El Gobierno del PP quiere imponer su programa político a
administraciones donde no gobierna, a ciudadanos que no le votaron, en
competencias que no son las suyas
Ignacio Escolar 27/11/2017 http://www.eldiario.es/escolar/buenos-gestores_6_712588773.html
A las autonomías con
problemas de financiación –casi todas– el Gobierno les deja la opción de
las lentejas. O las tomas o las dejas. O firmas un convenio con la
industria farmacéutica que discrimina a los genéricos, o te quedas fuera
de las ayudas financieras que reparte Cristóbal Montoro para la
Sanidad, como si el dinero fuese suyo y no de todos.
La información que ayer publicamos en eldiario.es sobre
cómo el Ministerio de Hacienda niega la ayuda financiera a las
autonomías si no firman un convenio que beneficia a las grandes
farmacéuticas es un escándalo gravísimo. No solo porque pueda
generar sobrecostes innecesarios a todos los españoles –los genéricos
son igual de eficaces y más baratos–. También por la forma
antidemocrática con la que el Gobierno del PP impone su programa
político a administraciones donde no gobierna, a ciudadanos que no le
votaron, en competencias que no son las suyas.
Las autonomías y ayuntamientos son administraciones
igual de dignas y democráticas que el Ejecutivo central; no son
gobiernos de segunda, supeditados al Consejo de Ministros de Rajoy. No
vivimos en un Estado centralizado donde solo haya una autoridad y el
reparto de competencias en España deja bastante claro de qué se ocupa
cada una. Por eso no es tolerable que el Gobierno central invada las
funciones de las demás para exclusivo beneficio de su partido, en contra
de los intereses de los propios ciudadanos. Es lo que hace con los
genéricos y este convenio con las farmacéuticas de obligado cumplimiento
para las autonomías, cuando la sanidad está transferida. Es lo mismo
que ha hecho con el Ayuntamiento de Madrid y la intervención de sus
presupuestos.
Es un enorme abuso que un Gobierno incapaz de cumplir sus compromisos de déficit, que se salta su propia ley de gasto,
intervenga las cuentas de un Ayuntamiento con superávit. Es el mismo PP
que antes arruinó el consistorio madrileño. Es el mismo PP que aplica un rasero distinto con otros ayuntamientos
igualmente endeudados –el de Jaén–, pero donde los suyos gobiernan. Y
es el mismo PP que utiliza el Gobierno de todos para atacar a sus
rivales políticos.
Con la intervención de Madrid, el
Gobierno quiere bloquear las inversiones que el Ayuntamiento tenía
previstas para los dos últimos años del mandato de Manuela Carmena, como
la peatonalización parcial de la Gran Vía. Es una decisión meramente
política que busca asfixiar al primer ayuntamiento de España, el más
simbólico, no vaya a ser que la izquierda haga una buena gestión que les
deje en evidencia. En palabras de la concejal del PSOE Erica Rodríguez: “Montoro busca desestabilizar al Ayuntamiento de Madrid porque hace una política distinta”.
En una impúdica respuesta parlamentaria, la semana pasada, el Gobierno
justificó que esté apretando a las administraciones locales –que tienen
superávit– porque ese dinero es necesario para corregir el déficit. El
déficit del propio Gobierno central.
Es la misma
excusa que pone Montoro cuando añade letra pequeña a los fondos
autonómicos: te doy el dinero pero yo te diré cómo lo empleas. Como si
el Gobierno fuese el padre responsable que le da la paga semanal a sus
hijos, pero les ordena que no se lo gasten todo en golosinas.
Pero, ¿quién es aquí el gestor responsable? Sin duda, no Cristóbal
Montoro, el responsable de una amnistía fiscal inconstitucional que nos ha costado carísima; autor
de esa famosa frase de "que caiga España, que ya la levantaremos
nosotros" para justificar que el PP no apoyase al Gobierno de Zapatero
en una votación donde se jugaba la intervención del país.
Tampoco es precisamente responsable el Gobierno de Mariano Rajoy, que
aprobó una rebaja de impuestos en año electoral; el mismo Gobierno que
ha anunciado otra rebaja similar para cuando toque votar de nuevo.
Son los buenos gestores… de lo suyo.
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OTRA COSA: Cada cuatro minutos se entierra una persona dependiente.
OTRA COSA: Cada cuatro minutos se entierra una persona dependiente.
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