Weronika Strzyżyńska ELDIARIO.ES
— La población mundial llega a 8.000 millones: India, a punto de superar a China como el país con más habitantes
- EL RETO DE ALIMENTAR A 8.000 MILLONES DE PERSONAS: REGENERAR TIERRAS,DESPERDICIAR MENOS Y COMER INSECTOS
En el mundo se producen alimentos más que suficientes para alimentar a los 8.000 millones de habitantes del planeta, pero tras una década de descenso constante, el hambre vuelve a aumentar y ya afecta al 10% de la población mundial. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas, los efectos de la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania han contribuido a una de las peores crisis alimentarias en décadas. En 2019, otras 200 millones de personas en todo el mundo se vieron afectadas por inseguridad alimentaria aguda, debido al aumento de los costes de los alimentos, el combustible y los fertilizantes.
Esto no es todo; se avecinan problemas mayores. El mundo ya tiene más de 8.000 millones de habitantes y se prevé que alcance los 10.000 millones en 2050. Los agricultores, los gobiernos y los científicos se enfrentan al reto de aumentar la producción de alimentos sin agravar la degradación del medio ambiente y la crisis climática, que a su vez contribuye a la inseguridad alimentaria en el sur global.
La ONU prevé que la producción de alimentos a partir de plantas y animales tendrá que aumentar un 70% en 2050, comparado con 2009, para satisfacer la creciente demanda de alimentos. Sin embargo, la producción de alimentos ya es responsable de casi un tercio de las emisiones de carbono, así como del 90% de la deforestación en todo el mundo.
“Utilizamos la mitad de la tierra de cultivo del mundo para la agricultura”, afirma Tim Searchinger, investigador de la Universidad de Princeton. “Eso es sumamente perjudicial para el medio ambiente. No podemos resolver este problema pasando a una agricultura más intensiva porque eso requiere más tierra”. “Tenemos que encontrar una forma de disminuir nuestros recursos [tierra] y al mismo tiempo aumentar nuestra producción de alimentos”, indica.
Lo cierto es que no existe una fórmula mágica para lograr este objetivo. Será necesaria una revisión de cada paso de la cadena de producción de alimentos, desde el momento en que se plantan las semillas en el suelo hasta el momento en que los alimentos llegan a nuestras mesas.
El cambio hacia la agricultura regenerativa
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el modelo predominante ha sido la agricultura de subsistencia: la población cultivaba cosechas y ganado para alimentar a sus hogares en lugar de venderlos para obtener beneficios. Esto empezó a cambiar tras la Revolución Industrial y la aparición del capitalismo de mercado, que presenció también el aumento de la agricultura de plantación, posible gracias a la colonización de tierras de ultramar y a la mano de obra esclava.
La agricultura industrial no sólo aumentó la escala de los cultivos, sino que cambió las técnicas utilizadas por los agricultores. En lugar de rotar los cultivos cada año, se dedicaban plantaciones enteras a un solo cultivo. Este enfoque de monocultivo, unido a los modos intensivos de cultivo, condujo a la destrucción de la biodiversidad local y a la degradación de la tierra: en pocos años los campos dejaban de producir frutos.
Según Frank Uekötter, profesor de humanidades medioambientales de la Universidad de Birmingham, las plantaciones de los siglos XVIII y XIX eran un plan para hacerse rico rápidamente, más que una inversión estable a largo plazo. Los propietarios de las plantaciones sacaban el máximo beneficio de sus tierras en un corto periodo de tiempo. Una vez que un campo quedaba inservible, simplemente se trasladaban a otras tierras. “Hasta finales del siglo XIX, la modernidad global todavía no había reclamado amplias franjas de nuestro planeta”, afirma Uekötter.
Esta mentalidad de la época colonial persiste, mientras nos quedamos rápidamente sin tierra de cultivo. “El paradigma agrícola actual es que la tierra es barata e infinita”, subraya Crystal Davis, del Instituto de Recursos Mundiales. “La mayoría de los agricultores se limitan a talar más árboles, cuando se necesitan nuevas tierras”.
“Pero para cumplir nuestros objetivos ecológicos, tenemos que detener la conversión de los ecosistemas naturales en tierras de cultivo”, dice Davis. “Podemos conseguirlo en parte devolviendo a las tierras degradadas su integridad ecológica y su productividad”.
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