En 1940, Hitler campaba por Europa cumpliendo sus sueños de bombardear Londres, llegar a París y ordenar al mundo que se plegase ante su bota. En España la guerra había acabado un año antes y el fervor germanófilo era intenso. Nadie dudaba de que el III Reich gobernaría el mundo y la Nueva España sería su fiel aliado. En Octubre el pequeño dictador español, Franco, se reúne en Hendaya con el dueño de Europa, Hitler, para sobarle un poco las botas y que éste le condone la deuda infinita que le debe por su implicación directa en la guerra civil. España ha pasado de ser país neutral a no-beligerante. Es decir: “ no entro en guerra pero estoy de parte de los nazis” (...)
Carrington y Morales - La pajarera Magazine
Tiempo antes, en 1907, había nacido un chico, hijo de buena familia ya que su padre era psiquiatra, profesión que heredaría. Don Luis Morales, se llamaba. Estudió, como es preceptivo, Medicina en Zaragoza, con notas pasables pues el chico tiene voluntad pero no está sobrado de prendas. Para ampliar la formación, el padre, que soñaba con un futuro glorioso para el muchacho, lo envía a Suiza y a Alemania, en concreto a Nuremberg, donde completaría sus estudios de psiquiatría aprendiendo con los mejores. La escuela alemana de psiquiatría que también visitaron los insignes, Don Luis Vallejo Nájera y Don Juan José López Ibor, sí, el del gen rojo que promovía la adopción de niños nacidos de mujeres republicanas por familias “normales” por ver si con una educación nacional- católica perdían el malévolo gen rojo procedente de las madres. El promotor de los primeros robos de bebés y el adalid de la psiquiatría nazi en nuestro país. El mismo.
Nuestro chico, don Luis Morales, compartió mesa y mantel con otro insigne psiquiatra en Nuremberg, el doctor Menguele promotor de los experimentos más terroríficos que se pueden conocer en los campos de exterminio nazis. Tampoco le echemos muchas flores porque los tres españoles no le fueron a la zaga en sus respectivos cometidos una vez que tornaron a la patria.
Don Luis Morales, estuvo un tiempo de director de un hospital en Zaragoza y más tarde en plantilla en el prestigioso Santa Isabel de Leganés. Las influencias paternas no llegaron para promoverle a ser prohombre de la psiquiatría en España, como a López Ibor y Vallejo Nájera, quizá más aventajados. Se ve que no debió encajar bien en los aledaños del poder, o como dijimos al principio, le faltaban hervores, por lo que el padre hubo de traerlo a la mansión palaciega que la familia Morales poseía en Santander. Más de 1700 metros cuadrados con especies arbóreas increíbles que cayeron por obra impía de la piqueta en los años sesenta y setenta para hacer el espanto urbanístico que hoy llamamos Cazoña.
En el caserón, digno de Manderley, se asentaba la clínica psiquiátrica del doctor Morales. Lógicamente, a su llegada se puso en práctica de inmediato lo aprendido en Alemania. Se efectuaban los mejores tratamientos, los más vanguardistas hasta que tomaron justa fama entre las elites europeas. Terapias de moda entonces eran las inyecciones de aguarrás, los bombeos espinales, las leucotomías (las lobotomías llegaron un poco después) y los electroshocks que eran un poco desagradables porque al convulsionar con ímpetu se rompían los huesos. Era mucho más factible provocar los choques de convulsiones con cardiazol, que era un fármaco impetuoso en sus efectos pero más seguro que la electricidad.
El caserón tenía toda la sádica modernidad alemana en la clínica santanderina del doctor Morales.
Poco tiempo antes, como decíamos, en su avance europeo Hitler va dejando un reguero de víctimas a su paso. Una de ellas es Marx Ernst pintor surrealista y amante/pareja de la joven pintora, también surrealista, Leonora Carrington. Viviendo el éxtasis de su amor, Ernst es detenido por los gendarmes de Vichy y la joven entra en crisis existencial decidiendo venir a España en busca de un salvoconducto que salve a su amado. https://www.lapajareramagazine.com/leonora-karrington
En Madrid, la conducta errática de Leonora la lleva de noche al parque del Retiro donde la “cazan” una manada de Requetés que la violan durante horas. Leonora es hija de una adinerada, burguesa y conservadora familia inglesa. El padre es propietario de la Imperial Chemicals, extiende sus alas para intentar atraer a Leonora por el buen camino dejándose de aventuras europeas y surrealistas. Que una joven de 21 años abandone el hogar para cumplir sus sueños de ser pintora y se lie en Francia con un cuarentón, artista y casado, no entra en los planes de papá Carrington por lo que busca la forma de conducirla al buen camino.
Envía emisarios cargados de Lumival, medicamento que produce una especie de muerte temporal y de anestesia que es inyectada en la columna vertebral para producir el rigor mortis. De esa forma Leonora Carrington es conducida el mes de Agosto de 1940 a Santander, justo a la clínica del doctor Morales. Se escogió este recinto por su confortabilidad, el prestigio internacional y la extensión magnifica de la finca que puede pasearse a caballo, animal que Leonora adora (...)
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