Roberto Melgar Jimeno · 15/6/2019 nationalgeographic.es 26 Junio 2018
--- En el pasado, en una zona remota de Kazajistán se produjeron un cuarto de los ensayos nucleares del mundo. El impacto sobre sus habitantes ha sido devastador.
La degradación y la desolación marcan el paisaje de un remoto rincón de la estepa kazaja. Los lagos artificiales formados por las explosiones de bombas nucleares salpican de hoyos un terreno antes plano, interrumpido por los cascarones de edificios vacíos. Parece inhabitable. Sin embargo, los fantasmas —de vivos y muertos— rondan la tierra, que todavía soporta los efectos del programa de ensayos nucleares que finalizó hace casi 30 años.
En
este lugar, conocido como el Polígono, se produjeron casi un cuarto de
los ensayos nucleares del mundo durante la Guerra Fría. La zona se
escogió por estar desocupada, aunque varias aldeas agrícolas pequeñas
salpican el perímetro. Aunque algunos residentes fueron trasladados
durante los ensayos, la mayoría se quedó. Los daños, que persisten hoy
en día, son viscerales.
El fotógrafo Phil Hatcher-Moore pasó dos meses documentando la región y le sorprendió «el derroche inútil de locura del hombre».
Su proyecto, Nuclear Ghosts, une el paisaje perdido y los retratos íntimos de los aldeanos que todavía experimentan las consecuencias.
Las cifras son pasmosas: unas 100.000 personas de la zona todavía se ven afectadas por la radiación, que puede transmitirse a lo largo de cinco generaciones. Pero con estas imágenes íntimamente desgarradoras, Moore pretende convertir los números abstractos en algo tangible.
El fotógrafo Phil Hatcher-Moore pasó dos meses documentando la región y le sorprendió «el derroche inútil de locura del hombre».
Su proyecto, Nuclear Ghosts, une el paisaje perdido y los retratos íntimos de los aldeanos que todavía experimentan las consecuencias.
Las cifras son pasmosas: unas 100.000 personas de la zona todavía se ven afectadas por la radiación, que puede transmitirse a lo largo de cinco generaciones. Pero con estas imágenes íntimamente desgarradoras, Moore pretende convertir los números abstractos en algo tangible.
Rustam Janabaev, de 6 años, yace en su cama en un ala del Centro Infantil de Servicios Sociales Especiales de Ayagoz, en Kazajistán Oriental. Rustam nació con hidrocefalia. foto por Phil Hatcher-Moore
«La
contaminación nuclear no es algo que podamos ver necesariamente»,
afirma. «Y podemos hablar de las cifras, pero creo que es más
interesante centrarse en los individuos, que condensan la historia».
Moore entrevistó a todas las personas a las que fotografió antes de coger su cámara y aprendió que el secretismo y la desinformación plagaban gran parte de su experiencia (...)
Moore entrevistó a todas las personas a las que fotografió antes de coger su cámara y aprendió que el secretismo y la desinformación plagaban gran parte de su experiencia (...)
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