Los restos de Francesc Boix serán trasladados al Père Lachaise, el cementerio más conocido de la capital francesa
Al acto asistirá la alcaldesa de la ciudad y el deportado Ramiro Santisteban, a cuyo padre salvó Boix de la muerte en el campo de concentración de Mauthausen
El fotógrafo catalán organizó el robo de las fotografías que probaban los crímenes cometidos por los SS y testificó en los Juicios de Núremberg
Carlos Hernández 07/04/2017 - http://www.eldiario.es/sociedad/Paris-reconocimiento-fotografo-espanol-Mauthausen_0_630637203.html Al acto asistirá la alcaldesa de la ciudad y el deportado Ramiro Santisteban, a cuyo padre salvó Boix de la muerte en el campo de concentración de Mauthausen
El fotógrafo catalán organizó el robo de las fotografías que probaban los crímenes cometidos por los SS y testificó en los Juicios de Núremberg
" Boix merece un
monumento. Tenía la cara más dura que el cemento, pero ayudaba todo lo
que podía en el campo de concentración". Quien así habla es Ramiro
Santisteban, un cántabro que sobrevivió a Mauthausen y que aún puede
contarlo. A sus 95 años de edad la memoria a corto plazo le juega malas
pasadas, pero lo que no olvida son los casi cinco años que pasó en el
infierno de los campos nazis junto a su hermano Manuel y a su padre,
Nicasio.
"Mi padre era
mayor y si hubiera trabajado mucho tiempo en la cantera de Mauthausen
habría muerto como tantos otros. Yo quería colocarle en la cocina,
pelando patatas, y Boix lo hizo posible. Él tenía buena relación con
algunos SS porque les conseguía cosas en el mercado negro del campo.
Coincidió que sorprendieron a un cocinero alemán robando un salchichón;
así que le mandaron a la cantera y mi padre cubrió su hueco pelando
patatas. Eso le salvó la vida y fue gracias a Boix", recordaba Ramiro
con los ojos enrojecidos por la emoción.
El viejo luchador de Laredo tiene
previsto desafiar una vez más a sus achaques para asistir en primera
fila al gran homenaje que París prepara al fotógrafo de Mauthausen. En
el mediodía del próximo 16 de junio, los restos mortales de Francesc
Boix serán trasladados desde su humilde tumba de la necrópolis de Thiais
hasta un privilegiado sepulcro del Père Lachaise, el cementerio de las
celebridades de la capital francesa.
Reposar en este lugar no es una posibilidad al alcance de cualquiera
porque simboliza el más alto reconocimiento de la ciudad. Buena prueba
de ello será la presencia de la alcaldesa, Anne Hidalgo, de la
asistencia de representantes del Gobierno central y de los honores de
Estado con que contará la ceremonia.
Este apoyo institucional no ha sido espontáneo, sino que es fruto del
intenso trabajo realizado durante años por la Amicale de Mauthausen de
París. Desde su sede central en la capital francesa, se realizó una
colecta popular para sufragar los gastos del traslado y se negoció hasta
la saciedad con el Ayuntamiento parisino para conseguir ayudas,
permisos y hasta su implicación directa en el evento. "Es un mérito de
toda la asociación", afirma una de sus dirigentes, que insiste en no ser
identificada para no apropiarse de un éxito que, asegura, "tiene muchos
nombres".
Olvidado en España, reconocido en Francia
Analizando el simbolismo del acto, Juan Ocaña, hijo de un deportado
español superviviente de Mauthausen, afirma que este reconocimiento a
Francesc Boix tiene dos lecturas: "En clave francesa es un paso
extraordinario porque, tras la guerra, De Gaulle ocultó el decisivo
papel que los republicanos españoles habían jugado en la Resistencia y
también el sufrimiento de miles de ellos en los campos nazis. Si Boix
fuera francés, tendría desde hace muchos años una estatua en París. Esa
injusticia, poco a poco, se va corrigiendo y ahora este acto servirá
para poner en primer nivel la figura de ese gran hombre. En clave
española, el acto creo que dejará más en evidencia al Estado español que
sigue ignorando a todos estos hombres y mujeres que lucharon contra el
fascismo".
Otros hijos y nietos de compañeros
de Boix en Mauthausen también se preguntan por qué no tiene una estatua
en Madrid, Sevilla o Barcelona. Su vida, que muy pronto se convertirá en
película, atravesó dos guerras. En la de España trabajó como fotógrafo
en las filas republicanas; en la europea apenas pudo hacer nada antes de
ser capturado por las tropas nazis y deportado a Mauthausen. Fue en
este campo de concentración donde el catalán escribió sus páginas más
gloriosas.
Los SS aprovecharon su experiencia como
fotógrafo para colocarle como ayudante en el laboratorio fotográfico.
Allí, junto al también español Antonio García, empezaron a robar copias y
negativos en los que se veían los crímenes cometidos en el campo. Boix
organizó un plan para sacar del recinto ese material con la ayuda de
tres jóvenes prisioneros españoles: Jacinto Cortés, Jesús Grau y José
Alcubierre. El paquete acabó en las manos de una vecina del pueblo de
Mauthausen, simpatizante antifascista, que lo guardó hasta el final de
la guerra.
Tras la llegada de las
tropas estadounidenses, Boix recuperó los negativos que acabarían siendo
exhibidos en los Juicios de Núremberg en los que se juzgó a la cúpula
del régimen nazi. El fotógrafo catalán fue el único español que
testificó ante ese histórico tribunal, armado con sus fotografías.
Además de todo tipo de
crímenes, en las imágenes se veía a algunos de los jerarcas nazis
recorriendo Mauthausen. Entre ellos estaba el Jefe de la Oficina de
Seguridad del Reich, Ernst Kaltenbrünner, que había negado previamente
haber visitado el campo de concentración. El general de las SS enmudeció
al verse en las fotos exhibidas por Boix. Meses después pagaría sus
crímenes en la horca.
Boix
volvió a testificar en el juicio de Dachau en el que comparecieron
algunos de los responsables nazis que dirigieron Mauthausen. La
tuberculosis y otras secuelas que le dejó el campo le acompañaron hasta
su fallecimiento, el 7 de julio de 1951. Estaba a punto de cumplir los
31 años de edad. Sesenta y seis años después, sus restos mortales
realizarán un último viaje hacia el cementerio de las celebridades.
Morada de personalidades, lugar de conmemoraciones
Una de las calles del gigantesco Père Lachaise está dedicada a recordar
a las víctimas de los campos de concentración nazis. En medio de un
conmovedor silencio y entre los árboles, se alza un monumento por cada
campo. Esqueléticas figuras de bronce arrastran un carro con un
compañero muerto para conmemorar el sufrimiento en Auschwitz III; dos
grandes manos, atadas, recuerdan a las mujeres cautivas y asesinadas en
Ravensbrück; un agónica figura, acarreando una piedra por una inacabable
escalera, representa el sufrimiento vivido por los deportados de
Mauthausen.
Este cementerio es el más
visitado del mundo y es la última morada de cientos de celebridades
históricas como Molière, Georges Bizet, Frédéric Chopin, Marcel Proust,
Oscar Wilde o más contemporáneas como Jim Morrison o Édith Piaf. El que
fuera presidente de la República española, Juan Negrín, y la mítica
fotoperiodista Gerda Taro, colega y compañera de Robert Capa, también
descansan en un rincón de sus más de 40 hectáreas. Difícil imaginar un
lugar mejor para que reposen los restos mortales del fotógrafo de
Mauthausen.
1 comentario:
Es un homenaje muy merecido!
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