sábado, 18 de septiembre de 2021

Vicenta Lorca Romero, maestra y madre del poeta Federico García Lorca.

 Lourdes Garcia   18/8/21

#TalDíaComoHoy a una madre le fusilan a su hijo, va por ti Vicenta
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Vicenta Lorca Romero, maestra y madre del poeta Federico García Lorca.


Cuanto se sabe de Federico García Lorca y qué poco de su madre, a la que él adoraba. “Mi infancia es aprender letras y música con mi madre, a ella le debo todo lo que soy y seré”, dejó escrito Lorca.
Vicenta Lorca Romero nació el 25 de julio de 1870, y fue bautizada en la iglesia de Santa Escolástica cinco días después con los nombres de Vicenta, Jacoba, María de la Concepción, Carmen de la Santísima Trinidad. Su madre, original de Santa Fe, tras enviudar antes de dar a luz tuvo que empezar de cero. Era huérfana de padre: Vicente Lorca González, de Granada, falleció un mes antes del nacimiento de su hija. La madre, Concepción Romero Lucena, de Santa Fe, quedó a merced de su familia, en el barrio del Realejo. De niña estuvo interna en el Colegio Calderón de la calle Recogidas, tras la muerte de Bernardo Lorca, el abuelo materno. Una institución que atendía la educación de niñas pobres y el internado de huérfanas. De su estancia en el internado regido por monjas guardará siempre mal recuerdo...
Vicenta estudió en la Escuela Normal entre 1888 y 1891, con unas calificaciones muy meritorias, y en 1892 se sacó unas oposiciones de maestra para una plaza en Fuentevaqueros, el que fue su primer y único destino, dotado con 825 pesetas, tenia 22 años. Allí conoció a un viudo terrateniente once años mayor que ella y se casó con él en agosto de 1897. Con tristeza, decidió dejar la enseñanza al saber que estaba embarazada de su primer hijo. Se llamaría Federico García Lorca. Allí impartió clases entre diciembre de 1892 y diciembre de 1897, cuando en los primeros meses de embarazo de su primogénito Federico, decide abandonar la docencia tras cinco años de plena dedicación. El 5 de junio de 1898 nace su primogénito. La tradición manda y el hijo recibe el nombre del padre: Federico. Dos años más tarde llegará Luis, que muere a los dos años, en mayo de 1902, al mes siguiente nace Francisco, seguido de Conchita (1903) e Isabel (1910), que completa la familia.
Vicenta Lorca tuvo pronto clara conciencia del extraordinario talento de su hijo mayor. De todas las mujeres que poblaban su casa: la madre, la tía Isabel, las primas, las sirvientas, recibió acervo cultural el niño Federico, al que adoraban. Su primer campo escénico fue la representación de la misa y el sermón y a sus espectadoras les exigía llorar, requisito que no dejaban de cumplir. La escenificación de la misa y el sermón, la sustituyeron los títeres: la madre, al ver la impresión que había causado una compañía ambulante que representó en la plaza del pueblo, le compró a su hijo un teatrito de marionetas. Los viejos trajes guardados en baúles en el granero de la casa, vistieron a la troupe de muñecos de cartón y trapo, que solícitas cosían tía Isabel y las sirvientas, a las órdenes de la imaginación y la fantasía del futuro dramaturgo.
La corriente de sentimientos y complicidad de Vicenta y su hijo aparece ya en sus primeros escritos, con la evocación a la mujer de la que heredó la sensibilidad y la inteligencia. En sus cartas y entrevistas son constantes las alusiones a su calidez humana y pedagógica. “(...) ha enseñado a leer a cientos de campesinos, y ha leído en alta voz por las noches para todos, y no ha desmayado un momento en este amoroso afán por la cultura. Ella me ha formado a mí poéticamente y yo le debo todo lo que soy y lo que seré", decía Lorca sobre su madre.
El estallido de la sublevación militar el 18 de julio pondrá de luto al país. Se cumplía el pronóstico de Vicenta Lorca, al aventurarle al periodista argentino Pablo Suero, en vísperas de las elecciones del Frente Popular: "Si no ganamos, ¡ya podemos despedirnos de España…! ¡Nos echarán, si es que no nos matan”. Terrible presentimiento el de doña Vicenta. Se cumplió el vaticinio, su yerno y su hijo Federico fueron asesinados en agosto de 1936. En 1940, en cuanto les fue posible, se exiliaron a EEUU. En esa época a Vicenta se la recuerda siempre contenida, sin exteriorizar su pena. Solo se la oyó llorar una vez, cuando escuchaba desde Nueva York, la radio española y la otra, al regresar del exilio, el día que fue a visitarla Vicente Aleixandre.
Federico García Rodríguez murió en su exilio de Nueva York, en 1945. Una mañana amaneció dormido para siempre y allí sigue lejos de su tierra. Su mujer acompañada de sus hijas y sus nietos, regresaron a Madrid en 1951. Doña Vicenta nunca quiso volver a pisar Granada. Murió el 9 de abril de 1959. La obra del hijo, que ella había formado poéticamente, era ya parte del patrimonio de la Humanidad.
Texto de Monserrat Rueda basado en fuentes consultadas tales como: granadaimedia.com; abc.es; granadahoy.com;
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