Koldo Saratxaga arremete contra el sistema educativo actual que "no
 educa en la libertad, sino en el miedo" y perpetúa un modelo de 
relaciones humanas basadas en el poder. 
http://www.eldiario.es/norte/euskadi/haciendo-mercenarios-educamos-jovenes-cambio_0_282422124.html
 
    
Koldo Saratxaga siempre insiste en que la educación es la clave de un país.
"A los jóvenes que 
vienen les hemos enseñado una jerarquía y ahora pretendemos que actúen 
como si no existiera. Pretendemos que sean emprendedores y que innoven, 
pero seguimos con el mismo modelo de relaciones humanas basadas en el 
poder. Y esto no es ético". Koldo Saratxaga, uno de los 'gurus' del 
cooperativismo vasco, miembro de Ner Group, que aglutina a 23 empresas y
 presidente de K2K emocionando, propone una “ética de lo humano” 
para el ámbito empresarial. Saratxaga, muy crítico con el actual sistema
 educativo, advierte de que “estamos haciendo mercenarios porque 
educamos a los jóvenes en que todo es a cambio de algo".
Saratxaga ha ofrecido una charla sobre ética y sociedad dentro las jornadas Ética y responsabilidad económica y empresarial en la sociedad actual,
 en los cursos de verano de la UPV en San Sebastián. En su exposición, 
ha insistido en que solo desde la ética se puede compartir y ha afirmado
 que es necesario otro estilo en el terreno de las relaciones personales
 “porque venimos del mundo de la organización vertical”.  Cambiar este 
modelo basado en las relaciones humanas según el poder y las jerarquías 
es “la gran revolución que hay que hacer”.
Pero este cambio se 
enfrenta con dos grandes obstáculos. Uno sería el dinero, “que ya no 
sólo importa a unos pocos sino a todas las personas”. “El dinero 
condiciona totalmente nuestra sociedad. De esta forma, el que más tiene 
más puede. Nos han educado a competir y no a compartir. En el colegio, 
por ejemplo, consiste en tener que sacar resultados más altos que sus 
primos, sus amigos o sus vecinos”.
El otro factor clave es el miedo. “Viene de muy atrás. No nos han 
educado en libertad, sino en el miedo”. Según Saratxaga, el concepto de 
libertad tiene que ver con la capacidad de expresarse y ponerse de 
acuerdo. “Nuestra sociedad necesita de ciudadanos maduros, donde se 
supere este déficit de ordenes jerárquicos, y se genere una libertad 
fraternal en la que ni se impone, ni se delega; se participa”. Este 
problema de órdenes en las empresas lleva a que no se conozca a las 
personas, saber lo que sienten o piensan. “Si no entendemos que la 
persona es más que un obrero o un subalterno, donde había cinco personas
 acabamos poniendo un robot fácilmente”.
La educación, clave de un país
El momento actual de la educación es una de las cuestiones que más 
ocupa y preocupa en el discurso de Saratxaga. “La educación es la clave 
de un país. A los niños se les educa durante las 24 horas del día porque
 un niño está permanentemente acumulando. Y esa acumulación es mayor 
gracias a las experiencias o vivencias que tenga”. Pero el modelo que 
impera en la escuela es el basado en las notas, en la evaluación, en lo 
previsible. “Hay que pasar a un modelo que desarrolle la imaginación y 
la intuición. Un modelo más cercano al concepto de que cada persona es 
diferente, cada persona es ese diamante único. Bajo esta idea podemos 
potenciar personas con pasión, que conecten emocionalmente con lo que 
hacen”.
Saratxaga 
advirtió de que en la educación de los más jóvenes el tener acceso a 
todo puede ser un problema. “Protegemos y compramos. Estamos haciendo 
mercenarios porque los estamos educando a golpe de prestación. Los niños
 no disfrutan de lo que obtienen porque no lo viven. No sienten orgullo 
por conseguir las cosas porque todo es a cambio de algo”.
Sobre su visión de la empresa desde una perspectiva ética, ha señalado 
que los pilares son la eficiencia y el cliente porque sin éstos no hay 
beneficios, y “sin beneficios no hay futuro”. En segundo lugar hay que 
superar “los choques” que se producen en las empresas. Uno sería el 
concepto de propiedad. Para Saratxaga, “la posesión de la tierra no es 
razón para no compartir el fruto de la cosecha entre quienes han 
participado en su obtención”.
 
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