Fernando Broncano R 21/2/22
Esta semana explico en el máster el humanismo cívico, origen y fundamento del republicanismo, y, claro, lo hago a la sombra de Maquiavelo, el gran narrador de las guerras de Italia y de quienes intentaron mantener la autonomía de las ciudades y perdieron ante la fuerza del destino (los dos imperios nacientes de Francia y España). El humanismo cívico es la llamada a la virtú (o agencia, o empoderamiento) frente a la fortuna (o destino, o pesimismo y abandono del compromiso ciudadano). Lo hago teniendo presente la última tragedia (y comedia) de la lucha entre dos hermanos de armas, el príncipe y la princesa de Madrid. Una historia que no me divierte nada pero que es un ejemplo nítido de la esencia de lo que afirma Maquiavelo: no basta tener el poder, hay que tener la virtú de saber conservarlo con el favor del pueblo.
"De todas formas, el príncipe debe hacerse temer de modo que, si no consigue el amor, evite el odio; porque es perfectamente compatible ser temido y no odiado. Esto lo conseguirá siempre que se mantenga alejado de los bienes de sus ciudadanos y súbditos, y de sus esposas. Cuando necesite matar a alguien, que sea por una causa clara y suficientemente justificada. Y, sobre todo, que se abstenga de los bienes ajenos, habida cuenta de que los hombres olvidan más rápido la muerte del padre que la pérdida del patrimonio. Además, los motivos para reclamar bienes no faltan nunca; y el que comienza a vivir de la rapiña siempre encuentra un pretexto para apropiarse de lo ajeno; por el contrario, son más raros los motivos para matar y escasean con más rapidez.
Nicolás Maquiavelo . El Príncipe . Ediciones Akal, p. 204
..............................
OTRA COSA: Alejandra Pizarnik (1936-1972)
No hay comentarios:
Publicar un comentario