14/3/22
Diario Público - Memoria Pública
El aparato represor que el franquismo puso en marcha durante la guerra y sostuvo
durante la postguerra tuvo su origen en un antiguo colegio de los jesuitas reconvertido
en campo de concentración donde se torturaba y asesinaba a los republicanos que
caían en manos de los fascistas. Por Camposancos, en el municipio pontevedrés de
A Guarda, pasaron entre 5.000 y 6.000 prisioneros de guerra entre 1936 y 1941.
La Fundación 10 de Marzo acaba de publicar A porta do inferno, de José Antonio
Uris Guisantes y Víctor Santidrián Arias, una investigación histórica que reconstruye
el origen de Camposancos y su relevancia en la configuración de la represión fascista
en España.
La Guerra Civil apenas duró unos meses en Galicia, donde los sublevados en seguida
se hicieron con el poder sobre todo el territorio. Pero eso no quiere decir que no hubiera represión. Al contrario, hubo un auténtico exterminio de defensores de la República, y Camposancos fue uno de los principales centros de esa operación.
El 27 de julio de 1936, nueve días después del golpe, las tropas de Franco llegaron a
A Guarda, a dos kilómetros de la frontera portuguesa, depusieron al alcalde -Brasilino
Álvarez Sobrino, fusilado poco después en la vecina localidad de Tui- y empezaron a
detener y a pasear a ciudadanos de toda la comarca.
"Los primeros en estrenar Camposancos fueron los republicanos guardeses", cuenta José Antonio Uris, quien explica que los militares se dieron cuenta de que el colegio de los jesuitas que la República había expropiado a la orden, tras ordenar su disolución en 1932, "era el lugar ideal" para instalar un campo de concentración a donde llevar en masa a los prisioneros que iban haciendo a medida que avanzaban en el frente norte (...)
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