Cristina Fallarás. 05 Abr 2017 http://blogs.publico.es/otrasmiradas/8318/mariano-rajoy-incorrupto/
Mariano Rajoy Brey nació en 1955 y con 26 años ya era diputado en el
Parlamento gallego por Alianza Popular. Desde entonces, ha ocupado los
más altos cargo dentro de las instituciones españolas y dentro del
Partido Popular. De 1981 al 91, en la política gallega, ligado a Manuel
Fraga, ex ministro de la dictadura franquista. Y a partir de entonces,
en el Parlamento español y el Gobierno de España.
Fue Mariano Rajoy, personalmente, quien designó a Luis Bárcenas en
2008 como tesorero del PP. Cuando lo hizo, el hoy presidente del PP
sabía que Bárcenas llevaba desde más de 10 años haciendo negocios con un
tipo llamado Francisco Correa. “Todo el mundo lo sabía en la calle
Génova” es una acusación que se repite en voz más o menos baja desde que
empezaron a quedarse en cueros. Y no solo en la calle Génova. Desde
1996, y no sabemos hasta cuándo exactamente, pero bien entrados los
2000, Bárcenas y Correa montaron un chiringuito que consistía
en saquear las arcas públicas. O sea, el dinero que los españoles –todos
excepto los muy ricos– van pagando en impuestos. Bárcenas, por la parte
del PP, y Correa por la de los empresarios. Es decir que, cuando Rajoy
puso a Bárcenas al frente de las cuentas del partido, el tipo ya era
conocido por sus corruptelas, y Correa pasaba, como ha afirmado, más
tiempo en la calle Génova que en su casa.
Claro que Mariano Rajoy, pese a haber recibido sus sobres en B,
asegura que no sabía nada de nada. Pero lo que asegura Mariano Rajoy nos
importa un pimiento, dado que nos faltan dedos en las manos para contar
las mentiras que este presidente ha contado a los españoles sin asomo
de sonrojo. Las de la financiación en B y los sobres, el pago de las
obras en la sede del PP, el concurso al que aseguró se había presentado
Soria o los rosarios de falsedades de sus sesiones de investidura son
algunas. Por no cambiar de protagonistas, me agarro a esta, relacionada
con Luis Bárcenas:
El 18 de enero de 2013, el hoy presidente del Gobierno de España y
presidente del Partido Popular, envió unos sms a Bárcenas que ya constan
en las antologías de la desfachatez. Entre otros mensajes, este: “Luis.
Lo entiendo. Sé fuerte”. Bárcenas iba a pasar algunos años en la
cárcel. Justo una semana después, en una entrevista concedida a ABC
Punto Radio, Rajoy aseguró que no recordaba la última vez que había
hablado con Bárcenas. Ya.
Mientras Correa, ayudado entre otros por Bárcenas, saqueó el dinero
de todos los ciudadanos, Mariano Rajoy fue ministro de Administraciones
Públicas (1996-99), Educación y Cultura (1999-2000), ministro de la
Presidencia (2000-01/2002-03), Interior (2001-02), vicepresidente del
Gobierno (2000-03) y es presidente del PP desde 2004. En 2011 fue
nombrado presidente del Gobierno.
Pero hay más. El mismo año que Mariano Rajoy ocupaba en Génova el
cargo de presidente del Partido Popular, Francisco Granados, cabecilla
de la Púnica, accedía a la secretaría general del PP madrileño. Hasta
2011, Granados montó desde el PP –donde bailaba con Esperanza Aguirre–,
una de las tramas de corrupción que más millones de euros –aún no
sabemos cuántos ni hasta cuándo– ha robado a los españoles. Eran los
peores años de una crisis que ha pulverizado lo que llamábamos Estado
del Bienestar y del que hoy no quedan ni los jirones. La Púnica robó a
manos llenas y de forma más que evidente mientras coincidían en Génova
Rajoy como presidente del PP y Granados como secretario general de su
circunscripción más potente, la de Madrid. Además, actuó en la Comunidad
Valenciana, la Comunidad de Galicia y otros feudos destacados del
Partido Popular.
Acaban pareciendo minucias los elogios del hoy presidente del
Gobierno a Jaume Matas, Carlos Fabra, Rita Barberá o Francisco Camps,
entre otros destacados miembros de casos investigados con notables
similitudes al funcionamiento de la mafia clásica. Sin embargo, esos
elogios se produjeron a la vez que sus protagonistas robaban y
construían tramas de saqueo que deterioraron gravemente sectores como la
educación y la sanidad públicas.
Porque hay que recordar que Mariano Rajoy Brey, presidente del
Gobierno de España y del Partido Popular, reniega de los corruptos
solamente cuando entran en los juzgados. Mientras iban cometiendo sus
tropelías, todo eran elogios. Por eso no resulta sorprendente su
actuación hasta hoy con las imputaciones del presidente de Murcia.
Consistía sencillamente en esperar a que dieran sus frutos. Y mientras
tanto, elogiar al corrupto.
Han florecido en los últimos años los periodistas y comunicadores que
argumentan que no se puede demostrar que Mariano Rajoy supiera que todo
eso estaba pasando. Cualquiera que conozca un mínimo el funcionamiento
de un partido sabe que es totalmente imposible que quien ocupa puestos
de responsabilidad ignore según qué detalles de la financiación. Pero
más allá, él tuvo sus sobres; él, y todos en el partido, vio cómo se
enriquecía de forma enloquecida el secretario general del PP madrileño,
quien ni siquiera se tomó la molestia –como sí hizo Fabra– de fingir que
le tocaba la lotería.
No puedo comprender a aquellos que, sabiéndolo, se escudan en el “no
puede demostrarse”. Y no puedo comprenderlo, porque a ellos también les
han robado mucho. O será que no.
Mientras tanto, Mariano Rajoy permanece incorrupto, como el brazo de Santa Teresa.
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