Fernando Broncano R · blogs.elconfidencial.com Esteban Hernández 14/06/2019
Esteban Hernández
 ilumina una de las zonas más oscuras de la nueva economía urbana: la 
intromisión de las franquicias y los fondos de inversión en los pequeños
 negocios de los bares, una de las pocas e improbables escaleras de 
ascenso social, ahora cada vez más amenazados. Primero fueron las 
mercerías, las tiendas de ultramarinos, ... ahora los bares. Las 
peluquerías, tan populares, están siendo también sustituidas por 
franquicias que malpagan a las empleadas que  están allí para
 aprender con la esperanza de un día tener su propia peluquería, un 
sueño que cada vez se hace más lejano. Lo hemos explicado muchas veces: 
el mercado y el capitalismo son cosas diferentes. El mayor enemigo del 
mercado es ahora el nuevo capitalismo oligopolista, con la inapreciable 
ayuda de los liberales y su bífida lengua que aparentemente apoya a los 
pequeños propietarios (como en el cuento de Hansen y Gretel) para 
comérselos en poco tiempo. Aún hay tiempo (poco) para detener la 
destrucción de los tejidos sociales en la ciudad.
El sector, uno de los más populares e importantes de España, está viviendo cambios que revelan las nuevas estructuras económicas y que son un indicador de otro clima social (…)
Miguel Caba No
 obstante este problema, que lo es, no romanticemos los “bares de toda 
la vida”, que a menudo son lugares de exploración terribles. Yo soy hijo
 de camarero y fui camarero hasta los 28 que empecé el doctorado, y en 
Madrid, tanto mi padre como yo, hemos 
trabajado tanto en franquicias de grandes empresas como en bares de toda
 la vida. En franquicia cobraba una mierda de 850 euros por 40 horas 
clavadas (VIPS, al menos en mi época, era escrupuloso con el horario. Sé
 que otras franquicias no. En Bodybell trabajaba 70 horas por 700 
euros). Pero en bares de toda la vida y dueño de la tierra uno puede 
cobrar hoy en Madrid como 1100 por trabajar 11 y 14 horas diarias, 6 
días a la semana. Esa es la realidad de hoy y de las últimas dos 
décadas.
  
Fernando Broncano R Cierto,
 gracias por el testimonio que es muy valioso. No hay romanticismo en lo
 que cuenta el artículo. Lo que cuentas es parte del problema de la 
presión sobre los negocios de toda la vida. La explotación del 
trabajador aumente a medida que las condiciones de supervivencia del 
negocio se hacen más duras.


 
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