El subsector de las apuestas y el juego mueve en el Reino de España más de 13.000 millones de euros,
 con unos beneficios netos del 10% y una inversión publicitaria superior
 a 100 millones de euros al año. Son datos todo lo ciertos y creíbles 
que puedan ser las cifras de la patronal. Pero moverá todavía más dinero
 con las ventajas fiscales a las sociedades (“operadores” les llaman) 
que fijen sus domicilios fiscales en Ceuta y Melilla y la expansión 
desbocada de las casas de juego y apuestas, las timbas modernas, por la 
geografía urbana, de la mano de determinadas franquicias de 
multinacionales y fondos de inversión.
Si
 vamos de lo virtual (nada virtuoso) a lo material, enseguida vemos cómo
 la expansión acelerada de las casas de juego y apuestas se ceba en los 
distritos con menor renta, los barrios más pobres, más necesitados de 
esperanza. Contra esa infección a la puerta de casa de poco valen, de 
momento, las incipientes protestas de asociaciones de vecinos, madres y 
padres de alumnos y grupos de ludópatas rehabilitados. Ni siquiera salen
 en la prensa. Los operadores juran que en sus casas de apuestas al pie 
de colegios, institutos y otros centros educativos no entran los menores
 de 18 años. La mayoría de sus clientes, añaden, tienen entre 18 y 40 
años. Apelan además al “juego responsable” y alardean de la llamada 
“responsabilidad corporativa”. Lógico (...)
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OTRA COSA:  
Programa
 navarro de coeducación. Marian Moreno, redactora: «Hemos sido atacadas 
por la Iglesia y por familias de colegios concertados» y+
 
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