En las montañas de la injusticia, de Elisa Beni
(...) Vengo a contarles el caso, una vez más, de una injusticia
palmaria cometida en la Audiencia Nacional. Y es un acto injusto porque
la justicia debe tratar igual lo igual y porque debe hacerlo sin
discriminación alguna por ninguna circunstancia personal. Ni siquiera
vale que el justiciable te parezca un cabrón y un antiespañol. Dicen
algunos que la tengo tomada con los jueces, pero más pareciera que los
jueces la tienen tomada con la Justicia y que no dejan otro remedio que
airear las tropelías por mor de que no pasen desapercibidas en el cedazo
de la decencia.
Voy a limpiarles de broza leguleya la
cuestión y traducirla al román paladino para que entiendan mejor lo que
Concepción Espejel –"Querida Concha"– y tres magistrados más han
perpetrado teniendo al parecer más en cuenta quién era el destinatario
de su acción que la coherencia y la imparcialidad. Los magistrados
Espejel, Gutiérrez y Sáez tenían que determinar si había prescrito o no
la responsabilidad civil derivada de un delito. Tres magistrados, como
se hace siempre. No obstante, la presidenta Doña Concha decide hacer uso
de un invento promovido por Grande-Marlaska en su día y consistente en
meter más magistrados, toda la sección, en un caso concreto. Una forma
que ya de por sí puede alterar el juez predeterminado, pero ni en esto
me voy a meter. Dicta una providencia en la que dice que "vista la
naturaleza del asunto" se considera "conveniente" que lo vea la sección
entera. La naturaleza del asunto es la misma que la de centenares de
asuntos que se despachan de corrido, que no es otra que los criterios de
prescripción pacíficamente aceptados por el tribunal. A menos que haya
otra "naturaleza" que se nos escape (...)
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