteranos de la concentración. “Habría que parar el mundo un par de días para que todo el mundo reflexione sobre la crisis climática”. Las acciones son precisamente eso: un momento de disrupción de la rutina diaria para alertar de lo que se nos viene encima más allá de los 1,5 grados. “En principio nos manifestamos siempre contra la ignorancia”, dice el activista haciendo referencia a otras movilizaciones como las del grupo Ende Gelände, que en 2022 protestó contra la construcción de terminales de gas licuado en el puerto de Hamburgo. “La ignorancia, no por falta de datos, sino en muchas ocasiones por la propia rutina en la que estamos inmersos, que se ve alterada cuando se corta una calle así”.

Un chico joven explica que había participado también en las protestas masivas del grupo Fridays for Future, tras las cuales el Gobierno de la entonces canciller Angela Merkel concretó un paquete de medidas para mejorar el clima “totalmente insuficientes”, a su juicio. Una mujer porta un folleto en el que puede leerse: “Hoy hemos salido a la calle porque el gobierno alimenta la crisis climática”. Y sigue: “Estamos alcanzando el punto de no retorno climático y el gobierno se niega incluso a cumplir sus propios objetivos, que ya son demasiado limitados”. La propia coalición de verdes de Die Grüne, socialdemócratas del SPD y del partido liberal FDP, “no cumplen la constitución”, según ellos, y Última Generación “opone resistencia ante esa injusticia”. Para los activistas, la crisis climática provoca un sentimiento de impotencia en las personas, que piensan que no pueden hacer nada al respecto. “No faltan soluciones, sino el deseo político de implementarlas”, reza la octavilla.

(...)  1.600 científicos han firmado un documento en apoyo de los activistas en el que piden “actuar y no criminalizar”. 

En la misiva, recuerdan que hay “estudios recientes que predicen un aumento de temperatura de 2,7 grados con la emisión actual de los gases de efecto invernadero para 2100” y que “el calentamiento global amenazará de forma masiva nuestras vidas”.(...)

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