Alejandra Mahiques Ámsterdam — 27 de diciembre de 2022
Ha pagado 16 millones de euros en granjas y derechos de emisión de nitrógeno de explotaciones para no recortar su actividad como planeaba hacer el Gobierno ante el grave problema de polución por este gas que padece el país
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- Desde hace casi cuatro años, el campo holandés y la actividad industrial de uno de los países más desarrollados de Europa viven sumidos en la llamada “crisis del nitrógeno”. En concreto, se trata del óxido de nitrógeno, que se emite principalmente por la quema de combustibles fósiles, y el amoniaco –nitrógeno e hidrógeno– procedentes del estiércol y de la actividad ganadera. Por su alta densidad de población, los Países Bajos siguen registrando una de las mayores concentraciones de estos gases de nitrógeno reactivo por hectárea de la UE, lo que ha llevado al gobierno a comprometerse en reducir a la mitad estas emisiones hasta 2030.
- Para lograrlo, se ha puesto en marcha una regulación que pretende restringir la actividad agrícola e industrial, un tijeretazo que ha provocado protestas sin precedentes de los agricultores, que ven su futuro amenazado, y de las grandes empresas de construcción e infraestructuras, que no pueden dar un paso adelante sin el permiso que certifica unas emisiones mínimas de óxido de nitrógeno.
Un mercado de emisiones de nitrógeno
Para sortear el problema de las emisiones contaminantes de nitrógeno, se ha implementado un lucrativo mercado de compraventa de derechos de emisión de gases. Para obtener la luz verde que le permita seguir operando al ritmo actual, Schiphol ha adquirido este mes granjas y derechos de emisión de nitrógeno por valor de 16 millones de euros. Se trataría de la compra de tres granjas con actividad ganadera por valor de 11,1 millones de euros y de la adquisición de 5,9 millones de euros en derechos de emisión de nitrógeno de otras explotaciones.
El intercambio sería el siguiente: la granja abandona su actividad ganadera, por la cual dejar de emitir amoniaco a la atmósfera, a cambio de ceder sus derechos de emisión al aeródromo, el cual compensa así los efectos contaminantes del óxido nitroso, otro gas de efecto invernadero compuesto por nitrógeno y oxígeno que emiten los motores de los aviones y que es 300 veces más potente que el dióxido de carbono.
La reacción del Ejecutivo neerlandés no se ha hecho esperar. Los ministerios implicados han pedido al Grupo Schiphol que deje de comprar a más granjeros estos derechos. Desde el Ministerio de Agricultura, Medioambiente y Alimentación califican la operación de “desagradable”, sobre todo porque se lleva a cabo poco antes del plan anunciado por el Ejecutivo de intervenir directamente en el mercado de las emisiones de nitrógeno con un derecho de compra preferencial.
- Otro de los principales afectados por este problema es el aeropuerto internacional de Schiphol. A mediados de 2022, el Gobierno holandés anunció que el aeropuerto, el segundo de la Unión Europea, deberá recortar en un 12% su actividad aérea de cara a finales de 2023 para cumplir con la normativa ambiental sobre la emisiones de óxido de nitrógeno.
- Aunque las adquisiciones de explotaciones agrícolas por empresas y administraciones públicas locales son legales, resultan muy controvertidas, pues no está claro que sirvan para reducir de manera real las emisiones de nitrógeno reactivo. “Esto no tiene nada que ver con la protección de la naturaleza, es pura actividad económica”, explica Jan Willem Erisman, catedrático de Sostenibilidad Ambiental de la Universidad de Leiden. “Las emisiones de nitrógeno no están bajando porque todavía no hay una política real implementada para lograrlo”, denuncia este analista (...)
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